Leer Play B es lo más parecido a una sobremesa con su autor, que llega a la casa de un amigo a contar apasionadamente y con el entusiasmo del deslumbrado las aventuras vividas. José Balza alimenta las páginas del libro con numerosas experiencias en las que el género del ensayo comparte espacio con la crónica, así como con algunos ejercicios literarios y con otros autores.

La música, la literatura, la historia, los vínculos surgidos gracias al oficio, los clásicos de la expresión artística y el cine son algunas de las pasiones sobre las que reflexiona el autor en esta publicación de la Fundación para la Cultura Urbana, que se presentó la semana pasada.

—¿Qué prevaleció en la selección de los textos publicados?

—Cada vez estoy más inclinado a creer que la escritura, aunque se realice en la actualidad, solo ocurre en el futuro. Siempre escribí para catálogos de pintores, para discos, prólogos. Cosas que deberían durar un día, unas semanas. Aquí tienes mi Chavela Vargas y esa visión de Platon (sin acento, por favor) como novelista: ambos de 1962; tienes el diálogo con Ramón Piñango de 2012. Y mucho más. Creo que el conjunto puede atraer hoy, dar curiosidad, alegría, sugerencias. Ha permanecido. Esto quiere decir que todo está siendo escrito en este momento. Prevaleció la necesidad de sintetizar.

—Varios escritores venezolanos han publicado recientemente diarios escritos hace varios años. En su caso, no hablamos de un diario. ¿Busca usted que el lector compare épocas y movimientos culturales o simplemente rememora tiempos pasados?

—Creo que no soy capaz de publicar diarios. No lo sé. Es más, en lo que aquí se recoge nada es autobiográfico, excepto el proceso de sopesar y pensar. Escribí un ensayo, Pensar a Venezuela, tratando de mostrar que únicamente hemos sido coherentes en la creación intelectual: música, literatura, etc. Lo demás, política, ética, civilidad, expele incoherencia, interrupciones.

Todo pasado es futuro, dijo Eliot. Ambos se intercambian y me interesan.

—La mayoría de los escritos de Play B fueron hechos entre los años ochenta y noventa. ¿Qué pasa en los años más recientes? ¿Podría hablar del mismo goce, del encantamiento y la admiración por la cultura más reciente?

—Como te dije, era necesario sintetizar. Para un libro misceláneo, tenía mucho que excluir. Si el lector es atento podrá encontrar aquí a Juan Carlos Chirinos, Lena Retamoso, Roberto Martínez Bachrich, Carlos Sandoval, María Ramírez Delgado, Juan Carlos Méndez Guédez, Manuel Aristimuño, Alirio Infante, Toni Montesinos. Todos del siglo XXI en adelante. Voy leyendo con detenimiento a los nuevos autores. Y en este momento cuento con dos guías extraordinarias para acercarme a ellos: Nuevo país de las letras y Nuevo país musical,compiladas por Antonio López Ortega en ediciones de Banesco. Son verdaderas enciclopedias, muy valiosas.

—¿Es el libro también un elogio a las amistades cultivadas?

—“Tener amigos: el segundo ser”, dice mi amado Baltasar Gracián. He vivido rodeado de hombres y mujeres notables. Merecen gratitud, elogios y una copa.

—¿Considera que hay arrepentimiento por lo que se dejó a medias o no se realizó? Me refiero a lo ocurrido con Julio Cortázar. Cualquier persona que lea se preguntará las razones por las que no le llevó sus publicaciones.

—No lo hice porque lo admiro de verdad.

—¿Ve todavía tan desvanecido el mundo diario en comparación con el mundo literario?

—Aunque me nutro de él, ahora más que nunca.

—¿Busca salvación en el mundo literario?

—No. Lo literario contiene la realidad en su más exacta, misteriosa y duradera expresión. Un escritor nunca busca salvación.

—Hace tres años aseguró que una de las fallas de la democracia en el país fue que no estimuló la claridad del lenguaje y la inteligencia. ¿Advierte preocupación por reparar esa falla?

