Ilan Chester
Ilan Chester regresará el año que viene al país con una gira nacional | Foto Rosemary Manuzza

No cantaba en Caracas desde hace 6 años. Otras razones habían traído de vuelta al país Ilan Chester, como una crisis de salud de su esposa, Merci Mayorca, que falleció de cáncer en Miami, en 2018.

Tiene dos semanas en Venezuela y, comenta, se ha encontrado con un país en transición, en el que todo está por hacer. «Nada permanece en el tiempo. Ojalá todo resulte en concordia y que las amarguras y el odio queden atrás», asegura desde la espiritualidad que cultiva.

Pero, reconoce, también ha visto una ciudad sin color, que le recuerda mucho a la Cuba que conoció. «No hay comida ni medicinas suficientes para abastecer a quien lo necesita. Solamente el que tiene dinero puede comprar», dice.

Y recuerda un término en sánscrito, lengua que afirma lo tiene fascinado, que significa «aquel que sufre con el sufrimiento ajeno». Ese es él, manifiesta, una persona que se define como sensible y que regresa a Venezuela por esa razón.

«No vuelvo porque necesite el dinero, por prestigio, porque yo ya lo tuve todo. Ahora estoy dedicado al cultivo de la vida espiritual. A fin de cuentas, la literatura védica dice que el estado de conciencia en el que mueres será el criterio para una nueva vida. Y quiero prepararme para ese examen final. Esa es mi prioridad en este momento», dice el músico de 67 años de edad.

Le había cantado a los venezolanos en Miami, Orlando, Arkansas, Los Ángeles, Viena, Budapest… Pero Ilan Chester, expresa, sentía que tenía una deuda con los que permanecen en Venezuela. Aunque lo piensa mejor. No es una deuda, es una necesidad de mostrar empatía, asegura. «El público está necesitado de música. Decidí hacer conciertos con entradas pagas en Valencia, Maracay y Lechería porque creo que las condiciones en esas ciudades eran mejores para cobrar… y porque también hay que llenar las arcas. Y uno gratuito en Caracas, este domingo, a partir de las 5:00 pm, en la Concha Acústica».

Al anfiteatro de Bello Monte, proyecto del arquitecto Julio Volante, volverá 50 años después. El Ilan que debutó allí era rockero y peludo. El domingo regresará con «todos los hierros», anuncia.

Estará sobre el escenario con músicos con los que ha trabajado desde hace 30 años y algunos con los que compartirá tarima por primera vez. Intentará interpretar su amplio repertorio. «No puedo salir de la Concha Acústica sin cantar ‘Es verdad’, ‘Eres una en un millón’, ‘Solo faltas tú’, ‘Cerro Ávila’. Y entonces me doy cuenta de que es obligatorio interpretar todas las canciones». Así como las del Cancionero del amor venezolano y de Tesoros de la música venezolana, compilaciones en las que fue vital el trabajo de su fallecida esposa.

Pero a Ilan Chester no le pesa volver a cantar esos temas obligatorios. «Al contrario, siempre busco la manera de otorgarle nuevas sonoridades».

—¿Cuál es la canción con la que tiene una especial relación?

—»Es verdad». Porque trata del amor de una manera muy profunda, y ese tema ha sido para mí fundamental. Le canta a la esperanza.

Y recuerda Alejandro Blanco Uribe, su productor y amigo entrañable que lo acompaña durante la entrevista, que ese tema incluido en el álbum Al pie de la letra (1987) representó el salto del Ilan Chester de artista pop juvenil a uno más adulto. «En esa canción están muchas de mis influencias de infancia. Es un tema muy importante para mí», reconoce el músico.

—¿Qué le queda por hacer en la música?

—No lo sé.

—¿Se lo pregunta?

—A veces. La verdad es que estoy muy satisfecho con lo que hice. Compuse cientos de canciones, he actuado frente a miles de personas. Canto todo tipo de géneros. He sufrido y disfrutado alrededor de la música. Solo puedo decir gracias. Si tenía algún problema de autoestima y afecto, lo resolví. Siento un gran amor por el público que me sigue y que siente el amor que les doy. En definitiva, resolví mi rollo.

—¿Cuál rollo?

—Básicamente de autoestima. Crecí en una familia sobreviviente del holocausto y fue bastante duro. La música me ayudó a resolver el problema psicológico, afectivo. Me permitió comunicarme y recibir mucho amor. Desde ese punto de vista estoy completamente satisfecho. Ahora me toca dedicar toda mi vida a trascender, a mi relación con Dios, a ganarme su gracia, la dicha de estar con él.

Ilan Chester
Ilan Chester tiene una casa en India desde hace 25 años. Un refugio en el que se dedica a cultivar el espíritu

Desde hace 6 años, Ilan Czenstochowski Schaechter pasa largos períodos en la India, donde tiene una casa desde hace 25. Ese país caótico, corrupto y con graves problemas de aseo, afirma, es la cuna de la cultura más progresista e inteligente del planeta. «Te das cuenta de que puedes asociarte con gente muy avanzada», dice.

