Lovera
Lovera: “El escenario prácticamente es mi vida. No solo por el tiempo que paso ahí, sino que es mi única fuente de empleo. Es mi tribuna de comunicación con el público” | David Fernández Requena

Emilio Lovera no necesita un ritual para entrar al escenario. Siente nervios, sí. Pero para él eso es parte de la magia de estar frente al público. El día que deje de sentirlos, que no experimente esa energía, no se presenta.

Ha pasado más de un año desde que le diagnosticaron cáncer de colon. A finales de agosto terminó el tratamiento con la reversión de la colostomía y la aplicación de quimioterapias de consolidación, tratamiento que él define como el insecticida que se echa como prevención. Después de un tiempo sin actuar, cuidando su salud, ya está listo para volver a los escenarios y complacer a ese público que se preguntaba dónde estaba Emilio Lovera, creador de El Chunior, Perolito, Jairo Restrepo Caperufrino y tantos otros personajes.

Luce cansado. El día anterior estuvo en Maracay y viene de una gira por Europa que lo llevó junto con Laureano Márquez a Inglaterra, España, Portugal e Italia.

Antes de salir al escenario del Anfiteatro El Hatillo conversa tras bastidores con amigos y come uno que otro pasapalo. De vestir una camisa azul marino se cambió a otra de color caqui que acompaña con un blue jean. “Emilio”, lo llaman.

Sale al escenario y la gente lo ovaciona de pie. El teatro, donde los espectadores pueden tomarse una cerveza o comer perro caliente, se encuentra lleno. Las entradas estaban agotadas.

No es para menos. Lo esperaban desde los shows que fueron suspendidos en agosto por el Seniat.

“El escenario prácticamente es mi vida. No solo por el tiempo que paso allí, sino que es mi única fuente de empleo. Es mi tribuna de comunicación con el público. No solo puedo expresarme sino que puedo recibir la respuesta del público. Desde que me subí a una petanina para dar un discurso de comedia me acostumbré y decidí que eso era lo que iba a hacer el resto de mi vida”, dice Emilio minutos antes de presentarse.

Lovera
«Obviamente que la gente, al no saber por qué había dejado de presentarme, creyó que me había mudado del país, que estaba viviendo afuera o algo así» | David Fernández Requena

En un salón en la parte baja del anfiteatro, el humorista está presto a responder cualquier pregunta. Excepto las que tienen que ver con la fiscalización del Seniat que lo obligó a hablar de su enfermedad y a suspender el regreso que preparaba en agosto. El organismo alegó que el humorista no había declarado impuestos en el último año. Pero no podía hacerlo porque estuvo inactivo.

De hecho, se había declarado sin actividad.

A Emilio Lovera le encanta la música. En sus espectáculos lo ha demostrado con sus aplaudidas imitaciones de cantantes como Simón Díaz, Nelson Ned, Marc Anthony o María Teresa Chacín. Por eso muestra desde su celular una guitarra eléctrica acústica que quisiera tener. “Está brutal. Se botaron con ese diseño”, dice. “A mí me gusta tocar, pero nunca he tenido un nivel muy bueno. De repente agarro unas clases para mejorar el nivel”.

Su regreso viene con una apretada agenda. Esta tarde estará en Caracas en el Teatro Santa Rosa de Lima, el 24 en Bogotá, el 27 en Mérida y continuará en diciembre con actuaciones en Buenos Aires, Santiago de Chile y regresará a Carora.

Los shows que presenta son Emilio desatinado e Histeria de Venezuela.

El primero es de parodias musicales: “Cuando estábamos en Radio Rochela, uno de los pilares del programa eran las parodias musicales. Se hacían personajes de la actualidad, imitaciones y a veces teníamos invitados. Seleccionamos un grupo de parodias que no se pudieron hacer en La Rochela por diversas circunstancias. Las unimos y procesamos unas nuevas”.

En el show de El Hatillo, en el que mostró un poco de cada uno de sus montajes, Emilio Lovera presentó algunas parodias conocidas acompañado por una banda. Imitó a Ricardo Arjona, Lila Morillo, Ilan Chester, Trino Mora, Simón Díaz y un muy aplaudido Nelson Ned, entre otros.

