Caja de Fósforos Speranza
Foto cortesía

Hay una isla que se construyó de cero en los espacios semi abiertos de La Caja de Fósforos en la Concha Acústica de Bello Monte. Los reflectores de luz se instalaron en las columnas y los cables para el sonido salen de la sala principal en un complejo sistema de cableado. En el centro, en la fosa, hay una tarima hecha con tablas. No es un espacio típico para una obra de teatro y eso es lo que hace que la obra Speranza, basada en la novela de Michel Tournier, adaptada y dirigida por Orlando Arocha, sea una experiencia diferente que se presentará en sus últimas tres funciones este fin de semana a las 6:30 pm.

Desde que el público ingresa al espacio está en contacto con los actores que, vestidos como marineros de la embarcación Virginia, conversan entre ellos alrededor del escenario. Apenas el sol descienda con sus últimos rayos sobre las tablas, una mirada entre ellos será señal suficiente para empezar la función con una alegre tonada de marineros cantada entre aplausos y pisadas que marcan el ritmo.

El Virginia salió a altamar en septiembre de 1759. Robinson Crusoe (interpretado por Ricardo Nortier) deja que el capitán de la embarcación le lea las cartas para saber qué le depara el futuro. El tarot le predice su destino y, a través de las cartas del mago, el ermitaño, el bufón, el ahorcado y la rueda de la fortuna el público se entera de lo que vivirá Crusoe, un hombre que dejó a su mujer y sus dos hijos en casa en busca de un mejor futuro en el Nuevo Mundo.

Caja de Fósforos Speranza
La tripulación le lee a Crusoe las cartas | Foto Cortesía

El viento sopla con fuerza en los alrededores del escenario en perfecta sintonía con los efectos especiales. Los sonidos de los truenos resuenan en las bocinas del lugar mientras los 8 actores simulan una embarcación en medio de una tormenta con sábanas que representan al mar embravecido. Irremediablemente, el Virginia naufraga, la historia apenas comienza y en el recinto el viento aumenta como si fuera un personaje más de la pieza.

Crusoe fue el único sobreviviente de la tragedia. Inmediatamente se da cuenta de la soledad que lo rodea en ese islote cerca de la costa chilena. Entre el miedo y la ansiedad bautizó la isla como “Desolación”. Los primeros días resultan frenéticos para él: intenta construir una balsa, encuentra los restos del Virginia, descubre los cadáveres de sus compañeros y algunos objetos que puede usar. Se lleva consigo la pipa del capitán, un catalejo y una biblia envuelta en una manta.

Caja de Fósforos Speranza
Crusoe intenta no ceder a la locura en la isla | Foto Cortesía

No es consciente del tiempo que ha pasado. Cuando termina de construir su barca bautizada como “Evasión” se percata de que lo hizo demasiado lejos del mar y es muy pesada para trasladarla. Comienza una tormenta en la isla, su desesperación aumenta. En el momento en el que Ricardo Nortier exclama: “Dios, mándame una señal”, se escucha un fuerte trueno. En las tablas, los actores recrean una tormenta mientras, sobre el escenario, comienzan a caer las primeras gotas de lluvia. El público lo nota y sonríe: gracias al viento y los truenos reales se impone en el lugar la sensación de estar a la intemperie como Crusoe.

La tormenta aumenta su fuerza en La Caja de Fósforos, pero Nortier sigue su interpretación, cada vez con más dificultad. Se ve obligado a alzar la voz para narrar cómo Crusoe decidió no sucumbir a la locura. En esa isla desierta decide imponer un orden moral. “No se trata solo de sobrevivir, sobrevivir es otra forma de morir. Debo retomar las  riendas de mi destino y consumar sin soñar más las nupcias con mi implacable esposa, la soledad”, exclamó Nortier pero su voz suena apagada por la tormenta. Pide el micrófono para poder continuar así como continúa la lluvia.

Caja de Fósforos Speranza
La tripulación completa falleció en la tormenta | Foto Cortesía

Crusoe hace inventario de todo lo que tiene la isla y decide bautizar por segunda vez, ahora como Speranza. En ningún momento Nortier pierde la concentración aunque cada vez más personas del público miran al cielo, preocupados por la tormenta, la real. En la lona blanca que cubre el escenario la lluvia que cae con ímpetu se acumula el agua. Nortier sigue hasta que, finalmente, Orlando Arocha da la orden de parar. La función se detiene por lo cerca que está la lona de ceder y mojar al público que, en un primer momento, se muestra disgustado con que se detenga el espectáculo. En lugar de estar enojados por la experiencia, la agradecen.

