Janelle Monáe
Foto Archivo

La última entrega de los Oscar, que parece haber sucedido décadas atrás -solo pasaron tres meses- por segunda vez no tuvo anfitrión. La encargada de abrir la ceremonia fue Janelle Monáe, una de las voces más singulares de la música negra norteamericana, a quien la mayor parte del público global seguramente estaba escuchando por primera vez. En un número musical que rendía homenaje a películas ignoradas por la misma entrega que estaba inaugurando (como Midsommar, Rocketman o Yo soy Dolemite), esta enérgica cantante desplegó una coreografía que tomó el Dolby Theather por asalto, hizo cantar (mal) a las figuras de la primera fila como Tom Hanks, Leonardo Di Caprio y Brad Pitt, lanzó las ineludibles bromas sobre el exceso de hombres blancos que veía entre los nominados y se presentó como una «artista negra y queer».

La cantante ciertamente no era una cara desconocida. Tiene una trayectoria artística de más de una década y cuatro discos unánimemente elogiados por la prensa especializada. Aunque su último álbum, Dirty Computer (2018), debutó encabezando los charts de R&B, su música por el momento no tiene la misma repercusión en el público general, acaso porque no resulta inmediatamente accesible (todos sus discos son parte de una saga conceptual inspirada en Metrópolis, la obra maestra del cine mudo alemán dirigida por Fritz Lang).

Una mayor exposición vino con sus recientes trabajos como actriz, en películas expertamente seleccionadas, en especial Talentos ocultos y Luz de Luna, dos de los filmes más premiados de los últimos años que precisamente tratan, aunque de modos diversos, de la experiencia negra y queer en Estados Unidos. Otros roles mostraron el mismo cuidado en la elección: participó de Harriet, una biografía de la activista Harriet Tubman, militante nacida en la esclavitud que dedicó su vida al rescate de otros esclavos, y The Glorias, la historia de la icónica líder feminista Gloria Steinem. Recientemente fue elegida para reemplazar a Julia Roberts al frente de la serie Homecoming, que hoy estrenará su misteriosa segunda temporada en Amazon Prime Video. Pero su mayor fama, en especial entre la audiencia joven, acaso provenga, como suele suceder, de la revelación de su romance con la actriz Tessa Thompson, más o menos confirmado en el videoclip de su track «Pynk» (perteneciente a Dirty Computer).

Ya no estamos en Kansas

Janelle nació en la ciudad de Kansas en una familia de clase trabajadora: su madre era empleada de maestranza y su padre un camionero adicto al crack. La cantante asegura que sus dotes musicales provienen de él, que solía cantar en la casa y que podría haber obtenido un contrato discográfico si no hubiera sido por su adicción. Como sucedió con muchos otros artistas de su extracción social, el primer contacto con la música fue en la iglesia, donde aprendió a cantar junto al coro local. Según declaró, su más temprana influencia musical fue Dorothy, el personaje de Judy Garland en El mago de Oz, quien es arrancada de Kansas por un tornado y transportada a un reino mágico.

Acaso siguiendo a su heroína, apenas terminó el colegio, Janelle huyó de su ciudad natal a Nueva York, donde estudió teatro, pero al poco tiempo decidió reubicarse en Atlanta para continuar sus estudios en la universidad estatal de Georgia. Aunque a los 12 años de edad ya había creado una comedia musical inspirada en el álbum La vida secreta de las plantas, de Stevie Wonder, fue en este período cuando empezó a componer e interpretar públicamente sus primeras canciones. En 2003 grabó un demo,llamado The Audition que vendía en persona a la salida de sus presentaciones. Uno de los tracks, «Lettin Go», que recordaba al Michael Jackson de Off the Wall y hablaba de su despido como empleada de un supermercado, capturó la atención de Antwan Patton, también conocido como Big Boi, la mitad de Outkast. Este encuentro llevó a su participación en el disco Idlewild, del célebre dúo de hip hop y al verdadero comienzo de su carrera.

