Drexler en un
Foto: Ezequiel Carías

Aunque su concierto estaba programado de principio a fin, Jorge Drexler no quería despedirse del público que lo recibió anoche en la Concha Acústica de Bello Monte, luego de 10 años sin venir a Venezuela. El cantautor uruguayo regresó dos veces al escenario, la primera por ese tradicional jugueteo entre artista y espectador para que el concierto no se termine y la segunda porque era muy consciente de las ganas de la gente de escucharlo.

La última vez que regresó, al grito de «¡otra más y no jodemos más!», Drexler se puso de rodillas para agradecer los aplausos, como hizo al principio de un show minimalista en el que había ocho músicos en tarima, cuatro mujeres y cuatro hombres, él incluido. El uruguayo se muestra lo más natural posible en escena, se permite conversar con alguien que esté cerca o se ríe cuando sabe que lo que está diciendo o cantando puede sonar chistoso.

Drexler en un
Foto Ezequiel Carías

De ahí que la despedida haya sido larga. El último tema, «Amor al arte», el número 26 de la noche, lo interpretó con la orquesta en el centro del escenario como si se tratara de una fiesta que se acerca al amanecer. Los músicos ya estaban desmontando los instrumentos cuando Drexler dijo: «Permítanme hacer una más que tenemos muchas ganas». Una más y bailes de sus coristas y la percusionista, una más pero que Jorge explique la canción como hizo con otras, y cumplió.

«Si algo nos enseñó la pandemia es que no somos más que un bicho cualquiera, como las ranitas que suenan aquí alrededor. Esa lección creo que no la hemos aprendido como especie, pero lo importante es aprender que no somos el centro de nada ni el centro del Universo. El planeta es chiquito. Entonces estaría bueno entender que el planeta no nos pertenece y que debemos aprender a vivir con él con cierta humildad», expresó el uruguayo sobre «Amor al arte», una canción que, por su título, parece romantizar la idea de vivir sin dinero, y en realidad reflexiona sobre darle valor a las cosas por afecto más que por un precio.

Drexler en un
Foto Ezequiel Carías

El concierto justamente comenzó con los afectos. Antes de que Drexler apareciera en escena, se reprodujeron varios audios enviados por WhatsApp de Alejandra Melfo, prima venezolana-uruguaya del cantante, astrofísica, profesora e investigadora de la Universidad de Los Andes y una importante colaboradora de su trabajo. En los mensajes se explicaban los orígenes del amor y su evolución para dar paso a la canción «El plan maestro», en la que el uruguayo cuenta cómo fue la invención del amor y el sexo.

«Cansada ya de dividirse sola, vio con buenos ojos a otra célula vecina. Decidió mezclarse, aprendió a reírse y nació aquella historia del huevo y de la gallina. Sin saberlo había inventado el amor y el sexo», dice parte de la letra del tema, que forma parte de su muy premiado disco Tinta y tiempo.

Foto Ezequiel Carías

Tras tocar «Deseo», Drexler reconoció que se sentía emocionado por volver a cantar en Venezuela después de una ausencia de 10 años. Explicó que, a pesar del tiempo, el país siempre estuvo en él de alguna manera puesto que en muchos de sus conciertos se encontraba con venezolanos entre el público. «Estoy contento de estar en este lugar precioso. Tres discos en 10 años, y en 10 años no he tenido nunca la sensación de que Venezuela no haya venido a mí. No importa la ciudad del mundo, siempre ha estado el espíritu de Venezuela allí donde van».

Su presentación también sirvió para que una pareja ubicada en el área VIP se comprometiera. Al terminar «Cinturón blanco», el cantante se acercó preocupado al borde de la tarima para preguntar si estaba todo bien y se dio cuenta de que se trataba de una petición de matrimonio. «Aquí delante tenemos gente que le tiene fe al amor. Él ha puesto la rodilla en la tierra, ella está emocionada, pero no se sabe si dio el sí o no. Parece que sí. Un aplauso grande. Hay gente con fe en el amor», expresó el cantautor, quien bromeó con que podía ser el oficiante de la unión porque estaba completamente vestido de blanco.

Foto Ezequiel Carías

El momento le hizo recordar que el siguiente tema, «Corazón impar», habla de la importancia de mantener la individualidad en las relaciones, pues, dijo, nadie debe ser complementado por otro porque todos están completos al nacer: «En vez de media naranja, que sean dos naranjas enteras que deciden compartir el tiempo».

Sin embargo, la canción posterior, «Fusión», del año 2004 y que habla de un amor más obsesivo, tiene como primer verso la pregunta «¿Dónde termina tu cuerpo y empieza el mío?», lo cual le hizo recordar que a medida que pasa el tiempo se va cambiando la visión que se tiene de las cosas, el amor entre ellas: «No sé cuál de las dos es más recomendable. Cada uno elegirá, no sé si son antagónicas o si habrá una tercera que terminará definiendo esto».

