Rodríguez

Era una tarde de otoño de 2019 en Nueva York cuando su teléfono sonó. Estaba repartiendo comida, uno de los tantos trabajos que desempeñó desde que hace una década emigró a Estados Unidos buscando alguna oportunidad como actor. Lo llamaba su mánager para confirmarle que después de tres audiciones y varios meses esperando una respuesta, el personaje del venezolano Víctor Hugo Rojas, la pareja del diseñador Roy Halston Frowick, era suyo. A los 29 años de edad, Gian Franco Rodríguez sentía, por primera vez, que todo el sacrificio que había hecho desde que a los 21 años salió de la Costa Oriental del Lago, estado Zulia, valía la pena. Se emocionó hasta las lágrimas y llamó a su mamá, la única que sabía que había hecho casting para el personaje.

El 14 de mayo Netflix estrenó Halston, una miniserie de cinco capítulos basada en la novela Simply Halston de Steven Gaines, protagonizada por un genial Ewan McGregor y producida por Ryan Murphy. Una aproximación al hombre y no a la marca que construyó un personaje excéntrico, un niño triste de Iowa, considerado «el primer diseñador de moda superestrella de Estados Unidos».

La serie recorre una época glamorosa que se ubica en la Nueva York de las décadas de los años sesenta, setenta y ochenta, cuando Halston pierde el control del imperio que había construido desde el momento en el que Jacqueline Kennedy lució un sombrero suyo en la toma de posesión de su esposo, John Fitzgerald Kennedy. Una época de sexo y promiscuidad, de noches interminables de cocaína y tragos en Studio54, de éxitos y fracasos, a la que el sida le puso fin.

Dos años tiene Gian Franco Rodríguez en una Nueva York muy distinta a la que vivió en la serie. Llevaba ocho años en Los Ángeles, pero su mánager le sugirió pasar un tiempo, no más de tres meses, en la Costa Este. Y de inmediato sintió la diferencia: esa, la ciudad que nunca duerme, era más receptiva, había mejor ambiente y participaba en más castings, lo que realmente le importaba. Cuando llegó el momento de regresar a California, no lo dudó: se quedaba en Nueva York.

Su camino había comenzado 10 años atrás cuando su mamá quería ofrecerle mejores oportunidades a él y a su hermana Piera, conocida como Piera la Fiera Rodríguez, campeona mundial de peso paja de la Legacy Fighting Alliance (LFA). La situación política en el país empeoraba y la primera opción fue estudiar inglés. Pero mientras aprendía una nueva lengua, Gian Franco no abandonaba su interés por la actuación: desde pequeño siempre participaba en todas las actividades relacionadas con teatro, aunque no creía que de la actuación pudiera vivir. Y menos en la Costa Oriental.

Rodríguez
Rodríguez nació en Maracaibo el 26 de febrero de 1990

Hijo de zulianos, nieto de italianos, nacido en Maracaibo el 26 de febrero de 1990, fue en 2010, en Nueva York, cuando Gian Franco Rodríguez entendió que podía hacer de la actuación su profesión. Durante los seis meses que permaneció en la ciudad para estudiar inglés se inscribió en una academia. Regresó a Venezuela. Pero tenía claro que su futuro estaba en otro lugar. Y si quería ser actor tenía que prepararse. Mucho.

Abandonó sus estudios de Medicina en la Universidad del Zulia y de Diseño Gráfico en la Universidad Privada Dr. Rafael Belloso Chacín para instalarse, en 2012, en Los Ángeles. No tenía familia en Miami, tampoco en Nueva York. Apenas unos parientes lejanos en la Costa Oeste a los que no conocía, pero que tenía cerca. «Fue un año intensivo de clases de lunes a sábado en una academia muy costosa, pero básica». Después probó en otras escuelas de actuación. «Comenzar no fue nada fácil, sobre todo porque sentía culpa por haber dejado a mi hermana y a mi mamá. Somos muy unidos. Nos protegemos mucho», recuerda Rodríguez. Desde hace tres años no visita Venezuela. Pero dice que no extraña el país actual sino aquel en el que se crió, el que solo existe en su memoria.