Histeria de Venezuela, que presentó en Europa, es un espectáculo que viene de otro show titulado Juicio Bicentenario, en el que el hilo conductor es un historiador expulsado de la Academia de Historia por decir la verdad.

“Con esto queremos decir que no todo lo que uno aprende de la historia pasó exactamente así. Como dicen: la historia la escriben los vencedores, y los vencedores escriben lo que les conviene. Ponen heroísmo donde no lo hubo y sustraen heroísmo donde sí ocurrió. Entonces, para comprender la historia de Venezuela habría que ver este espectáculo y leer el libro que Laureano Márquez escribió con EDO, Historieta de Venezuela”, explica.

En ese espectáculo tratan de ensalzar a civiles como Andrés Bello, Simón Rodríguez y el doctor José María Vargas. “Con las escenas explicamos a modo jocoso lo que sucedió realmente. Cosas que la gente no cree. Yo les digo que pasó de verdad, que investiguen para que vean. Hay una muy cómica que me gusta decir, que es el desvío de Colón. Él no salió de Puerto de Palos para acá, sino de Puerto de Palos para Gomera. Se desvió 800 kilómetros por una novia que tenía ahí. Dicen que si Colón hubiera seguido derecho, tal vez hubiese llegado a Dominicana, a costas norteamericanas. Quizás la historia sería otra”.

Retomó a El Chunior, uno de sus personajes más populares, y lo llevó a YouTube. El pretencioso y “culto” locutor ahora se llama El Chutuber y cuenta con cuatro capítulos en la red social.

En cada “episodeo”, El Chutuber toca un tema particular como el “jalogui” o el “regatón” y lo combina con “tutoreales” acerca de objetos que el personaje maneja como la “handica”, el “guolman”, el “picox” y el VHS. La primera entrega tiene más de 280.000 visitas y la cuarta, publicada hace 4 días, tiene más de 25.000.

“La receptividad del público ha sido muy buena. Un influencer importante me hizo un piropo. Me dijo que era la mejor adaptación que había visto de las cosas de la televisión al salto digital”, cuenta.

Lovera dice que la idea surgió como un complot de sus hijos Tomás y Alejandro, el comediante Reuben Morales, el libretista Emiliano Hernández y muchos más. “Reuben me dio el nombre. Creo que ya con eso se encerraba todo. O sea, El Chunior se convirtió en El Chutuber. Ese concepto fue por colaboración de todos. Obviamente el principal fue Emiliano Hernández, el libretista de varios programas cuando trabajaba en televisión y comedia. Él decidió hacer los ‘tutoreales’ de cosas del pasado. Porque, digamos, un tutorial es algo muy de redes sociales, de YouTube, entonces Chutuber hace lo que él conoce porque no sabe absolutamente nada del periplo más reciente”.

En el escenario una mujer se destartala de la risa. “Emilio, te amo”, grita. “Todos los venezolanos son reconocidos en el mundo porque usamos camisas Columbia. Usamos camisas de pesca y nunca pescamos”, había bromeado Emilio.

—¿Es una emoción distinta regresar?

—Obviamente que la gente, al no saber por qué había dejado de presentarme, creyó que me había mudado del país, que estaba viviendo afuera o algo así. Pero definitivamente la respuesta fue contundente cuando propusimos el evento. Se llenó y la gente me recibió con mucho cariño. Yo me siento muy bien y obviamente mi preocupación era saber con qué fuerza volvía. Desde el principio ha habido una evolución. Desde el principio hablo que empecé a trabajar hace un mes y un poco más. Es decir, la recuperación del diafragma, los músculos abdominales, el control de la voz.

—¿En algún momento pensó que el regreso tomaría más tiempo?

—Yo nunca dudé de que iba a volver. Pero sí dudé de si volvería en condiciones. Lo que pasó fue que volví pero no estaba al 100%, pero me di cuenta de que sí había posibilidades de una recuperación. Y de hecho, ayer (8 de noviembre), por ejemplo, hice números aquí en El Hatillo por primera vez desde el año pasado. Funcionaron.

Emilio Lovera habla con temple, con una voz suave y sonriendo a cada tanto. Los nervios no se notan. Apenas parece que vuelve a presentarse en Caracas después de tantos meses. Entra al escenario como si llegara a su casa.