—Permíteme responder con estas frases que escribí entre abril y mayo de este año: “Sísifo es el vigilante de la democracia”. “Quizá sea un principio básico de lo humano: separar, separarse de lo que es único”. “Y la política es, hasta en aquello que pasa desapercibido, la grieta ideal para iniciar o lograr la separación”. “Dividir lo unitivo, en arte y en otras facetas del conocimiento, estimula la creatividad. En política puede producir debilidades, impotencia, sometimiento”. “Tolerancia. Democracia. Libertad. Autoritarismo. Dictadura. Tiranía. ¿Sabes a cada minuto dentro de cuáles de estas palabras vives?”. “Para lo social necesitamos líderes que nos representen, pero que no sustituyan lo que somos”. “Si un gobernante miente una vez no puede seguir gobernando”. “Los militares deben ser convertidos en trabajadores humanistas”. “La ignominia política puede causar tan grande descontento que parecería, por momentos, habernos hecho perder la capacidad de pensar”. “Ante esa incertidumbre personal hay que volver con rapidez a las ideas y buscar aquellas que se asienten sobre el derecho y la libertad”. “La democracia es flexible, pero su estructura requiere de bases extremadamente sólidas y nítidas”. “Las leyes deben ser tan claras y elementales que no necesiten de interpretaciones”. “En nuestros tiempos, la palabra democracia (como principio y método de vida social) debe convertirse en el centro del lenguaje, de toda comunicación y acción”. “Tarea inmediata e incesante: enseñar democracia”. “Democracia es estar siempre (aun en los sueños) ante otras personas. Para equilibrar, aceptar, resolver lo relativo a las diferencias”. “Sísifo culmina, perfecciona su tarea. Entonces la rehace, idéntica y distinta, en un tiempo diferente. Así vive la democracia”. “Libertad: comida completa y diaria; dormir adecuadamente. Ejercer lo humano en su sana plenitud”.

—¿Por qué considera que es un testigo privilegiado del submundo de la cultura? ¿Por qué lo llama submundo?

—Permíteme aclarar. Esa frase forma parte de una conversación radial con César Miguel Rondón acerca de este libro. Se refiere a que bajo el esplendor de la cultura, como lo expongo en Pensar a Venezuela, también subyacen sombras y torpezas. Es lo humano. Soy un testigo privilegiado porque hace décadas, Meneses, Otero, Sadel, así como Gladys Meneses, Aglays Oliveros, Ana María Mazzei, María Fernanda Palacios y María Elena Huizi, por ejemplo, me permitieron estar cerca de ellos e intentar comprender sus obras. Soy privilegiado porque hoy Gerardo Gerulewicz, Silda Cordoliani, Ernesto Pérez Zúñiga, Nelson Garrido, María Elena Ramos, Julio Bolívar, Wilfredo Carrizales, Carmen Ruiz Barrionuevo, Will Corral, Francisco Javier Pérez, Xiomara Moreno, Juan Francisco Sans, Horacio Biord y otros me dejan escucharlos. Todo esto, y más, bien puede ser concebido como esplendor. El inframundo en nuestra “cultura” viene de Miraflores y de Lady Macbeth.


“Cada vez son más tontos”

El escritor José Balza nació en Tucupita, en 1939, y asegura que lee con fruición en estos días sobre el físico estadounidense Kip Thorne, quien es seguidor de Albert Einstein y ha obtenido los premios Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica y el Nobel de Física. “Leo sobre ondas gravitacionales, kilonovas… A mi manera de ver, él es capaz de fusionar la ciencia con el arte, como puede notarse cuando asesora a Christopher Nolan para la extraordinaria película Interestelar. Los chicos que dan el Nobel de Literatura cada vez son más tontos. En cambio quienes lo otorgan en las disciplinas duras son admirables: lo evidencian con Thorne”, asegura el autor de libros como Ensayo y sonido, Percusión, El doble arte de morir, Los siglos imaginantes, Un hombre de aceite, La mujer de la roca y Un Orinoco fantasma.

Balza es doctor honoris causa de la Universidad Central de Venezuela. En 1991 recibió el Premio Nacional de Literatura. Aunque se considera una persona de hablar poco, suele ser tajante cuando expresa cualquiera de sus opiniones. En 2014, cuando fue homenajeado en el Festival de la Lectura Chacao, dijo: “Se permitió que políticos de la cuarta dieran acceso a políticos de la quinta, ignorantes, que no tienen ni palabra. Este fenómeno de la simple palabra es el más profundo de la inteligencia”.


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