Juan Landaeta
Foto Archivo

Juan Luis Landaeta es un artista plástico venezolano curioso e inquieto como los trazos de las 12 piezas que conforman su tercera exposición, Unwritten. En 2017 le llamó la atención la reacción del público con su primera muestra, Jardín Desierto, que expuso en Brooklyn. Desde entonces, se concentró en crear obras que se conviertan en una experiencia y posean, además, un hilo narrativo.

El también músico y poeta caraqueño de 30 años de edad inauguró su tercera muestra individual el 21 de noviembre en la Mehari Sequar Gallery de Washington. Con dos exposiciones previas en su haber, Jardín desierto (2017) y La identidad de la línea (2019), el artista explora en sus piezas diferentes elementos artísticos que le interesan como el ritmo, el formato, el material, el silencio, las líneas, el desbalance, entre otros.

Para Landaeta sus tres exposiciones están relacionadas y cada una muestra la evolución de sus intereses. «Mis obras nuevas reúnen dentro de sí mismas todo lo que las precede. Es imposible romper total y absolutamente con lo que hice anteriormente», afirma Landaeta.

En Jardín desierto (2017) exploró la noción geométrica de los objetos, la calidad expresiva de la caligrafía y la abstracción geométrica. Seguidamente, se planteó romper con la forma y centrarse en la exploración expresiva de la línea. Esta fue en una serie llamada «Milán» que incluyó en La identidad de la línea (2019).

Esta segunda exposición fue, además, una de las ocho seleccionadas dentro de un centenar de artistas que participaron en la convocatoria del Banco Interamericano de Desarrollo en Washington.

Con la convicción de que las obras conversan entre sí y buscan su propio espacio para estar, el venezolano expone ahora Unwritten donde experimentó cómo expresar lo insuficiente y lo inestable a través del ritmo y el manejo del material.

El silencio de las nebulosas

Las doce piezas que conforman Unwritten poseen un movimiento propio expresado con pocos elementos que se sustraen en su propia nebulosa. Los lienzos, además, fueron pintados entre 2018 y 2019 como un conjunto que formó parte de la línea de gran formato en la que el artista trabajaba.

La mayoría de las piezas son horizontales. «En Unwritten quería mostrar cómo avanzó mi exploración con el silencio. Empecé a hacer una serie en la que todas las obras tenían un fondo negro con la intención de delimitar donde ocurre la obra. Luego empecé a contraerlo hasta que se convirtió en formas geométricas, las cuales operé con el yeso blanco y equilibré con los toques de color», explica Landaeta.

Las piezas, también, son el intento de decir algo, olvidarlo y lo que se termina diciendo. Este es un proceso que le resulta fascinante a Juan Luis Landaeta. «Lo negro representa la idea objetiva de lo que se dice y la parte blanca es como si se velara ese mensaje. Esta interacción se suma al ritmo y a cierto guiño caligráfico, lo que relaciona estas obras con la escritura», afirma el artista.

Juan Landaeta
Unwritten de Juan Landaeta. Foto Archivo

Cada diez centímetros ocurre algo distinto en los lienzos que no se rigen por una formación lógica sino que optan por la confusión. El artista se apoyó en su conocimiento del material para explorar la inestabilidad que puede generar la obra al incorporar el yeso y la tela. «El material se convierte en la pasta del lenguaje. Me interesa lo que se puede percibir sin que se llegue a dar el mensaje de forma concreta», comenta Landaeta.

Como artista plástico, Landaeta trabaja en serie al igual que como lo hizo con sus libros Litoral central (2015) y La conocida herencia de la forma (2016). Para 2020, el venezolano espera poder publicar dos libros y exponer su trabajo artístico en México, Miami y Caracas.

Centrado actualmente en investigar cómo interactúan las obras artísticas entre sí, Juan Luis Landaeta continúa creando, evolucionando y transformando su arte en silencios, atmósferas, colores y caligrafías. Su última muestra, Unwritten, se expondrá en Washington hasta el 21 de diciembre.


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