Ir a la India, continúa el músico nacido en Israel, fue despertar a su propia naturaleza espiritual. «Una vez que el objetivo es la trascendencia, la ilusión siempre se hace presente y ofrece dádivas, alternativas, propuestas… y no quiero morder ese anzuelo. Mi único temor es morir en un estado de conciencia bajo», revela.

Y mucho de esto es lo que Ilan Chester quiere transmitir en su etapa de conferencista. «Estoy en deuda con mi maestro. He recibido un tesoro enorme y lo mínimo que puedo hacer, a manera de gratitud, es comunicárselo a los demás».

«A mí me comunicaron –continúa el músico­– que la forma humana de vida es una oportunidad para salir de la cadena del nacer y del morir. No existe una sola vida. La vida es eterna. Esa información tengo que compartirla. No quiero que la gente sufra».

—¿No considera que hay mucho improvisado sobre el tema, el coach motivacional, por ejemplo?

—Ah, pero claro. Esa gente bien vestida, perfumada, que lo único que hace es ir soltando frases vacías. Ese no es el camino. Por allí hay mucho sinvergüenza engañando a la gente, cobrando un dineral. Hay que darles una buena cachetada.

—¿Se refugió en la espiritualidad cuando falleció Mercy?

—Ha sido un gran apoyo. Cuando se tiene ese entendimiento no es que te vuelves insensible, pero ves las cosas desde otra óptica. Te lamentas por lo que no tienes que lamentarte. Un sabio no se lamenta ni por los vivos ni por los muertos. No somos de este mundo, no nos vamos a quedar aquí.

—¿Qué proyectos musicales lo ocupan?

—Terminé hace muchos años Symphony of the Soul, que invito a que escuchen porque alguien lo subió a Youtube. Allí musicalicé textos ancestrales en sánscrito y bengalí como una sinfonía. Participaron el Orfeón Universitario de la UCV y la Orquesta Sinfónica de Venezuela. Con ese trabajo ya me puedo morir en paz. Creo que jamás podré hacer algo igual. Pero estoy conversando con César Alejandro Carrillo, del orfeón, para hacer un trabajo coral.

—¿Compone?

—Lo hago en la medida en que la sed se me despierta, pero estoy muy ocupado en actividades espirituales, en estudios profundos que demandan mucho tiempo.

«Ahora que lo pienso –reflexiona– me habría gustado hacer un disco instrumental con mis canciones. Siento que tienen una cadencia muy bonita. Con la madurez de los temas y la edad que tengo, las melodías cobran otro nivel».

Entonces se pregunta: «¿Pero qué voy a hacer con eso?». Y se responde: «Solo sería una satisfacción personal. ¿Quién va a financiar eso?».

—¿Ya no piensa en discos?

—¿Quién piensa eso? Hoy haces canciones y la subes a Youtube. Más nada.

—¿Le interesa?

—Para nada. De eso se encarga mi hija. Yo ya cumplí mi misión. Lo que no quiere decir que estoy tirando la toalla.

Sin embargo, el año que viene lanzará un canal de Youtube, Desde mi terraza, una idea muy bien concebida, señala, en la que hablará sobre los temas relacionados con sus convicciones y estudios. Quiere llegarle a una audiencia inquieta desde el punto de vista filosófico y espiritual. Serán videos de 15 minutos que aún no tiene claro cuándo subirá. Primero deberá familiarizarse con el lenguaje técnico. Ya lo advirtió: esto de la tecnología no se le da muy bien.

—¿Profesional y personalmente, qué le depara 2020?

—Una gira por Venezuela, cuatro meses en la India y un viaje a Japón para encontrarme con mi maestro.

—¿Siente nostalgia de otros tiempos?

—Siento amor, no nostalgia, porque nada permanece en el tiempo. La vida espiritual nos enseña a vivir en el presente. Vivir en el pasado es terrible e imaginar el futuro es demasiado incierto. Uno no debe lamentar ni anhelar nada. Ese es el estado ideal, y en ese estado quiero estar. Pero requiere dedicación, tiempo y convicción.

—¿Quién es Ilan Chester hoy?

—Una persona sensible, llena de experiencias, internas y externas, que ha desarrollado una capacidad de amor importante y que quiere compartirla con los demás.

—¿Cambiaría algo de su existencia?

—Habría hecho cosas de otra manera, por supuesto. Pero las cosas como son. Si decimos que algo es casual, no estamos familiarizados con las razones por las que suceden. Todo lo que sucede está programado antes de nacer.

—¿Qué habría hecho distinto?

—Mucha gente que comenzó conmigo en el camino espiritual ya está en unos niveles muy avanzados. Quizá no me habría lanzado al mundo del estrellato, porque la oportunidad de salir de la cadena de nacimiento y muerte es más importante que lo que puedas hacer mientras estás en este mundo.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!