“Yo les digo que Orlando tiene un contacto directo con Dios”, dijo la actriz Grecia Augusta Rodríguez entre los asistentes. Arocha la escucha y mientras todos intentan solucionar el tema de la lona a punto de ceder, le respondió: “¿Dios? Parece más cosa del diablo”.

La naturaleza responde

El elenco de Speranza sube al techo de La Caja de Fósforos para soltar la lona y dejar que el agua acumulada caiga sobre la isla construida en el centro de la fosa. Mientras, en el público, las personas comentan impactadas lo real que se sintió la experiencia. A nadie le importa que la función se haya detenido en medio de la historia.

“Lo más loco es que la lluvia encajó donde tenían que estar los efectos especiales. Yo pensaba: Dios mío, no puede ser tanta coincidencia. Hubiéramos seguido si no hubiera pasado lo del techo, pero bueno… Vivimos el aquí y el ahora, y esa es una de nuestras metas en La Caja de Fósforos: el teatro se construye aquí en este momento. Eso es muy importante, supimos incluir a la naturaleza, hasta que llegó un momento que fue imposible seguir”, contó Nortier.

Caja de Fósforos Speranza
Así terminó el escenario después de soltar la lona blanca | Foto Archivo

Como intérprete con una larga trayectoria reconoció que un actor nunca debe parar un espectáculo. Entre sonrisas dijo que estaba esperando que Arocha lo detuviera. “Vamos a ver hasta dónde llega él, pensé en escena”. Al director, por su parte, no le preocupa lo sucedido. Es la primera vez en la temporada de la obra, con la que celebran los 10 años de La Caja de Fósforos, que sucede algo tan extremo durante una función.

“Hemos hecho funciones fuera antes y lo más grave que había pasado es que llovió pero no tan fuerte, amainó y pudimos continuar. Pero este viernes 9 de junio fue tan fuerte que había peligro de mojar al público por completo y tuvimos que parar”, reconoció Arocha.

Así es el trabajo que ha realizado en los últimos 10 años la Caja de Fósforos: se sobreponen a las dificultades y las usan a su favor en esa isla construida con sus propias manos donde apuestan y seguirán apostando por el teatro.

Una obra de la naturaleza

Desde hace varios meses, Nortier y Arocha querían celebrar el aniversario de La Caja de Fósforos con la historia de Robinson Crusoe. El proyecto tuvo sus cambios, pero mantuvo la esencia de lo que querían lograr desde el principio. Arocha contaba con un diagrama de dónde colocarían cada uno de los elementos a utilizar y los actores respondieron bien a sus peticiones. El único cambio que hubo fue en el título. Al principio, querían llamar la obra Viernes, como el personaje de la historia, un prisionero de una tribu de caníbales que logra escapar y se encuentra con Crusoe.

Viernes es la primera persona con la que Crusoe tiene contacto y relación después de tanto tiempo en la isla. Al principio, es complicado el vínculo entre ambos por las dificultades del lenguaje. Sin embargo, después de un tiempo, ambos comienzan una buena dinámica que lleva a Crusoe a incluso intentar salvarlo de que lo vendan como esclavo.

Viernes, el primer contacto con otro ser humano de Crusoe | Foto Cortesía

“No nos terminaba de convencer ese nombre, se confundía con el día de la semana. Era como enredado. Nos preguntamos de qué estamos hablando en realidad con esta pieza. Notamos que estamos hablando de esa isla, una isla donde él llega y al principio piensa que es una isla maldita pero comienza a redescubrirse hasta imaginarla de una manera diferente. Speranza me pareció un título más apropiado para nosotros. El título de la obra responde a lo que más nos interesaba mostrar”, contó Arocha.

Tanto Nortier como Arocha coinciden al explicar que Speranza es una obra que habla de la naturaleza. Un texto muy profundo y filosófico, en palabras de Arocha, que tiene un componente literario importante pero, a la vez, la dosis de aventura que logra enganchar al público. “Trata de  ese hombre que se ve solo en una isla y que náufrago; a la gente le gusta mucho la simplicidad y a la vez la complejidad histriónica que hay de la obra”.