Su debut discográfico fue el EP Metropolis, Suite 1: The Chase (2007), cuando tenía solo 21 años. El prologado título indicaba el comienzo de una saga. Allí, creó el alter ego Cindi Mayweather, un androide proveniente del futuro que cometió el crimen de enamorarse de un humano. Su historia, desarrollada en el disco, remite obviamente a la del androide Maria, la protagonista de la película de Fritz Lang citada en el título (aunque invirtiendo su signo moral: María es la villana del filme). Por los años siguientes, Monáe encarnó este personaje, incluso en entrevistas. «Cindi me ayuda a expresarme mejor», dijo al New York Times. «Hay un paralelo entre este androide y ser una mujer negra parte de la comunidad LGBTQ». El disco le valió una nominación al Grammy a la Mejor Interpretación Alternativa y un contrato con el sello Bad Boy de Sean «Puff Daddy» Combs.

La saga de Cindi Mayweather continúa en The ArchAndroid (2010), el primer larga duración oficial de su carrera. Allí, las influencias conceptuales van desde Alfred Hitchcock hasta Philip Dick y The Matrix, todo tamizado, desde luego, por la obra de Lang y de Parliament/Funkadelic, los pioneros, junto con Sun-Ra, en la unión de la música negra y ciencia ficción. Musicalmente, recorre un muy amplio espectro, desde el retro soul al art rock, pasando por casi todo lo que se puede encontrar en el medio: new wave, hip hop, funk, electro. Es una obra de ambición desmesurada, un improbable puente entre el expresionismo alemán y afrofuturismo, acerca de la experiencia del «otro» en la cultura actual .

Su siguiente disco, The Electric Lady (2013), se mantiene en el arco conceptual inspirado en Metropolis. El álbum marca además la primera colaboración de Janelle con Prince, quien se convertiría en su mentor hasta su muerte. También incluye a figuras como Miguel, Esperanza Spalding, Erika Badu y Solange Knowles. En todos los sentidos es una continuación del cabaret retrofuturista ensamblado en los trabajos anteriores, incluido su aliento épico.

Su último disco a la fecha es el mencionado Dirty Computer, que definió como una celebración de la feminidad y de las mujeres queer. Como acostumbra, el reparto de colaboradores es estelar e incluye al recluso y muy difícil Brian Wilson, a Stevie Wonder, a la ascendente Grimes, a Pharrell Williams y muchos otros. Fue desarrollado en colaboración con Prince hasta la inesperada muerte del músico en 2016. «Era la persona a la que llamaba para preguntarle ¿cómo debo decir esto? Nunca pensé que habría un momento en el que no pudiera hablar con él y consultarlo sobre todas las cosas que me hacían sentir insegura».

El fallecimiento de Prince hizo que repensara cómo presentarse a sí misma. Por primera vez decidió que no se mostraría envuelta en alter ego o metáforas y que su voz sería la propia. «El tema de este álbum es Janelle Monáe» expresó al New York Times. La creación de su doppelganger robótico manifestaba el intento de manufacturar una estrella pop que excluyera la sexualización de la fórmula. En este último disco, esa pretensión queda a un costado. «Se trata acerca de sentirse sexualmente liberada. De amarse a una misma a pesar de lo que el resto del mundo tenga que decir acerca de tu identidad». No sorprende que haya sido el mayor éxito de su carrera.

Janelle continúa con sus trabajos como actriz. Además de las películas ya nombradas participó del episodio «Autofac», de la serie de ciencia ficción Electric Dreams -basada en los cuentos de Philip K Dick, también disponible en Amazon- y del largometraje de Robert Zemeckis Bienvenidos a Marwen, en el futuro cercano, tras develarse los misterios de Homecoming, la espera el filme de terror Antebellum, en el que interpreta a una escritora atrapada en una realidad perturbadora. A diferencia de Dorothy, está claro que Janelle nunca volverá a Kansas. Su lugar es el reino de Oz.


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