A John Lange le encantaba trabajar. Durante su vida diseñó cientos de portadas, libros, revistas, catálogos, carteles y logotipos y fue director artístico de importantes publicaciones como la Revista Nacional de Cultura, el semanario Imagen y la revista M.

Una característica marcó su trabajo: la estética.

Así lo sintetizó la periodista y poeta Miyó Vestrini, en 1973: “El diseño gráfico de John Lange propone, al lado de la obra de Leufert y la de Nedo, una tercera opción. Ya no se trata de buscar el signo más eficiente, como hace Leufert, ni de forzar el diseño hacia un hermetismo que, sin embargo, siga señalando determinada imagen, como hace Nedo, sino de librar la batalla por el diseño gráfico dentro del campo de la estética”.

El diseñador, nacido en abril de 1931 en Caracas, falleció el martes a los 87 años de edad, luego de haber batallado contra un enfisema pulmonar que le aquejaba.

Por sus manos pasaron ejemplares como Arte colonial de Venezuela, de Carlos Duarte; La obra de Armando Reverón, de Alfredo Boulton; Así con las manos, de Barbara Brändli, y Billetes de Venezuela, de Richard Rosenman.

La crítico de arte Marta Traba escribió sobre su concepción estética: “Lange no tiene una visión de artista transferido al diseño gráfico sino, por el contrario, tiene una visión inalterablemente gráfica que intenta ser súper estética. Se pasa de bando, es decir, se pasa del bando de las artes gráficas al de arte a secas, pero se pasa con todo su bagaje de diseñador gráfico: o sea, que no pierde de vista ni la necesidad de la función, ni el valor de la síntesis, ni la obligación de evocar lo que quiere indicarse por analogías o por oposiciones. Tiene el ojo certero y la vocación específica de diseñador gráfico”.

Pedro Quintero, quien por varios años fue su asistente, recuerda el libro Sistema nervioso, de Barbara Brändli y el dramaturgo Isaac Chocrón. “Esa publicación es una referencia en el área del fotolibro, sobre todo en América Latina. Quizás es una de las más importantes que se han hecho”, afirma.

Además, realizó carteles para el teatro, como el de la obra La máxima felicidad, de Isaac Chocrón, dirigida por José Ignacio Cabrujas, entre tantos otros.

En junio de 2007, se realizó en la Sala Trasnocho Arte Contacto una exposición de su trabajo, titulada Reseña de una estética personal. Allí mostró su extensa obra, tanto editorial como museográfica y escenográfica. “Yo tuve la suerte de recoger, mediante el diseño, una serie de testimonios. Efectivamente, se trata de un recorrido histórico de lo que ha sido nuestro país, de una Venezuela que se nos fue”, expresó en aquel momento.

“Lo más importante de la exposición es que puede abrir caminos para que los nuevos diseñadores muestren su trabajo. Es momento de que el diseño venezolano se tome más en cuenta, pues es uno de los más notables de América. Existe el Premio Nacional de Artes Plásticas, el Premio Nacional de Fotografía, pero se ha descuidado el diseño gráfico”, agregó el creador.

Lange fue uno de los fundadores, en 1964, del Instituto de Diseño, la primera academia de la profesión en Venezuela. En 1982, la institución se encontraba en una situación crítica luego de que la Fundación Neumann pasara todo el apoyo que le brindaba al Instituto Nacional de Capacitación. Ese año, el diseñador asumió las riendas para levantar la escuela. “Para mí significa un gran reto, porque tengo una gran vocación de servicio para llevarlo adelante y lograr que se convierta finalmente en un centro de formación profesional de óptimo nivel”, indicó el artista en una entrevista con la actitud comprometida que lo caracterizaba.

De su personalidad, su compañero de vida, el maestro de danza José Ledezma, menciona que era preciosista y correcto. “Era muy meticuloso. Tenía mucha exactitud para las cosas”, dice.

La diseñadora Carolina Arnal, que estudió en el Instituto de Diseño cuando Lange era director, recuerda que tenía mucha vocación para formar a sus estudiantes. “Él se llevaba a sus pupilos a trabajar con él”, señala. Añade que era una persona amena en el trato y muy respetuoso.

Quintero agrega: “Tenía humor y era un caballero. John fue el diseñador gráfico clásico contemporáneo más importante del siglo XX, caracterizado por una estética significativa. El jamás se hubiese podido casar con una moda”.


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