Cuando se coronó como Miss Mundo 1995 no imaginó el cambio que iba a tener su vida. Luego de 28 años, Jacqueline Aguilera está convencida de que es una mujer realizada. No solo en lo profesional, sino  también en lo personal. Es una orgullosa madre.

De su carrera, asegura que a los 46 años de edad está viviendo un momento pleno y que ha sabido enfrentar dificultades para llegar hasta donde está. Su nombre volvió a los medios de comunicación, luego de su salida del Comité Ejecutivo del Miss Venezuela, porque su marca J, By Jacqueline Aguilera fue la encargada del vestuario del desfile en traje de baño del certamen en el que Amanda Dudamel resultó primera finalista.

«Estoy en una etapa plena. Así quiero que sea. Ha habido momentos malos y cosas no tan favorables, pero he sabido sobreponerme y encontrar el rumbo. Me siento realizada y plena en todos los aspectos. Mi hija es el mejor ejemplo, mi mejor carta de presentación. Es una profesional y que la conozcan habla muy bien de mí y que vean cómo es ella de excepcional y de buena niña que crie».

Aguilera fue reconocida este semana en Miami, Florida, debido al compromiso de su marca de hacer moda y belleza con impacto social.

Su participación en la edición 71 del Miss Universo no fue algo planificado. La oportunidad se dio de manera espontánea y casual. Le pareció un buen momento para hacer una propuesta. «Yo creo que hacer moda y belleza con impacto social fue mi plus en relación con otras propuestas. Principalmente porque es algo que yo vengo haciendo desde hace tiempo. Es algo que hago desde la creación de la marca y me pareció genial esta oportunidad. Una vez dado el momento, enfoqué mis energías en hacer la mejor propuesta posible».

También habló de su salida del Comité Ejecutivo del Miss Venezuela. Reconoce que su paso por la organización como directora tuvo muchos comentarios y polémica. Lamenta que se haya publicado un comunicado anunciando su renuncia luego de varios meses de haberla entregado. Su decisión de no seguir formando parte del certamen tuvo que ver con incomodidades que surgieron debido a la poca libertad que tuvo para tomar decisiones.

Sin embargo, insiste, no guarda rencor hacia la Organización Miss Venezuela ni sus excompañeras, María Gabriela Isler y Nina Sicilia. Les desea éxito en el futuro y considera que tienen dos retos: superar los logros de Osmel Sousa y conseguir una candidata que iguale el trabajo de Amanda Dudamel.

—¿Cómo se dio la oportunidad y cómo asumió el reto de trabajar con el Miss Universo?

—Fue algo que se dio de forma casual porque no era algo que estaba buscando. Yo creo que hacer moda y belleza con impacto social fue mi plus en relación con otras propuestas. Principalmente porque es algo que yo vengo haciendo desde hace tiempo y que no hice por esta oportunidad. Es algo que hago desde la creación de la marca y me pareció genial esta oportunidad. Una vez dado el momento, enfoqué mis energías en hacer la mejor propuesta posible. Todo lo que fue la selección de colores y los modelos originalmente fueron míos, solo modificamos pequeñas cosas, pero por un tema de seguridad y producción. Sobre todo para la puesta en escena y eso me hizo modificar mis patrones un poco. Cuando presenté la propuesta estaba segura de que era óptima para este evento y que no iba a pasar algún accidente en el escenario porque los modelos se entallan en todo tipo de cuerpo. Hice diferentes propuestas de bikini y trikini e implementamos el burkini, que lo vimos en escena. Y siempre supe que estos diseños iban a estar acompañados de las capas intervenidas por las candidatas y estas piezas debían combinar. En su mayoría hicieron una combinación perfecta.

—Eran más de ochenta mujeres, todas distintas, ¿cómo logró que estuvieran conforme con los diseños y que las candidatas tuvieran confianza en los modelos de traje de baño?

—Ahí me trasladé un poco a mi faceta de miss y de modelo. Entonces sabía perfectamente que había ciertas características a las que tenía que prestar atención como mujer a la hora de vestirme, y eso fue quizás otro punto a favor que no tenía otra marca. Yo como directora de la marca estaba poniendo de garantía mi propia experiencia. Por ejemplo, discutí mucho la parte de atrás del traje de baño. Sabía que les favorecía más un traje de baño que no fuera el típico brasilero tan pequeño, ni tan grande. Entonces hablé mucho para que no fuera tan grande y garanticé que no iba a haber un accidente en el escenario. Se les dio la oportunidad a ellas de que escogieran el que querían llevar. Para mí fue un placer trabajar con ellas. Las conocía a todas por fotografía y veía los colores que podían elegir de acuerdo con su energía. Quise en todo momento darles un abanico de opciones y fue un placer acompañarlas porque era un día importante en sus vidas.

—Su vida en los medios de comunicación ha sido un tanto discreta, pero cuando asume algún proyecto suele generar debate. ¿Cómo ha afrontado la fama desde joven? 

