la historia

Más de 1.800 comentarios y más de 46.000 me gusta tiene un video en Instagram en el que la historiadora Inés Quintero desmiente la afirmación que asegura que Simón Bolívar murió pobre, un mito que, explica la investigadora en la misma publicación, ha sido pieza fundamental para construir el culto heroico alrededor del Libertador.

“Solo con leer su testamento se puede advertir que no estaba en la inopia. Bolívar, al morir, era dueño de las minas de Aroa, un valioso yacimiento de cobre, propiedad de la familia desde el siglo XVII, que heredó al fallecer su hermano Juan Vicente en 1811”, dice Quintero en el texto que acompaña al video.

Más allá de la anécdota de la viralización, es un video que ha servido para la reflexión y el debate, para despertar el interés de las personas sobre un asunto relacionado con la historia de Venezuela. Es lo que espera la profesora, que tiene otros videos en su Instagram en los que habla de hechos y lugares históricos.

Uno muy reciente, una publicación en la que recuerda que la Casa Amarilla, actual sede de la Cancillería, fue el lugar donde ocurrieron los sucesos del 19 de abril de 1810, cuando Vicente Emparan le consultó a la multitud si quería que siguiese en el mando y la respuesta, haciendo caso a las señas del padre Madariaga, fue un rotundo no.

Hay en Internet muchas alternativas para aprender historia, como el programa Venezolanos del profesor Rafael Arráiz Lucca, disponible en la plataforma Anchor; El corito histórico, conducido por Doriann Márquez y Javier Lara, o las mencionadas reflexiones de Inés Quintero en su cuenta de Instagram.

Venezolanos comenzó a transmitirse en 2015 por Unión Radio y desde 2018 Arráiz Lucca sube los audios a Anchor. A la fecha, en la plataforma hay alrededor de 280 programas de Venezolanos, que tiene episodios dedicados a distintos personajes de la historia del país, desde Rafael Cadenas a Teresa Carreño, o períodos como la Conquista y hechos trascendentales como la Batalla de Carabobo.

Para el académico, el podcast es una herramienta extraordinaria para divulgar historia, incluso un instrumento que podría usarse en clase. “Tengo unas estadísticas que informan cuántas veces se han escuchado los programas: cerca de 385.000 veces. Una cosa brutal. Es muy difícil llegar a tanta gente por medio de los libros”, explica el escritor, que, sin embargo, considera que aunque los programas de radio y los podcast pueden ser de gran ayuda, la lectura sigue siendo indispensable.

“Una persona que está estudiando un proceso histórico o un personaje escucha el podcast y se puede formar una idea. Pero después hay que profundizar en un libro. Esto no basta. Es un instrumento valioso, pero complementario”, añade.

Cada episodio de Venezolanos, salvo algunas excepciones, están basados en los libros de Arráiz Lucca. Un programa son más o menos 10 páginas de un título, aunque el profesor no lo lee sino que comenta el tema a manera de conversación. “Por ejemplo, la historia del petróleo me tomó 14 programas, pero eso es una reducción del libro. 14 programas serían 140 páginas y el libro tiene más de 300. En un programa de radio no puedo entrar en detalles tan particulares porque es imposible, el oyente no puede seguir algo tan detallado”.

Con un estilo más coloquial, en El corito histórico Doriann Márquez, informático de profesión, comediante y aficionado a la historia; y Javier Lara, profesor de Geografía e Historia, se valen de una conversación jocosa, como dos buenos amigos, para abordar la historia de forma amena, directa y divertida, procurando no endiosar a los personajes.

Más bien, en los episodios se recalca que las figuras históricas eran personas comunes y corrientes. Así, el lenguaje que usan ambos tiene referencias tanto de la cultura popular como académica. “Todos esos señores que ves en los libros, las estatuas, en todos esos lados, esos carajos eran como tú y como yo”, dice Márquez en la introducción del episodio Cumaná: la fundación.

A Márquez siempre le ha gustado la historia, pero fue con Lara con quien comenzó a tener conversaciones más rigurosas sobre diferentes temas. No es lo mismo, señala, leer sin ningún tipo de técnica que hablar con un académico. “Tenemos la particularidad de que somos de la misma edad, manejamos los mismos códigos, y nuestras conversaciones sobre historia iban hacia lo jocoso, hacia el chiste. Antes de la pandemia, en 2019, tomamos la decisión de crear el concepto del podcast manteniendo el rigor histórico”.