Mientras estudiaba actuación en Los Ángeles vendió tickets para los tours por las casas de los famosos en Hollywood, fue traductor, mesonero, trabajó muchos años como Uber y también fue repartidor de comida. «Fue una etapa dura que me enseñó que la determinación es importantísima cuando quieres conseguir algo. Esos trabajos me consumían mucho tiempo, no tenía vida social. Me habría gustado compartir más con mis compañeros de clase, salir a bailar salsa en Nueva York. Pero no. Porque en las noches era cuando más dinero hacía como Uber. No había tiempo para rumbear».

Recibió clases con Ivana Chubbuck, profesora de Jared Leto, Halle Berry, Charlize Theron, James Franco, Elisabeth Shue y Matthew Perry, entre muchos otros. «Fue una etapa muy buena en la que aprendí mucho. Tenía clases una vez a la semana y el resto de los días ensayaba con mis compañeros. No era tan intenso».

A pesar de participar en muchas audiciones, las oportunidades en Los Ángeles fueron pocas. Hizo comerciales y actuó en varios cortometrajes. Rodríguez perdió la cuenta de los castings que hizo. «Es tal como lo retratan en la película La la land. Es la perfecta representación de querer ser actor en esa ciudad: sentarte en un cuarto con gente que se parece a ti, que luce como tú. Eso me hizo sentir raro muchas veces».

—¿Y llegó a sentirse frustrado?

—Claro, muchísimas veces. Vas a clases, te preparas, gente te dice que te botaste en la audición y no quedas. Te regresas a tu casa decepcionado. Cansado. Porque nunca hay un sí. Pero soy terco. Una vez leía una entrevista en la que Mark Ruffalo decía que había pasado por más de 400 castings y en todos le habían dicho que no. Y pensé: si a él le dijeron tantas veces que no, tengo que seguir aquí, insistir. Ir a clases me mantenía motivado, optimista y positivo. Hasta que en 2019 llegó el sí más importante.

—¿Cómo llegó a Víctor Hugo Rojas?

—Tenía cuatro meses en Nueva York cuando mi mánager me envió a la audición. Pero no era para el personaje de Víctor Hugo, era para una interpretación muy pequeña, un italiano que trabajaba para Halston que al final fue eliminado de la serie. Cuando leí la descripción de los personajes vi «Víctor Hugo, venezolano». Me pareció interesantísimo, se veía como una persona libre, extrovertida, una interpretación compleja, que es lo que uno espera después de formarse tanto. Y quise audicionar para ese papel. Mi representante preguntó si podía optar por los dos y dijeron que sí. Recibí los dos guiones y no tuve ninguna duda. Quería ser Víctor Hugo. Cuando llegó el día solo hice el casting de ese personaje. Fui la primera persona a la que vieron para ese papel porque las audiciones comenzaron dos semanas después.

—¿Cómo fue la preparación para la audición?

—Investigué mucho. Leí todo lo que conseguí en Internet. Estudié mucho su físico e intenté parecerme lo más posible a él. Lo único que no hice fue cortarme el pelo porque tenía otras audiciones que me lo prohibían. Vi documentales, analicé esos personajes malos con carisma que a veces hasta terminas queriendo. Para mí esa era la descripción más precisa del personaje que me tocaba interpretar.

—¿Era el debut que se imaginaba?

—Nunca. Es mucho mejor que todo lo que en algún momento hubiera imaginado.