—Mi propósito cuando comencé en los certámenes de belleza nunca fue ser figura pública. No quería dedicarme a la vida artística al menos frente a la pantalla y esa siempre fue una decisión muy particular porque no era mi deseo, aunque soy actriz de la escuela de doña Amalia Pérez Díaz. Pero siempre quise algo más discreto. Aunque nunca he dejado de estar en la industria de la moda, que es en la que me he desarrollado. Lo que he hecho es evolucionar, crecer y capacitarme. Dedicarme al diseño y a mi propia marca es algo que he venido construyendo con el tiempo y consolidando mi equipo de trabajo. Es una marca hecha en Venezuela y que funciona en Venezuela, con la visión de hacer país. Yo nunca he pensado dejar completamente mi país.

—¿Es el primer concurso de belleza al que le hace trajes de baño?

—En algún momento le presenté esta propuesta al Miss Mundo porque tengo una buena relación con la familia Morley, pero justamente el concurso eliminó el desfile en traje de baño. Pero se los propuse.

—¿El Miss Universo le hizo alguna exigencia o tuvo libertad completa al presentar los diseños?

—Ninguna exigencia en particular. Solo una modificación en los amarres de los trajes de baño que fue más que todo por seguridad, las candidatas se visten muy rápido. De resto, tuve total libertad creativa. Nunca hubo oposición, les gustó mucho la paleta de colores. Siempre la propuesta fue recibida con aceptación. Se cumplió con todo lo exigido. En el caso particular de Amanda, que fue el que conocí, estaba indecisa con dos opciones de traje de baño y al final escogió el que quería y luego le confesé que ese era mi preferido. Es una versión que vengo trabajando prácticamente desde siempre. Conocí el feedback de algunas candidatas.

—Viendo el Miss Universo desde adentro, ¿qué cree que podría mejorar el concurso de belleza?

—Mi experiencia profesional fue perfecta y no le cambiaría absolutamente nada. Creo que, como todo, se tiene que adaptar a las épocas y tiene un excelente equipo de trabajo y me imagino que la nueva dueña reforzará eso e implementará otras cosas. Yo lo vi muy bien estructurado y como sponsor todo el trato fue maravilloso y no tengo nada malo que decir y ojalá que se repita.

—Estando durante todo el concurso y siendo una reina de belleza, ¿qué opina del resultado y quién le hubiese gustado que ganara?

—Mi sentimiento es que Amanda hubiese sido la ganadora porque yo igual pienso que ella ya ganó estando en el top final, que no tuve dudas de que lo iba a lograr porque es una niña preparada y si le daban el chance a la primera clasificación, sabía que iba a llegar al final. Todos los años los venezolanos queremos ganar, lamentablemente es una sola corona y no siempre se gana. Ella tuvo una participación impecable que dejó el listón super alto para las próximas Miss Venezuela. Yo creo que igual ganó. La que ganó no era mi favorita. Yo tenía como favorita para la corona a Miss Puerto Rico y Miss Colombia, además de Amanda. Pero bueno, pasó lo que pasó y creo que Estados Unidos se destacó en la preliminar y ese es un país fuerte en los concursos. Era la local, contestó bien, quizás no la más bella, pero con un mensaje sólido y por eso aplaudo su triunfo. En estos concursos siempre va a haber polémica. También se hace mucho daño con los chismes y la controversia. Yo no tengo conocimiento de los detalles de la polémica, pero casualmente estaba sentada al lado de su directora y la vi muy emocionada. Lloró y fui la primera en felicitarla cuando ganó. Creo que fue algo que la sorprendió.

—Hubo una polémica con la madre de Miss Puerto Rico, que dijo que Amanda Dudamel logró ser virreina porque usted era patrocinante del Miss Universo. ¿Qué opina?

—Una cosa no tiene que ver con la otra. Mi relación con los concursos va a continuar esté o no en el Comité del Miss Venezuela. Haber estado estos cinco años en el grupo del comité es una cosa, pero no va a limitar mi participación en el futuro en esta industria ni en los certámenes de belleza. Quiero aclarar este punto porque yo no es que llegué ahí para no continuar con mi trabajo, que es buscar talento, capacitarlo y yo considero que soy una agencia de futuros talentos y de compartir mis herramientas. Lamentablemente la madre de Miss Puerto Rico no vio la primera entrevista que di en Telemundo, donde di mi top tres y estaba Puerto Rico. Soy venezolana, pero objetiva. No soy parte del comité, pero siempre apoyaré a Miss Venezuela porque soy venezolana y porque sé reconocer cuando una mujer tiene talento.

—¿Cuando se coronó Miss Mundo 1995 sabía que su vida profesional iba a cambiar y que tendría este presente?

—La verdad es que en ese momento no me lo proyecté tan a futuro. En ese momento me había enfocado en que mi propósito era ese título. Después de casi treinta años digo que los concursos han cambiado mucho, que el aspecto físico es una bandera y creo que cada chica con su raza y su tipología hace honor a su belleza y estas plataformas se han transformado justamente para dar mucha más voz a esas mujeres. Creo que si retrocedo, la Jacqueline que se presentaría hoy estuviera adaptada a las condiciones de esta época.

