Imagen: Referencial

El productor cinematográfico reconvertido en conductor de ambulancias voluntario, Yevhen Titarenko, acudió a la Berlinale junto a otros cineastas ucranianos para mostrar la guerra filmada «desde dentro» y denunciar la agresión lanzada por Rusia hace un año.

«En la línea del frente, no hay alfombras rojas. Solo hay suelo empapado de sangre», decía recientemente el embajador ucraniano en Alemania, Oleksii Makeyev, al presentar el cine de su país.

El primer gran festival europeo del año, que termina el sábado, subrayó su solidaridad con los productores, los realizadores y los actores ucranianos con una programación de películas y debates sobre el país atacado.

Y el mismo presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, apareció el jueves pasado en un mensaje de video donde pedía compromiso al arte y al cine.

El dirigente, comediante antes de convertirse en presidente de un país en guerra, es el protagonista de un documental realizado por la estrella estadounidense Sean Penn y presentado en preestreno en Berlín.

El viernes 24 de febrero, en el aniversario del inicio de la invasión rusa, la alfombra roja de la Berlinale acogerá una manifestación de solidaridad con Ucrania.

Berlinale: «La guerra desde dentro»

Entre las películas ucranianas presentadas, Eastern front (Frente oriental, ndlr), del cineasta Titarenko, describe la vida del personal médico cerca de la línea del frente.

Su director, de 34 años, era productor de películas en Crimea cuando esta provincia fue anexionada por Rusia en 2014.

Mientras grababa un documental el año pasado en la región de Donetsk, tomó la decisión de presentarse «como voluntario», dijo a la AFP.

Desde entonces, ha realizado una docena de películas «para mostrar a la gente cuál es el aspecto de la guerra desde dentro».

«Los ucranianos no quieren hacer la guerra. Preferirían hacer cosas normales, consagrarse a la cultura como en todos los otros países. Pero no tenemos otra opción que pelear», asegura Titarenko. Su película seleccionada en Berlín se produjo conjuntamente con el documentalista ruso en el exilio Vitaly Manskiy.

Alisa Kovalenko también cambió la cámara por las armas tras el inicio del ataque ruso.

La joven cineasta de 35 años puso entre paréntesis el documental que había iniciado en 2018 sobre cinco adolescente del Donbás que buscaban un futuro.

«Una luz en el interior»

Después de cuatro meses en el frente, donde participó de batallones de voluntarios en Kiev y Járkov, la realizadora reanudó su proyecto y comenzó el montaje.

«Entendimos que había que cambiar todo. Es una película completamente distinta» a lo previsto inicialmente, dijo a la AFP.

Su documental We will not fade away (No vamos a desaparecer, ndlr) explica las frágiles esperanzas de estos jóvenes de la región de Lugansk, en la zona bajo control ucraniano del Donbás, grabados entre 2019 y 2022, en vísperas de la invasión rusa.

«Rusia puede bombardear nuestras ciudades y dejarnos sin electricidad (…) Si guardas la esperanza y continúas soñando, siempre te queda una luz en el interior. Y esta luz, los rusos no nos la pueden quitar», dijo la realizadora, procedente de Zaporiyia, una de las regiones habitualmente golpeadas por los bombardeos rusos.

En este tiempo, dos de los adolescente de la película abandonaron la región y otros dos desaparecieron, explica Kovalenko.

Entre las otras películas ucranianas presentadas figuran «Do you love me?» (¿Me amas?, ndlr), una ficción sobre una adolescente en la época final de la Unión Soviética. También, «En Ucrania», un documental sobre la vida cotidiana en este país en guerra.

También se proyectó Iron butterflies (Mariposas de hierro, ndlr) del realizadora Roman Liubyi; aborda la historia del vuelo MH17 de Malaysia Airlines, abatido en 2014 por separatistas del este de Ucrania, y cómo este drama fue un preludio del conflicto actual.

Al margen de la Berlinale, los ministerios de Cultura de Alemania, Francia y Luxemburgo lanzaron un fondo europeo de apoyo al cine ucraniano dotado con un millón de euros (1,06 millones de dólares) para 2023.


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