A Gian Franco Rodríguez le costó procesar todo lo que estaba viviendo cuando comenzó a conocer los nombres de las personas involucradas en el proyecto: el director Daniel Minahan, quien ha estado al frente de episodios de Six Feet Under, True Blood, The Newsroom, Game of Thrones, The L Word Grey’s Anatomy; el productor Ryan Murphy, el hombre detrás de American Crime Story, Glee, Pose y American Horror Story, entre muchas otras. Pero cuando supo que el protagonista era Ewan McGregor, no lo podía creer. «Me pregunté cómo era posible que iba a trabajar con esta gente. Me dijeron que Ewan había visto mi audición y que había dicho: ‘Este es el tipo. Quiero trabajar con él’. Eso me hizo sentir muy bien», recuerda.

El fin de semana después de firmar el contrato todo el equipo se reunió para almorzar. El rodaje comenzó en febrero de 2019 y terminó en enero de este año debido a la pausa que impuso la pandemia. «Fue un grupo de ensueño, nunca me imaginé que el detrás de cámara sería tan bueno, que todos serían tan humildes, que nos íbamos a llevar tan bien». Reconoce Rodríguez que el director fue muy inteligente porque se aseguró de crear un equipo que se sintiera como una familia. De hecho, hasta hoy se encuentran y comparten historias por un grupo de WhatsApp. Y, también, les dio mucha libertad para desarrollar e interpretar sus personajes.

—Libertad que le permitió incorporar venezolanismos a su actuación.

—Por supuesto; de allí salen detalles como ‘párame bolas’, las arepas. En mi guion no había ni una palabra en español y yo las agregué porque de esa manera podía hacer de Víctor Hugo un personaje más auténtico.

—¿Cómo fue preparar al personaje? ¿Hubo diferencias con la audición?

—Lo que había mostrado en la audición era la base sobre la que tenía que trabajar. Pero luego el director me dio acceso a otras cosas, entrevistas, artículos de prensa, videos de Víctor Hugo que no están disponibles para el público. Y eso me dio muchas luces con respecto al acento, a la manera en la que gesticulaba. Pero lo más importante fue que me permitió conocer a un amigo de Víctor que me dio mucha información sobre él. Estuvimos más de dos horas hablando y me ayudó a entender no solo cómo se veía a sí mismo, sino cómo lo percibían los demás. Recuerdo que le pregunté: ‘¿Cómo lo describirías?’. Y me dijo: ‘Era la alegría. Todos querían pasar mucho tiempo con él’.

Gian Franco Rodríguez rebajó 10 kilos para interpretar a Víctor Hugo, pasaba mucho tiempo haciendo ejercicio y comía muy poco. «Lo más difícil de todo», dice entre risas.

—¿Qué le sorprendió del personaje?

—Cuando estudias actuación, en mi caso, siempre quise que llegara un personaje complejo, con muchos matices. Y jamás pensé que con Víctor Hugo llegaría todo al mismo tiempo: el villano, el prostituto, el intenso, el amante… Era todo lo que había querido interpretar en diversos momentos y se dio en una única oportunidad.

—¿Cómo fue la relación con Ewan McGregor? ¿Algún consejo que le haya dado?

—Ninguno porque nunca dije que era la primera vez que trabajaba para televisión. Me hice el loco. Llegaba y trabajaba como todos. Siempre me trató como su igual. Entre escenas compartimos mucho. En las que eran más exigentes emocionalmente nos sentábamos en silencio y cada uno se concentraba.

—¿Después de haberlo interpretado, de haberlo estudiado, estaban Víctor Hugo y Halston enamorados?

—Creo que vivieron una relación compleja en la que hubo, como en todas las relaciones, amor y desamor. También mucho rencor. Estuvieron 15 años juntos. Es mucho tiempo.

—No es el rol de un actor juzgar a su personaje, pero ¿qué opina sinceramente de Víctor Hugo?

—Mi trabajo fue tratar de que la gente entendiera sus acciones. Creo que era un tipo común y corriente. Una persona que emigró de Venezuela, de la que no conocemos su infancia, tampoco a su familia. No sabemos qué traumas traía, qué cosas le hicieron daño. Llegó a Estados Unidos para hacerse un nombre y estaba dispuesto a hacer lo que fuera por conseguir lo que se proponía.

