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Foto Gustavo Matute

En un país sin nombre, una comunidad de vecinos afronta la precariedad de los servicios públicos. Además, extraños accidentes afectan a las personas mayores y un detective con personalidades múltiples se encarga de investigarlos. Así transcurre la novela Ficciones asesinas de Krina Ber, una historia con ritmo de thriller por la que ganó la edición XIX del Premio Anual Transgenérico.

Ficciones asesinas destaca por una serie de aspectos estéticos y literarios que la convierten en una sólida pieza, de acuerdo con el jurado integrado por lo escritores Silda Cordoliani, Carlos Sandoval y Slavko Zupcic, ganador de la edición pasada. El manejo eficaz del tiempo, la intensidad narrativa y la estructura son algunos de ellos. Pero, sobre todo, este relato es la forma en la que Ber reflexiona, se divierte y mantiene la cordura en una ciudad envenenada por el caos.

«A veces olvidamos que cuando un gobierno está en guerra con sus propios ciudadanos el arma más eficaz que tiene es la imposición del absurdo como realidad. Cuando yo saco de contexto las situaciones cotidianas, un Metro que se para o el saqueo de un supermercado, se destaca el absurdo. Para mí, el absurdo que imponen como arma contra el ciudadano es uno de los temas fuertes de la novela», afirma la autora polaco-venezolana, que en 2015 ganó el Premio de la Crítica mención novela por su libro Nube de polvo.

«Supongo que Ficciones asesinas ganó por los temas que subyacen a la trama policial. Por ejemplo, el contexto de la vida en un país totalitario», agrega Ber. La también arquitecto reveló que para escribir esta obra escogió una distopía que no es la de Venezuela porque, subraya, «ya estamos saturados de literatura testimonial».

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Krina Ber lee fragmentos de Ficciones asesinas | Foto Gustavo Matute

El juego ficcional

Krina Ber tardó 10 meses en escribir Ficciones asesinas, inscrita en la XIX edición del premio bajo el seudónimo El cangrejo, una referencia a una tira cómica de Mafalda. La autora, con dificultades para planificar sus relatos antes de comenzarlos, confesó que llevaba 140 páginas y aún no sabía cómo acabaría la historia.

Krina Ber

«La última novela que escribí fue Nube de polvo, en 2015. Desde entonces intenté escribir cuentos. Cuando estaba escribiendo uno de los relatos, mi escritura empezó a crecer. No lo planeé, hubiera querido saber qué estaba escribiendo», cuenta la novelista nacida en Polonia en 1948 y que vino a Venezuela en 1975.

Para ella, lo más difícil de este proyecto fue entender hacia dónde la estaba conduciendo la escritura y el juego con la ficción que tanto le divertía. Pero eso no le impidió terminar una obra a la que considera especial y diferente al resto de su narrativa.

Ficciones asesinas tiene un reflejo de la forma en que la autora entiende el mundo. «El diario de Elizabeth Rosenberg tiene muchos fragmentos del mío, muchas veces escribo este registro para mantener la cordura. Usé estos escritos fuera de contexto», comenta.

Un escritor en Venezuela

La autora es una sobreviviente más de la crisis del país. «La situación de un escritor de tercera edad es mejor que la de cualquier otra persona mayor en este país porque la crisis es terrible», dice.

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La autor ganó en 2015 el Premio de la Crítica | Foto Gustavo Matute

En cuanto a la literatura venezolana, Krina Ber considera que actualmente los mejores libros de narrativa se están editando  fuera del país. «En el país solo nos quedan los grandes poetas como Rafael Cadenas o Yolanda Pantin. Pero, desde el punto de vista de la narrativa, los mejores libros se está haciendo afuera», afirma.

La escritora señaló, por ejemplo, el trabajo de narradores como Juan Carlos Méndez Guédez, Gabriel Payares, Israel Centeno, Rodrigo Blanco Calderón, Karina Sainz Borgo o Fedosy Santaella. Y concluye: «La actual literatura venezolana da una mezcla de experiencias de emigración con experiencias traumáticas que se viven en este país».


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