—Hablando de belleza e inteligencia, recientemente Alicia Machado comentó que ella prefería que un hombre la halagara por ser bonita en vez de por inteligente. ¿Usted qué prefiere?

—Obviamente por ambas cosas. No es solo por una cara bonita, tienes que tener cierto nivel. No necesariamente se trata de ir a la universidad, porque hay personas que nutren su intelecto de diferentes maneras. Me llena de mucha alegría saber que con los años me he convertido en una mujer que tiene su mensaje claro, con propósito, que hago mi vida pública con marca, con moda y belleza, pero ligado a un impacto social. Creo que soy cónsona y coherente con lo que vengo desarrollando desde que soy figura pública.

—Usted formó parte del Comité Ejecutivo del Miss Venezuela, pero su salida fue discreta y se anunció hace poco en un comunicado que pasó por debajo de la mesa. ¿Cómo evalúa su paso como directora del concurso?

—En relación con el comunicado, no lo tomé tan bien porque era algo que teníamos que saber los involucrados. Yo no hubiese publicado el comunicado porque los involucrados lo sabíamos y de una manera amistosa habíamos llegado a ese acuerdo. Fue una decisión que me costó mucho tomar, fue un proceso de cuatro años llegar a ese punto, pero las diferencias, situaciones y circunstancias eran más fuertes que mi voluntad de estar allí con disposición. Por lo cual no estuve de acuerdo con el comunicado porque yo no dije nada. He sido muy discreta. Creo que hay cosas que no se tienen que ventilar. Yo hubiese agradecido las felicitaciones por haber sido sponsor en la franquicia del concurso más importante que la Organización Miss Venezuela maneja. Pero una felicitación en la que anuncies lo que ya se sabía desde hace mucho tiempo, me parece que no fue de buen gusto.

—¿Le reprocha algo al Comité del Miss Venezuela? ¿Cómo fueron esos cuatro años dentro de la organización?

—Voy a ser muy sincera. Mi compromiso cuando me invitaron era a plenitud. Era consciente de donde me estaba metiendo porque hay que pensar que estamos ante un récord imbatible que deja Osmel Sousa, de una gestión brillante de la que también somos parte. Asumí ese compromiso con la mayor ilusión de poder brindar todo lo que tenía y de aprender de mis compañeras y de las otras personas que forman parte del equipo. Pero eso en el tiempo, por situaciones que van y vienen, no fue así. Todo iba bien hasta el punto en el que, yo creo, se empezaron a sobrepasar los límites. Si yo fui requerida para algo, pienso que eso se debió respetar. Cuando eso no fue así, empecé a tener esa incomodidad, que se transformó en malestar y sobre todo en resultados: lo que se estaba viendo y mostrando. Yo, consciente de que no tenía que ver con eso, no quería estar relacionada con algo en lo que no tenía nada que ver. Cuando fueron ya la suma de muchas, pues fue cuando dije que tenía que tomar la decisión porque probablemente no era yo la única incómoda. No hubo una queja, pero sí cosas en las que como mujer, como Jacqueline Aguilera y profesional, no estaba de acuerdo. Lo manifesté en su momento y si era algo que tenía solución, se hubiese logrado en esos cuatro años. Si no tenían solución, alguien tenía que decidir. Pero, ojo, yo considero a Venevisión mi casa. No tengo nada en contra de nadie, ni en contra de la empresa o la organización. Me hubiese gustado aportar mucho más, que me hubiesen permitido ser más libre en decisiones, pero también soy consciente de que entré a formar parte de un comité en el que la decisión no era unilateral sino en consenso y me hubiese gustado haber tenido mayor empatía con el resto del equipo para estar en consenso con la mayoría de las decisiones. Pero, mira, les deseo mucha suerte. Tienen el listón muy cuesta arriba, no solo por los logros de Osmel Sousa sino por el desempeño de Amanda. Ojalá muchas niñas venezolanas que están por el mundo o en el país y que están igual de preparadas y educadas que Amanda lleguen a inscribirse en el Miss Venezuela. El país siempre va a ser gran favorito. Es así porque la historia lo confirma. Hay que adaptarse y hay que reinventarse, creo que esos cambios también vendrán allí conforme se vayan dando cuenta de las dificultades que puedan tener y asuman los cambios.

—¿Su amistad con Osmel Sousa fue un problema?

—Nunca existió una prohibición. Conozco a Osmel Sousa desde hace más de 30 años y lo adoró y respeto mucho. Eso nunca fue motivo de conversación. Nunca.

—¿Cuáles son sus próximos proyectos?

—Quiero que mi grupo de Proyecto Ser siga en crecimiento con emprendedoras. Me gustaría que muchas más señoras se capacitaran en el programa de capacitación Corte y Costura, Cocó. Poder llevar todo esto a otras ciudades del país y siendo más ambiciosa a otros países. Y siempre buscando la novedad. Los nuevos retos me emocionan. Ahora estoy enfocada en algo que voy a anunciar pronto.


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