—¿Cómo se prepara antes de comenzar una presentación? ¿Tiene algún ritual?

—Yo no tengo en absoluto ningún ritual. Sé que hay gente que hace cosas muy extrañas antes de subir al escenario. Pero yo nunca. Simplemente esperaba y cuando me llamaban me subía. A mí me preguntan ¿pero te subes así? Y yo digo… ¿y qué tengo que hacer? O sea, yo estoy aquí esperando. Si me dicen súbete, me subo y empiezo a hacer el show. Conozco unos que se ponen a hacer ejercicio. Unos que se meten un litro de alcohol. Otros que se meten otras sustancias y no necesariamente son humoristas, ¿ok? Cuando empecé me di cuenta de que si aguantaba las ganas de orinar era como más pila, más acelerado. Entonces cuando iba a subir me di cuenta de que tenía ganas y decía no. Voy después del show. Era como una recompensa para mí. Eso duró un tiempito, cuando trabajaba toda la noche.

—Cuando uno revisa su carrera y consigue personajes tan distintos como Jairo Restrepo, Chipina, Los Waperó, Caperufrino, Perolito y El Chunior encuentra que es uno de los comediantes más versátiles de la historia. Willy Mckey dijo en su crónica que usted ha sido el más eficaz para sacar sonrisas. ¿Qué opina?

—Si algo hice a propósito fue que mi premisa era que la gente se riera. O sea, nunca dije que iba a hacer una rutina de manera correcta, sin importar si la gente se reía o no. Yo hacía todo enfocado en hacer reír a la gente. Cuando no provocaba risa, yo lo cambiaba. Eso funcionó sobre todo en vivo. En la televisión siempre fui seleccionando características de cada personaje que ya daban risa por sí solas. Si una actitud da risa, así como una voz y una forma de caminar, imagínate los tres unidos en un solo personaje. Si no te reías de una cosa, te reías de otra. Pero te reías.

Lovera
El comediante viene de una gira en Europa | David Fernández Requena
—¿Cómo ve su pasado?

—El camino que he recorrido ha sido largo. Hubo éxitos, triunfos, reconocimientos del público, fama, mucho cariño. Eso me hace sentir bien. Me siento bien con la carrera que tuve, creo que sin salpicaduras extrañas, sin adornos extrañados. Decía Virgilio Galindo cuando le preguntaban por su época: “Es que mi época es esta. Mi época dejará de ser cuando yo muera. Entonces ya será la época de Virgilio Galindo”. Yo creo que tiene razón, mi época es esta. Imagínate que hablen de mi época y no incluyan a El Chutuber.

—En las redes la gente comparte muchas escenas nostálgicas de Radio Rochela, en especial cuando en medio de la improvisación hasta a los actores se les escapaba la risa, lo que hacía aún más divertidos los sketchs. ¿Qué recuerda de esa época?

—Definitivamente La Rochela marcó un estilo. El estilo de La Rochela es ese. O sea, te estoy engañando haciéndote creer que soy un personaje mucho más joven tatuado, con argollas y con pelo verde. Te estoy haciendo creer eso. Eso a mí me da risa, pero estoy tratando de soportarlo, de aguantarme para poder darte risa a ti. Pero después descubrí que lo que te da risa a ti es que yo me destornillo de risa porque estamos frente a frente tres tipos disfrazados, ridículos, haciendo esas tonterías, y eso se contagiaba. Eso se veía en el estudio y posteriormente en el televidente. O sea, la gente decía no sé de qué se ríen, pero me da un ataque de risa cada vez que los veo riéndose. Eso formó el estilo Rochela. Se parece mucho a Saturday Night Live, por el tipo de programa sketch.

—¿Cómo ha estado de salud?

—A finales de agosto, cuando fue el final del tratamiento, me hicieron una reversión de la colostomía y lo que llaman quimios de consolidación. Por supuesto que en esta época no trabajé pues me hacían exámenes de sangre semanales cada vez que iba, estaba tomando diariamente la quimio. Me inyectaban cada 21 días. Tenía una sola semana de descanso de quimio. Se me hacían todos los exámenes, y llegaban los exámenes para iniciar la siguiente semana. Esto fue como el ataque final a la enfermedad.

