ópera

De Scarlatti a Verdi, las grandes arias de la ópera italiana son famosas en todo el mundo, un arte que nació hacia finales del siglo XVI en la península y que Italia anhela que sea reconocido por la Unesco como patrimonio inmaterial de la humanidad.

«La ópera nació en Italia», subraya sin titubear el francés Stéphane Lissner, director desde 2020 del prestigioso Teatro San Carlo de Nápoles, inaugurado en 1737 y considerado el teatro de ópera más antiguo de Europa.

El primer gran compositor de ópera, Claudio Monteverdi (1567-1643), era italiano. «Si estudias la historia de la ópera del siglo XVIII, hubo 400 creaciones durante ese siglo en Nápoles», que entonces era la capital del reino de la dinastía de los Borbón, cuenta Lissner durante una entrevista con la AFP en medio del elegante y dorado palco real del teatro.

¿La ópera italiana tiene más valor que la francesa o la alemana para que forme parte del patrimonio inmaterial de la humanidad?

Para Lissner, que también dirigió La Scala de Milán y la Ópera de París, entre los teatros más importantes, no hay dudas sobre la cuestión: «La forma de cantar en italiano sin duda provoca más emoción entre los amantes de la ópera».

En la gran sala de teatro, que se encuentra en el corazón palpitante de la gran capital del sur de Italia, los sillones de terciopelo rojo, las lámparas resplandecientes, los detalles refinados, los palcos adornados con espejos, el amplio escenario, impresionan y encantan a la vez.

En el camerino del San Carlo, el barítono italiano Gabriele Viviani interrumpe sus ejercicios de vocalización antes de la Tosca de Puccini, una de las óperas más representativas del repertorio italiano, cuyo argumento combina amor, intriga, violencia, pasión y muerte.

«Sin querer quitarle nada a mis compañeros ni a los compositores franceses y alemanes (…) Creo que el canto italiano tiene ese toque especial para expresar con sensibilidad las emociones», dice poco antes de la llegada del público.

Verdi en Odesa

Entre la multitud, llama la atención una elegante espectadora en kimono: Sumiko, una mujer japonesa de mediana edad que vive en Nueva York y que viajó especialmente a Nápoles para asistir al espectáculo.

El pedido de reconocimiento a la Unesco la entusiasma. «Las emociones que transmiten esos compositores son universales, va más allá de la historia y de las fronteras», asegura.

Para el ministro italiano de Cultura, Dario Franceschini, con esa candidatura, presentada a finales de marzo y que será examinada por la Unesco a finales de año, «Italia aspira a que se reconozca una de sus expresiones culturales más auténticas y originales».

El ministro evocó las conmovedoras imágenes de la guerra en Ucrania que mostraban al coro de Odesa cantando en la calle la famosa aria «Va, pensiero» de Verdi, tomada del Nabucco, que se convirtió con los años en Italia en un canto del exilio y por la unidad del país.

«Es una prueba más de que el canto lírico italiano es parte integrante del patrimonio cultural de la humanidad, que recurre a él en las horas más oscuras, para encontrar luz, fuerza y belleza», comentó.

El «Va, pensiero», que fue el himno de los patriotas italianos bajo el yugo austríaco en el siglo XIX, ilustra como ninguna la popularidad de ese arte.

«En el siglo XIX, cuando llegabas a cualquier ciudad italiana, toda la población cantaba melodías de ópera. ¡Era algo normal!», asegura Stéphane Lissner.

«Si vas en Italia a los pueblos, no hablo de ciudades, encuentras pequeños teatros donde se suele aún cantar», subraya. La península en efecto cuenta con cerca de 60 teatros de ópera, un récord mundial.

El célebre tenor Luciano Pavarotti (1935-2007) es un ejemplo reciente de la fuerte relación que existe en Italia con la ópera. Ese gigante de la música era venerado como una estrella de rock, al igual que los cantantes más populares.

La música lírica «no está reservada solo a la élite», subraya Lissner, aún si reconoce que ha sido un «gran error» aumentar los precios de los espectáculos.

Una tendencia que el San Carlo intenta frenar, reservando plazas a precios reducidos para el público joven.


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