El mes pasado, Doriann tuiteó el siguiente mensaje: “Ayer una persona me dijo que pasó Historia Contemporánea de Venezuela sin estudiar, nada más escuchando El corito histórico. Ya nosotros hicimos más que Aristóbulo y Yelitze Santaella”. Sin embargo, el comediante resalta que la intención nunca fue reemplazar o ser un complemento de la academia. “Nuestra idea era conversar sobre esto de manera llana, sencilla, manteniendo el rigor, que la investigación sea correcta. Al parecer, el relato ameno es más llevadero para algunos estudiantes”.

Para respaldar la información de la que hablan en cada podcast, en el texto de la publicación en YouTube comparten siempre la bibliografía, para aquellos oyentes que estén interesados en profundizar sobre un tema. “En este momento cada uno (Javier y Doriann) hace su investigación, es la parte en que hay variedad de fuentes. Porque Javier tiene acceso a fuentes que conoce y yo, por otro lado, tengo como fuente principal el Diccionario de Historia de la Fundación Polar. Está disponible online y tras cada artículo hay una sección de bibliografía directa e indirecta, y bueno, así profundizo, buscando los libros que se utilizaron para escribirlo”, explica Doriann.

El comediante considera que el podcast, o Internet en general, es una gran herramienta para acercarse a la historia, y pone como ejemplo el programa de Arráiz Lucca o las publicaciones de Inés Quintero. Sí advierte que en la red puede haber una cantidad enorme de información incorrecta. “El asunto es ir a la fuente de primera mano”, subraya.

Con sus publicaciones en Instagram, Inés Quintero busca no tanto que la gente aprenda, sino que se sensibilice con la historia, pues el proceso de aprendizaje demanda más dedicación.

“Es insuficiente lo que puedes conseguir en las redes. Las redes seguramente te pueden abrir la perspectiva, la curiosidad, generar inquietud. Pero más que suplir las necesidades de aprendizaje de la historia, el propósito de este tipo de herramienta es despertar interés. Que la gente sienta que la historia es cercana”, explica la investigadora.

“Ningún espectáculo sustituye lo que pueden ser la reflexión, el aprendizaje, la profundización sobre procesos históricos, y sobre todo estas cosas que tienen un propósito más de entretenimiento en ningún caso tienen la finalidad de crear conciencia crítica sobre el pasado”, agrega.

Más que compartir una información en las redes, Quintero busca hablar de una preocupación o inquietud. Por ejemplo, continúa, el foco de La historia en su sitio, como se titulan sus reflexiones en Internet, es que las personas tomen en cuenta que pueden tener, sin darse cuenta, un encuentro con la historia mientras caminan por un lugar, como deja ver la profesora en su video sobre la Casa Amarilla. “La historia depende de lo que nosotros hagamos por tener conciencia de ella. Tú no resuelves el tema de la historia con un tuit, un podcast; es una manera de acercarte, de sensibilizarte, y de allí en adelante depende de ti lo que puedas adquirir, reforzar o comprender”.

Considera que no hay una forma absoluta para acercarse a la historia, pero sí señala que para ella la historia abre la posibilidad de establecer una posición crítica frente a lo que se dice o interpreta. “En la medida en que despiertas el espíritu crítico, lo despiertas frente al pasado y frente al presente también”.

Es una opinión similar a la del periodista, historiador y profesor Jesús Piñero, quien indica que aprender por medio de los podcast es una forma válida pero subraya que se debe contar con una buena guía. “El acercamiento al pasado si bien es libre, y el Internet es una excelente plataforma para eso, siempre se tiene que tener en cuenta que hay un método, una forma de mirar al pasado que los historiadores manejan y que el profesor, el docente de Historia o Geografía, en clase, también maneja”, explica.

No es solo acudir a Internet para obtener datos, sino que hay un proceso de comprensión de la historia. “La historia no es monolítica, no hay un solo discurso sobre el pasado, es parte de una interpretación, de la visión del historiador, de las fuentes a la mano, incluso depende la tendencia historiográfica a la que pertenece. Si eso no se tiene en cuenta, puede dar paso a la propaganda o la tergiversación”.

Considera que es necesario cuidar no caer en el anacronismo, es decir, mirar al pasado con ojos del presente: “La historia no te enseña a reivindicar ni juzgar. La historia no reivindica, porque ya pasó y ya. Nosotros no podríamos, por ejemplo, mirar al pasado pretendiendo hacer justicia en el presente”.


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