Geometría
De izquierda a derecha: José Yalenti. Beirais, 1950. Impresión vintage en plata sobre gelatina | SameerMakarius. Sin título, 1954. Fotograma| Leo Matiz. El Polígono, Caracas, 1950. Impresión en plata sobre gelatina | Línea de crédito: Imágenes cortesía de la Colección Ella Fontanals-Cisneros

Por estos días asistimos a través de las redes a la promoción que internacionalmente se le realiza a PhotoEspaña 2020, en su XXIII edición. Evento este que incluye una amplia selección de exhibiciones, conversatorios, presentaciones y talleres muy interesantes. Este marco me parece la coyuntura ideal para presentar mi columna de esta semana, en relación con el origen de la sección de fotografía modernista dentro de mi colección de arte.

En el año 2006 organizamos la primera muestra comprensiva de arte abstracto latinoamericano en mi colección, titulada Los sitios de la abstracción latinoamericana, en Miami, con curaduría de Juan Ledesma. La exposición ensayaba sobre la diversidad de experiencias geométricas y constructivas en el área latinoamericana –años 1940 a 1970-, sus enclaves históricos e identitarios en la región, así como los distintos rumbos e influencias que cada movimiento concreto o artistas individuales desarrollaron.

El leitmotiv: las estructuras geométricas y su eficacia como instrumento de desarrollo de movimientos artísticos intelectualizados y enfocados en el desarrollo pleno de conceptos propiamente plásticos, a través de la experimentación, tales como el equilibrio, la rotundidad de las estructuras compositivas, el plano-color, el espacio, etc.

Durante el proceso de sedimentación de esta exhibición, sacamos mancomunadamente a relucir una serie de líneas exploratorias, que en aquel entonces faltaban en la colección. A la sazón, identificamos la carencia de una nómina de fotógrafos latinoamericanos modernistas que habrían estado trabajando entre los años 1940 y 1950 bajo presupuestos abstractos de experimentación similares a los de la pintura y escultura.

Esta hipótesis se convirtió rápidamente en una investigación en marcha y en una obsesión personal para mí. Los descubrimientos que tuve el privilegio de hacer fueron, sin duda alguna, relevantes para mi colección y la exhibición que estábamos organizando, pero considero que sobre todo contribuyeron a despejar una neblina historiográfica que se había ceñido sobre la producción fotográfica latinoamericana modernista.

Los focos principales que pudimos identificar fueron Brasil –con nombres como Geraldo de Barros, Thomaz Farkas, Gaspar Gasparian, German Lorca, Gertrudes Altschul, Jose Oiticica Filho, Paulo Pires, Georges Radó, Rubens Teixeira Scavone, JoseYalenti, etc-; Argentina –por ejemplo, Annemarie Heinrich, Horacio Coppola, Sameer Makarius, GreteStern, etc-, y algunos casos aislados como es el de Leo Matiz (Colombia). Muchos de estos artistas tuvieron una carrera de fotodocumentación o simplemente desarrollaron la fotografía como una suerte de pasatiempo alternativo a su trabajo «real»; sin embargo, experimentaron incansablemente y crearon un cuerpo creativo importante y en muchos aspectos cohesionado. Entre los ejemplos que aquí ilustro se encuentran JoseYalenti, Sameer Makarius y Leo Matiz, cada cual con un trayecto artístico y nacionalidades diferentes.

Jose Yalenti (Sao Paulo, Brasil, 1895-1967) fue miembro fundador del Foto Cine Clube Bandeirante, y una influencia notable en la evolución del grupo hacia la fotografía modernista. Las estructuras arquitectónicas se convirtieron en un tema recurrente de sus piezas. Así como la capacidad de la luz para descontextualizar la imagen, rompiendo y recomponiendo su coherencia primaria. Es común en su trabajo la superposición de planos de volumen, así como el uso de líneas diagonales, logrando efectos de tensión y equilibrio formal. Sus composiciones generan una suerte de movimiento visual ordenado y rítmico, a la vez que contemplativamente estático.

Sameer Makarius (El Cairo, Egipto, 1924 – Buenos Aires, Argentina, 2009). Su origen filial (padre libanés y madre judeo-alemana) le lleva a vivir sus primeros años y juventud entre Egipto, Alemania y Hungría. Precisamente fue en Hungría donde comenzó su carrera como pintor y escultor, llegando a ser fundador del Grupo Húngaro de Arte Concreto. En 1953 se radicó definitivamente en Argentina, y comenzó a desarrollarse como fotógrafo, además de pintor, arquitecto, diseñador industrial y cineasta experimental. Tuvo una carrera definitoria en el panorama modernista bonaerense. Desde 1954 hasta 1961 formó parte y expuso con el Grupo Arte Nuevo. En la propia década (1950) tomó parte en la creación de los grupos Artistas No Figurativos Argentinos y Forum (Grupo de Fotógrafos Contemporáneos). Su obra se caracteriza por la experimentación fotosensible con objetos en la creación de planos abstractos de vocación pictórica concreta, a través de la plasmación de contornos en negativo, así como ángulos, sombras y ritmos geometrizantes.

Leo Matiz (Aracataca, Colombia, 1917 – Bogotá, Colombia, 1998). Luego de algunos años formativos en el segundo lustro de los 1930 (1935 estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes en Bogotá, y en 1937 en el taller del fotógrafo Luis B. Ramos), se traslada en 1941 a México. La creciente industria cinematográfica mexicana de la época y el fotoreportaje fueron sus dos principales líneas profesionales allí. Precisamente como fotoreportero estuvo trabajando en el Medio Oriente y en Venezuela (país donde vivió durante 20 años, hasta 1978). Resulta de interés la manera en que combina la plasmación documental de territorios en guerra, con manifestaciones de protesta social. También se enfocó en obras de ingeniería y espacios industriales, a partir del uso de ángulos inesperados con énfasis en las estructuras lineales y los planos concretos de sombra-luz: la captación de la realidad y a la vez su propia sublimación artística.

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