Fausto Amundaraín no le vendió su alma al diablo, pero sí pareciera tener contacto con una fuente ilimitada de creación que lo mantiene caviloso todo el tiempo. No se reconoce como pintor. “Yo hago cosas con papel, spray o pintura”, dice el artista de 25 años de edad, que ha logrado ganarse un espacio en diferentes muestras colectivas en Caracas con piezas que cuentan millones de historias. Este año, el joven creador se prepara para la internacionalización a través de una serie de exposiciones que lo mantendrán ocupado hasta junio entre Miami, Barcelona, Madrid y Washington.

“Soy adicto al trabajo”, asegura Amundaraín, quien ha experimentado con pintura, serigrafía, dibujo, diseño y formatos mixtos en obras que van desde simples trazos sobre papel hasta piezas con acrílico de más de un metro de alto. “Si no estoy en el taller, estoy en mi casa trabajando. En cada lugar elaboro proyectos diferentes, porque para poder explotar algo hay que manejarlo bien”, añade el autor de pinturas abstractas, que expondrá en mayo en Washington en un programa auspiciado por el Banco Interamericano de Desarrollo.

Mente inquieta

Los pensamientos de Amundaraín parecen divagar en la misma frecuencia que sus pinturas, sin embargo, al contrario de lo que se percibe en un primer vistazo, cada línea, cada trazo y cada tonalidad en sus obras responden a una conciencia que apunta a un fin preciso. “Mi trabajo sigue siendo muy estructurado, a pesar de que no lo parezca. Mi formación como diseñador me dejó ese formalismo”, asegura.

El artista primero proyecta la pieza como un conjunto. “Si la obra va a tener mil figuras, construyo mil patrones con pintura, spray o creyón. También puedo componer con papel”, dice. Añade que se define como un acumulador de oficio que guarda desde inocentes dibujos realizados cuando era un niño, hasta latas que achata para pintar sobre ellas. “El papel tiene esa cualidad de mostrar el paso del tiempo. Eso me interesa preservarlo en las obras”, agrega.

Proyecto ingenuo

Su carrera comenzó cuando en 2009 hizo unas pequeñas figuras de papel que llamó Paper Toys. “Yo tenía un proyecto muy ingenuo. Empecé caricaturizando a mis amigos y después vino una explosión a nivel mediático muy interesante”, dice el artista que produjo piezas para Caramelos de Cianuro y algunos locutores de La Mega, entre otras personalidades del mundo del entretenimiento.

Estudió tres años Administración de Empresas de Diseño en la Universidad Nueva Esparta. En enero de 2014 decidió explorar el ámbito de la plástica en las grandes ligas y se fue a la Escuela de Artes Visuales de Nueva York, en la que también estudió a su artista favorito, Brian Donnelly, mejor conocido como Kaws.

“Yo viví las protestas de 2014 allá y sentí la necesidad de hacer algo”, recuerda Amundaraín, quien asegura que en ese momento tuvo su primera transición hacia una composición más artística. “Hice un Paper Toy y lo manché de rojo. A partir de entonces nació una investigación muy alejada de lo que venía haciendo. Llegué a hacer piezas de 1.200 partes en las que cada cubo es algo explorable desde múltiples ángulos”, añade.

Desde esa transición Amundaraín, cuyo daltonismo no afecta sus piezas, no ha parado de explorar posibilidades utilizando soportes como cartón, aluminio, diferentes tipos de papel y plástico. Aparte de ganarse un espacio junto a noveles creadores en colectivas presentadas en el Centro de Artes Integradas y en las galerías GBG Arts y Cerquone Projects, también ha expuesto individualmente en el Museo de Arte Contemporáneo del Zulia.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!