En el caso de Nortier, está seguro de que Robinson Crusoe será uno de esos personajes que lo marcará. Recientemente interpretó a Moliere, otro gran clásico de las tablas. Crusoe es muy diferente, asegura, pero el texto no deja de ser profundo y psicológico, es un personaje que le encanta porque está lleno de posibilidades.

Crusoe y viernes cuandof inalmente aprenden a llevarse mejor | Foto Cortesía

Sobre la tarima Crusoe pasa por la comedia, la filosofía, la locura e incluso el erotismo. Nortier está seguro de que será un personaje inolvidable para él como lo fue hace años Hamlet, otro personaje que lo marcó profundamente. “Crusoe está lleno de tantas imágenes que obviamente esto te cambia como ser humano. Pasar por estas experiencias de Crusoe aunque sea un texto de ficción te cambia. Yo salí pensando que el ser humano tiene que construir islas de protección porque si no, es muy fácil sucumbir a la locura; ese es el mensaje que me deja la obra”.

Reconstruirse para no sucumbir

Estar en un espacio semi abierto para interpretar Speranza le permitió reconocer al equipo de La Caja de Fósforos de lo que es capaz. Fue un proyecto que les dio más trabajo del que pensaron, pero no se arrepienten porque el público reconoce, agradece y valora el esfuerzo. “Después de haberlo hecho afuera pensamos: yo creo que deberíamos haberlo hecho en la sala, por qué nos pusimos a inventar. Pero como artistas siempre intentamos ir más allá de lo que hacemos”, confesó Nortier.

Domingo, el personaje que lo ayuda a narrar la historia | Foto Cortesía

Fue un reto hacerlo afuera, asegura. Para él ese espacio en el que actúa como Crusoe le resulta muy noble, interesante e íntimo. Como actor está “en un hueco y el personaje queda aislado. La relación con el público es: ustedes son superiores a mí porque yo estoy en una situación muy degradante como ser humano. Es muy rico actuar aquí. La experiencia resultó buena, el texto no ha cambiado pero nosotros sí hemos cambiado”, comentó.

Ante la problemática de la lluvia, Nortier sonríe: más nunca haremos teatro fuera de la sala. Sin embargo, también aseguró que el espectáculo impuso su espacio. “De cierto modo nos pidió que lo hiciéramos afuera. Parecen de esos espectáculos de los festivales internacionales de antes que venían y hacían las funciones en espacios semi abiertos y el público pedía experiencias diferentes. Todo eso es válido, el esfuerzo lo agradece el público”.

Una isla de esperanza | Foto Cortesía

No fue fácil el montaje de Speranza, tuvieron que hacer lo mismo que hace 10 años cuando La Caja de Fósforos era solo una idea. En ese entonces, armaron su pequeña sala desde cero, con sus propias manos y mucha ayuda de amigos del gremio. Mientras “la Caja”, como le dicen de cariño, comenzaba a tener sillas, luces y tarima, el elenco montaba y ensayaba la pieza Macbeth, la primera que presentaron. Con Speranza ocurrió algo similar: mientras ensayaban la obra, armaban la isla y la tarima de cero en los espacios exteriores del lugar.

Caja de Fósforos Speranza
Crusoe con Viernes en Speranza de la Caja de Fósforos  | Foto Cortesía

“Las complicaciones vinieron porque queríamos montar una obra que ya de por sí es bastante complicada, además había que montar un techo, reflectores, sistema de luces, sonidos, fue como construir un teatro de cero. Eso fue más o menos lo que pasó cuando construimos La Caja de Fósforos hace diez años. Construimos el teatro y construimos la obra. Aquí fue como repetir esa experiencia, fue como reconstruirnos. Imaginar una nueva isla, una nueva Caja de Fósforos. Veremos qué pasará con nosotros en estos próximos años”, comenta Arocha.

La Caja de Fósforos terminará la temporada de Speranza y continuará con sus talleres de formación, buscará los equipos para el Festival de Teatro Norteamericano y descansará después de tanto esfuerzo.

Arocha aseguró que se están planteando una Caja de Fósforos más abierta. “Queremos ver qué podemos hacer para hacer producciones con otras agrupaciones, mezclarnos más. Más mestizaje. Tenemos proyectos fuera de la Caja hechos por la Caja y tenemos espectáculos dentro, pero esos vienen de sorpresa”. Pero, sobre todo, seguirán haciendo lo que han hecho en la última década: apostar por el teatro y no sucumbir.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!