Ahora tengo que hacerme otra serie de pruebas. Todos los exámenes de nuevo. Pero esta vez sí estamos hablando de gastroscopia, colonoscopia, eco. Todo. Las pruebas de sangre, toda esta cosa para ver en qué estado estoy y ver qué más hay que hacer. Probablemente haya que hacer una cirugía adicional para las deformaciones que se hicieron en el abdomen. Estoy bien, pero tengo que seguir; y obviamente sigo con un protocolo de alimentación y una vida un poco menos agitada.

—¿Siente que es un victoria presentarse de nuevo después de otros intentos?

—Sí, exacto. Es muy grato reencontrarse con el público venezolano. Hay agradecimiento del que está aquí y el que está afuera, pues lo fuiste a visitar. Porque hay un esfuerzo adicional en salir. No es que lo compense el pago, porque imagínate, ir a Australia… me dices y lo pienso. Y yo no hago fiestas privadas, solo cuando se convoca al público en general, gente que viene a un teatro o casa de familia. Eso provoca que la gente te lo agradezca.

—¿Lo han intentado censurar otra vez? ¿Es un reto presentarse en este momento en Venezuela?

—Hay un momento en Venezuela en el que los espectáculos se están llenando. Hay que buscarle razones y causas. Cada quien tendrá su opinión. Si le preguntas al artista quizás diga que es porque tiene mucha calidad y convoca mucha gente. Cuando le preguntes al productor puede que diga que acertó en la escogencia de todo. Pero digo que hay causas adicionales. Una es, como te puedes dar cuenta, que los espacios de comedia han ido desapareciendo de los medios tradicionales.  Ya no hay el mismo grupo de comediantes ni de espacios. En televisión es casi nulo. Entonces lo que queda es el espectáculo en vivo. La gente que consumía permanentemente humor en Venezuela está buscándolo y lo encuentra en los teatros, en los salones, los clubes. En los sitios donde se presenta comedia. Asisten masivamentente.

Pienso que ahorita es un momento en el que quien se quiera presentar en Venezuela va a obtener mucha audiencia. Los costos obviamente no significan lo que eran antes. Quizás no vengan los humoristas colombianos o mexicanos como antes. No les resulta tan rentable. Pero para el venezolano está bien. Siempre ha tenido una partida para la diversión y el humor. Hoy en día, en la situación que vivimos, se necesita.

—¿Qué hace en su tiempo libre?

—Yo tenía un hobby, la navegación, y tenía una lancha. Pero la lancha se la robaron, la desvalijaron, la destruyeron. Entonces me quedé con la madera. Yo soy un carpintero aficionado. Me gusta mucho hacer cosas pequeñas como mesas, sillas, hago cofres, cajas.

—¿Emilio Lovera es un artista exitoso?

—Creo que cada quien tiene una medida para el éxito. Para algunos es tener mucho dinero. Otros quieren tener muchos premios, seguidores, centimetrajes en prensa. Pero creo que el éxito más importante para una persona es la satisfacción personal. Que te sientas bien con lo que has conseguido y que te sientas tranquilo. Que no te mueva la envidia o cualquier sentimiento malo. Yo me siento exitoso. Siento que produje una cantidad de espectáculos. Cuando miro hacia atrás se ve trabajo, se ve mucho trabajo, y esa cantidad de espectáculos me da satisfacción suficiente para sentirme seguro de lo que he hecho hasta ahora. Ahí hay parte del éxito. Pero yo conozco mucha gente exitosa que ha tenido esa satisfacción y no necesariamente es famosa. No necesariamente es conocida por Venezuela o por el mundo.

Emilio Lovera sale del escenario luego de imitar a Nelson Ned doblando su cuerpo y cantando como si fuese un profesional. La gente le aplaude de pie. Piden otra. Unos se van. Otros se quedan parados esperando o beben cerveza.

Regresa. El público enloquece, hay hombres que saltan.

Cerró con una parodia de la canción “Mercedes” de Simón Díaz. “Mercedes se está bañando en las orillas de un río. Mis ojos la están mirando, pero es de un amigo mío”, canta mientras mueve las manos jocoso para ilustrar a un mirón.

Termina y se despide. “Ahora sí me voy”. Y sale del escenario riéndose.

Emilio Lovera está de vuelta.

@Isaacgonzm


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