Los fanáticos hacen fila para rendir homenaje al fallecido cantante mexicano José José en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México | Foto AFP

Entre aplausos, lágrimas y al grito de «¡sí se pudo!», miles de mexicanos recibieron este miércoles las cenizas del cantante José José a su llegada al Palacio de Bellas Artes. En el recinto el gobierno y sus admiradores pueden finalmente homenajear al llamado «Príncipe de la canción».

Su arribo ocurre tras más de una semana de problemas familiares para definir el destino de sus restos.

Un féretro brillante, con matices dorados plateados, se puso justo al centro de la majestuosa escalera principal del palacio. Se rodeó de arreglos de flores y de un gran cartel con la imagen del cantante mexicano y la frase «José José, qué triste fue decirnos adiós», primer verso de «El triste», la más reconocida de sus interpretaciones.

«No tengo palabras, son sentimientos encontrados pero lo pude venir a ver, es lo principal», dijo entre lágrimas Araceli Segura, una mujer de 52 años que llegó al recinto acompañada de su hija.

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«Siempre vivirá en nuestros corazones, siempre», agregó Segura, una entre miles de admiradores que desfilaban por contados segundos frente al féretro y que aprovechaban para tomar fotografías y hacer videos en el velatorio de honor.

«Fue muy breve, pero con eso tenemos, es conmovedor», dijo Guillermo Reséndiz, de 43 años, quien, como otros, salía con los ojos llorosos y portando fotografías del cantante, mientras de fondo sonaban interpretaciones en vivo de sus grandes éxitos.

«Ya está en su patria»

Antes de abrir las puertas a los admiradores, el ingreso del féretro provocó una inmediata ovación de los invitados de honor, principalmente familia y autoridades.

En la primera guardia de honor junto al ataúd estuvieron sus hijos mayores, José Joel y Marysol Sosa, junto a su madre Anel Noreña, su segunda esposa. Un ensamble de músicos de la Orquesta Sinfónica Nacional y cuatro cantantes líricos ejecutaban «La nave del olvido», uno de sus primeros éxitos.

En la segunda guardia, destacó la presencia de la alcaldesa de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, y de la ministra de Cultura, Alejandra Frausto.

Unas dos horas antes, un avión militar mexicano, facilitado por el gobierno para trasladar los restos desde Miami, Estados Unidos, aterrizó en el hangar presidencial de Ciudad de México.

«Hemos traído de regreso el corazón de nuestro adorado príncipe de la canción, de mi papá, ya está en su patria, muchas gracias a todos», dijo José Joel.

Una carroza fúnebre de modelo clásico, escoltada por policías en motocicletas, trasladó los restos desde el aeropuerto hasta Bellas Artes.

El cuerpo de José Rómulo Sosa Ortiz, su nombre real, fue cremado el martes en Florida y divididas sus cenizas entre los hijos mayores y su media hermana menor, Sarita, que tuvo con su tercer esposa, la cubana Sara Salazar.

También se realizará una misa en la Basílica de Guadalupe.

El cortejo fúnebre podría pasar por Clavería, un barrio de clase media de la capital donde nació y vivió José José y donde hay una estatua en su honor, convertida en escenario de espontáneos homenajes.

Sus restos serán depositados en un panteón capitalino junto a los de su madre, que fue pianista.

Última voluntad

La última voluntad del «Príncipe» habría sido ser cremado. José Joel y Marysol acordaron con Sarita y su madre dejar la mitad de las cenizas en Miami, donde falleció el 28 de septiembre, a los 71 años.

Hijo de un cantante de ópera, José José es considerado la voz más privilegiada entre los intérpretes mexicanos.

Adoptó su nombre artístico tras la muerte de su padre, en 1968, también llamado José. Labró una carrera de más de 50 años y vendió más de 100 millones de discos.

Su vida estuvo marcada por el alcoholismo y perdió su privilegiada voz, al grado de apenas poder hablar. También padeció cáncer de páncreas, lo que minó severamente su estado físico.


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