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Kristen Stewart en la premiere de la película Seberg, que inauguró el Festival de San Sebastián | Foto AFP

Janina Pérez Arias – San Sebastián

Las mujeres en la industria del cine, como en todos los ámbitos de la sociedad, no lo han tenido fácil. Ni delante y detrás de las cámaras. Hasta antes de ayer a las historias que giraban en torno a las féminas se les veía como un saco roto, con inmensas ranuras por donde se escurría el dinero invertido. Hasta hubo quienes osaron preguntarse: ¿a quién le interesa un cuento de mujeres?.

Sí interesan, y mucho, por lo que es significativo que el Festival Internacional de Cine de San Sebastián abra su 67° edición con historias protagonizadas por mujeres.

Por una parte, el filme inaugural, y que compite por la Concha de Oro, Blackbird (de Roger Michell y con Susan Sarandon) ahonda en las relaciones filiales y en la madre como el centro de una familia. Por otro lado está Seberg (de Benedict Andrews, presentada en la sección paralela Perlas), una película basada en la vida de la actriz y activista Jean Seberg (encarnada por Kristen Stewart), víctima de un descrédito hacia su persona orquestado por el mismísimo FBI.

Tanto Susan Sarandon como Kristen Stewart son actrices que se conocen por sus declaraciones y acciones contundentes; son mujeres que se han deshecho de mordazas, optando por desechar ser condescendientes para preservar el buen desarrollo de sus carreras artísticas. Ambas son pues dignas representantes de ese grito de guerra femenino, llámese empoderamiento o hartazgo.

Valientes 

Hay que recordar que a Sarandon se le vetó en la Academia (esa misma que otorga los Oscar) por sus posiciones políticas; mientras que Stewart ha tenido que lidiar con desaprobaciones por su sexualidad, para la menos poner uno de sus tantos frentes de batalla. Las dos, en su momento, eligieron sacar pecho ante lo rancio y la cobardía de los prejuicios.

“Mi segunda piel es el feminismo”, decía Kristen Stewart en rueda de prensa en San Sebastián cuando hablaba de su experiencia al encarnar a Jean Seberg. Guardando las diferencias y la época, Kristen jamás estuvo tan cerca de un espejo como con Seberg, viendo reflejada en cierta manera parte de su vida.

Al escuchar a Kristen Stewart, quien se inició como actriz a los 12 años de edad y alcanzó el éxito en estado puro por la saga Crepúsculo, es inevitable pensar en que tomó la opción correcta: quedarse en el circo, pero bajo sus propias condiciones. Y en este nuevo capítulo de su carrera, pronto también como directora, quién sabe si Marvel asumirá el desafío de ofrecerle el rol de una heroína gay.

En este inicio de festival, tan en sintonía con el #MeToo y los movimientos de reivindicación femenina en general, sí que se echó de menos a Susan Sarandon,  quien nunca ha bajado su puño de lucha, ni siquiera cuando saltó al vacío interpretando a Louise.

 

 

 

 


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