Foto Ezequiel Carías

Era diverso el público que acompañó a Drexler en Bello Monte. Personas que superaban los 60 años, otras en sus 40, en sus 30, incluso menores. En la mayoría de los temas el público estuvo de pie cantando o bailando. El músico contó con una asistencia que coreó siempre con él, en algunos momentos más que en otros.

En canciones como «Fusión», «Inoportuna» o «Me haces bien» lo acompañó el público. No tanto en otras más recientes, como «Asilo» o «Tinta y tiempo», pero la emoción se mantenía. Si alguien no se la sabía, la tarareaba o la bailaba.

El maraquero Manuel Rangel | Foto Ezequiel Carías

El performance de «Tinta y tiempo», por cierto, fue uno de los más especiales de la noche. Canción que habla sobre el proceso de componer y producir música, Drexler la conjugó con luces rojas y blancas como una manera de representar lo dura que puede resultar la labor creadora. Dice parte de la letra: «Y al final, siempre ando a tientas, sin brújula en la tormenta. Pero tras el desaliento, cada cuento, si ha de pintarse, se pinta».

Es tan amplio el repertorio del uruguayo que rapeó en inglés durante «¡Oh, algoritmo!», un tema de tono irónico en el que presenta a un compositor que le pregunta a un algoritmo cómo debe crear música. Ese fragmento del rap en la versión original lo interpreta la israelí Noga Erez, pero en el show el uruguayo se hizo cargo pidiendo en broma que el momento se quedara en el concierto y no saliera a las redes sociales.

Foto Ezequiel Carías

No se retiró el cantante sin dedicarle temas a Venezuela. Uno de ellos fue «Despedir a los glaciares”», el cual escribió con su prima Alejandra Melfo y que hace referencia a que falta muy poco para que desaparezca el glaciar del Pico Humboldt. Melfo le explicó a Drexler que entre todas las generaciones que han visto el glaciar esta será la primera que verá su extinción. Por eso el uruguayo considera que también corresponde despedirlo: «Esta canción hace tiempo que no la tocamos, pero quiero tocarla aquí porque estamos en Venezuela. Se la dedico a Venezuela y al glaciar que se nos va dentro de poquito».

Al terminarla, recordó que alguien en Argentina le dijo que le parecía que el tema era una manera de resignarse. Sin embargo, Drexler reflexionó que ante el calentamiento global hay que tener en cuenta que la naturaleza ocupa un lugar afectivo en la humanidad, por lo que es como un ser querido al que quiso dedicarle esta canción.

Foto Ezequiel Carías

Del maestro Simón Díaz, uno de sus compositores preferidos, tocó una versión de «El loco Juan Carabina». Para él, el autor de «Caballo viejo» ha sido el artista que mejor le ha cantado a la Luna. Aprovechó Drexler para referirse al satélite de la Tierra porque anoche había Luna llena, y se le quedó mirando en varias ocasiones, como también mencionó la naturaleza que rodea a la Concha Acústica y sus ruidos.

Cuando vino el momento de interpretar «Bolivia», que cuenta cómo su papá escapó con su familia de los nazis migrando a Bolivia, afirmó que la historia es circular porque Venezuela en el pasado recibió a migrantes que huían de las dictaduras o las guerras y hoy día millones de venezolanos están en distintas partes del mundo por la crisis provocada por el chavismo.

Foto Ezequiel Carías

“De la misma manera que en los 70 Venezuela recibió gente de Uruguay por la dictadura, hoy nos toca a nosotros recibir a casi 7 millones de venezolanos viviendo en el extranjero. Para que vean que la historia es circular. Bolivia le dio asilo político a mi familia que huía de los nazis. La historia es circular y Venezuela lo sabe perfectamente», dijo Drexler.

Drexler también interpretó «Telefonía», «Sea», «Bailar en la cueva», «Movimiento», «Todo se transforma» y «La luna de Rasquí», con la que volvió a hacer referencia a la Luna y Venezuela. Es una canción que se le ocurrió cuando viajó al cayo Rasquí de Los Roques, donde, en un momento en que había bebido bastante, se acostó en la arena blanca y se le quedó mirando a la Luna y se imaginó que le hablaba. «La Luna me decía: ‘Jorge, ese espacio de arena blanca en que estás tumbado es un punto ciego de las penas’. ¡Y wow! Qué buena idea para una canción en autoría con la Luna».

Foto Ezequiel Carías

«Esa canción, ‘La luna de Rasquí’, la incluimos en un disco y me di cuenta de que ese punto ciego no eran solo esos metros cuadrados de arena blanca en Los Roques, sino un lapso de tiempo, un punto ciego, como estas dos horas que tenemos entre las montañas de Bello Monte. Ese punto ciego de la pena lo hemos construido con ustedes», dijo el cantautor.

Era la canción número 22 y el público ya intentaba postergar la despedida. ¿El deseo? Que no pasen otros 10 años.


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