Dudamel
Foto AFP

La superestrella venezolana Gustavo Dudamel quiere aportar su «ADN» a la Ópera de París en su nueva prestigiosa función de director musical, que pasará por desarrollar proyectos educativos y «la conexión» con nuevos públicos, asegura en una entrevista con AFP.

«¡Este lugar es magnífico!», afirma el maestro, de 40 años de edad, al entrar en el majestuoso Foyer de la Danse donde ensayan los bailarines en el Palacio Garnier, histórico templo de la ópera parisina.

El flechazo entre Dudamel y la institución tricentenaria se produjo ya en 2017, cuando el venezolano dirigió su orquesta para La Boheme, de Puccini.

Y cuando el nuevo director general de la Ópera, Alexander Neef, preguntó a los músicos a quién preferían como sucesor del suizo Philippe Jordan, estos se pronunciaron de inmediato por Dudamel.

«Fue maravilloso, lo recuerdo como si fuese ayer», explica el director de orquesta recordando su experiencia en 2017. «Hubo una conexión, un respeto mutuo, un deseo de hacer las cosas bien», esto es, «los ingredientes necesarios para poder crear una relación sana y con futuro», añadió.

Zonas de exclusión

Su nombramiento se produce en plena crisis sanitaria y confía en que este marque «el comienzo de un capítulo importante», que permita «conectar mucho más con las nuevas audiencias».

El desafío es triple puesto que el maestro seguirá al frente de la Orquesta Filarmónica de los Ángeles que dirige desde 2009 y continuará abanderando en el mundo proyectos derivados de El Sistema, el célebre programa educativo popular de música clásica de Venezuela y del que Dudamel es su más ilustre representante.

Así, su nombramiento al frente de la Ópera de París, una de las más prestigiosas del mundo, representa «también un ejemplo, una visión para estos jóvenes que están soñando no solamente con la música sino también con desarrollar sus vidas a través del arte».

Convencido de que «no hay nada como utilizar la cultura como herramienta de transformación social», Dudamel prevé además desarrollar proyectos educativos trabajando con la Academia de la Ópera de París, que desde 2015 forma a jóvenes en todos los oficios: desde el canto y la música hasta la confección de vestuario y pelucas.

«Es muy importante traer mi ADN y compartirlo en un sitio que tiene todas las posibilidades, la tradición, la excelencia y la posibilidad de desarrollarlo aún más. Es fundamental en este capítulo de mi vida», dice.

Incluso si se muestra prudente a la hora de detallar sus planes, Dudamel cita la posibilidad de salir fuera y trabajar en «zonas de exclusión» en Francia. «La música clásica se ha encajonado. Como instituciones artísticas tenemos que pensar cómo hacer para que las comunidades se sientan identificadas, muchas veces esperamos que vengan hacia nosotros, tenemos que ir hacia ellas».

Casado con la actriz española María Valverde, Dudamel vive entre Los Ángeles y Madrid y ve París como «un puente maravilloso».

«Servir a mi país»

Si bien su doble función como director ha suscitado incomprensión entre la prensa especializada, Dudamel defiende que esta «le aporta al contrario estabilidad en el tiempo», con un «equilibrio entre ambas familias».

En el seno de la familia parisina, hace unos meses se abrió el debate de la diversidad en la Ópera.

«Estamos en tiempos de reflexión», de búsqueda de «justicia, de derecho. Es muy importante esta conversación y llevarla a cabo con respeto», afirma el músico, añadiendo que esta transformación debe ser equilibrada y no hacerse desde el «radicalismo».

Aclamado como director artístico, Dudamel ha sido a la vez blanco de críticas por haber evitado denunciar durante mucho tiempo los abusos de las autoridades venezolanas, hasta que en 2017 deploró la represión masiva de manifestaciones antigubernamentales.

«A mí me duele muchísimo la situación, que es muy compleja, pero al mismo tiempo nunca he dejado de ser optimista y pienso que saldremos de ella», confiesa el venezolano, abogando por «no colocar más leña al fuego».

«Para mí lo importante siempre ha sido servir a mi país», concluye.


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