—¿Se parece usted a Víctor Hugo?

—Prefiero no hablar de mi vida privada.

—En cinco episodios la serie trata de condensar la vida intensa de Halston, pero también de quienes estuvieron a su alrededor. ¿Siente que faltó más por contar? ¿Por qué apenas cinco capítulos?

—Fueron los capítulos que consideró la producción. Por supuesto que quedaron muchas cosas por fuera, sobre todo las de los personajes que pasaron por su vida. Pero al final es la historia de Halston y allí está la esencia de ese personaje condensado en esos cinco episodios.

—¿Era importante para usted hacer saber que, como Víctor Hugo, venía de Venezuela?

—Mucho. Porque no siempre pasa que le dan la oportunidad a un venezolano de interpretar a un compatriota. Sentía que tenía una oportunidad de oro. Eso me permitió meterle muchos detalles, agregarle guiños. Se dio la ecuación perfecta, como comenté antes, gracias a la libertad que nos dio el director. Y eso no se ve en todas las producciones.

—Desde hace dos años, una de las consecuencias del movimiento Me Too fue la creación del director de intimidad, ese que vela porque en las escenas de sexo no haya abuso y el ambiente sea lo más confortable posible para los actores. ¿Hubo un director de intimidad? ¿Cómo se sintió?

—En nuestro caso hubo un coordinador de intimidad. Una persona que siempre debe estar en el set. Fue muy profesional su apoyo. Está allí para guiarte en todo el proceso. Te da idea de la intención de la escena. Incluso te ayuda a escoger el vestuario adecuado. Y, sobre todo, está allí para hacer de intermediario. Es la persona a la que le puedes decir, con absoluta confianza, si algo te incomoda o no te gusta. Se asegura, además, de que en el set estén solo las personas que hacen falta. Ni una más. Eso me hizo sentir muy cómodo y seguro, así como la cercanía de Ewan, que hizo que todo fluyera de la mejor manera.

—¿Cuál fue el momento más duro durante el rodaje?

—La escena del hospital. Porque sigue siendo un tema doloroso hablar del sida y sobre todo de esa enfermedad en aquella época. El día anterior a la grabación vi muchos documentales y películas sobre el sida. Fue un día bastante pesado. Para mí era muy importante que esa escena plasmara las vivencias de los que pasaron por esa enfermedad y, por supuesto, representar a Víctor Hugo como esa persona que todo el tiempo trató de mantener su dignidad. Fue la escena que me quitó el sueño siempre.

—¿Qué sintió cuando se vio por primera vez en pantalla?

—Cuando grabamos nunca vimos absolutamente nada. Solo fotos. Jamás videos. Pero me tocó regrabar algunas líneas y lo hicimos en un estudio muy grande solo con el equipo a cargo del sonido, donde había una pantalla inmensa. Y verme allí me emocionó mucho. Recordé a ese muchacho de la Costa Oriental que no creía que la actuación podía ser una carrera, pero que persiguió su sueño. Mi niño interno, ese día que me vi, me dijo: ‘Cuando sea grande, quiero ser eso’.

Parte del elenco de Halston

A partir de Víctor Hugo escoge mejor las audiciones a las que va. A Gian Franco Rodríguez le interesan aquellas que le dan la oportunidad de desarrollar personajes complejos, esos a los que la gente les cuesta entender.

—¿Qué aprendió de Víctor Hugo?

—La fidelidad a sus ideas.

—¿Siente que ha llegado su momento?

—Sin duda.

—¿Cómo se lleva con el reconocimiento?

—Lo valoro mucho porque han sido años de trabajo para llegar hasta aquí. No leo las críticas, ni buenas ni malas. Fue algo que me dijeron Ewan y Krysta Rodríguez, quien interpreta a Liza Minelli. Y desde ese momento las evito. Mi trabajo no se puede basar en la opinión de un crítico.

—¿Qué le dice su ego?

—Queda mucho trabajo por hacer.


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