El mercader de Venecia
Uno de los ensayos de la pieza | Foto Leonardo Vega @soyvegaleonardo

Los grandes clásicos del teatro no necesitan invitación para volver a los escenarios. En ellos radica el origen de todo lo que es y piensa el ser humano en la actualidad, de lo que fue y nunca dejará de ser.  Bajo esta premisa el director y dramaturgo José Tomás Angola asumió, hace 8 meses, la dirección de una de las tragicomedias más emblemáticas de William Shakespeare, El mercader de Venecia.

Escrita entre 1596-1598, la pieza se estrenó en 1600 para presentar a unos personajes divididos entre la misericordia y la justicia. En esta versión de Juan Carlos Grisal, Angola representa esa gran dicotomía que queda reflejada no solo en la historia sino también en el vestuario de los actores que lucen prendas de época de colores blanco y negro.

El mercader de Venecia
Foto Leonardo Vega @soyvegaleonardo

A mediados del año pasado, Grisal le ofreció a Angola una versión que trabajó en talleres de dramaturgia durante la pandemia: quería explorar la posibilidad de montarla. Su única condición es que él quería ser Shylock. El director se lo respetó y apenas hizo cambios menores al texto, el cual le pareció que era una versión buena, muy cónsona con la pieza que mantenía el centro y el eje de la historia en cinco actos.

«Me pareció oportuno porque dije que además en esa época había un tema que subyacía en El mercader de Venecia que era interesante mostrarlo en Venezuela: el tema de la justicia, la venganza y la misericordia. Obviamente, bajo también el mal llamado antisemitismo que tiene esta pieza. La historia está rodeada de un manto que va acorde con la situación del mundo, los conflictos del Oriente Medio y la realidad. Me llamó también la atención el paralelismo del título de la pieza y nosotros: somos la pequeña Venecia o al menos así nos bautizó Américo Vespuccio», cuenta Angola.

El mercader de Venecia narra la historia de Bassanio, un noble veneciano que, tras despilfarrar su fortuna, le pide a su amigo Antonio, un rico mercader, que le preste 3.000 ducados. El préstamo le permitirá al joven viajar para cortejar a la rica heredera Porcia. Antonio, que tiene todo su dinero invertido en barcos, decide pedirle la suma a Shylock, un prestamista judío por quien siente un antaño desprecio y aversión.

Shylock acepta prestar el dinero con la condición de que, si no devuelve la suma en la fecha indicada, Antonio tendrá que pagar con carne de su propio cuerpo. A partir de este momento se suceden una serie de situaciones donde se plasman por igual el amor, la lealtad, la amistad, el odio, la venganza, la misericordia y la justicia. Una serie de eventos que también reflejan la avaricia, la intolerancia y los prejuicios étnicos y religiosos en un mundo que no ha cambiado mucho, a pesar de haber transcurrido un poco más de cuatro siglos desde que fuera escrita.

El mercader de Venecia
Shylock y su hija Jessica | Foto Leonardo Vega @soyvegaleonardo

Con funciones el 31 de mayo a las 6:00 pm, y el 1 y 2 de junio a las 4:00 pm en el Centro Cultural Chacao (CCCH), El mercader de Venecia tendrá también dos fines de semana en el Trasnocho Cultural. Serán 9 funciones en las que actuará un elenco conformado por Asdrúbal Blanco, Absalón de Los Ríos, Rut Gruber, Edisson Spinetti, Virginia Rivero, Julio César Arana, Miguel Ángel Treccia y Karla Mosquera. Actuaciones especiales de Carlos Abbatemarco como el Duque de Venecia y Gerardo Soto en los roles del príncipe de Marruecos, príncipe de Aragón y Tubal, el judío.

El mercader de Venecia
Porcia junto a su doncella | Foto Leonardo Vega @soyvegaleonardo

Lo pertinente de El mercader de Venecia

El mercader de Venecia, en palabras de José Tomás Angola, es un texto que resulta pertinente en la actualidad porque plantea una pregunta necesaria: ¿qué es más importante, la justicia o la misericordia? ¿Qué es más imperioso en un individuo: hacer justicia, lograr el castigo o perdonar? Cuando comenzó el montaje hace ocho meses no se imaginó que sería tan relevante el estreno de la obra. El proceso, asegura, los llevó a estar alineados con la situación del país. «La obra además tiene una conexión muy poderosa con el momento que se vive en el mundo. Creo que el tema de la misericordia es central».

El mercader de Venecia
Uno de los amigos de Bassanio | Foto Leonardo Vega @soyvegaleonardo

En el texto se presenta, por ejemplo, un monólogo de Porcia en el acto cuatro que habla de la clemencia; hay que oportunamente propiciarla, dice. Sus palabras resaltan la importancia de ser clementes porque si la justicia humana se quiere parecer a la justicia divina, la única oportunidad que tiene para lograrse es ser misericordioso. «Ese es un argumento muy poderoso que nosotros deberíamos conocer como seres humanos», comenta el director.

Shylock, el judío | Foto Leonardo Vega @soyvegaleonardo

En su visión de la historia no quiso, sin embargo, hacer una reconstrucción museística de lo que cuenta Shakespeare, aunque sí está ambientada en una época determinada. Es muy difícil, dice, contemporizar al dramaturgo porque su trabajo tiene una mecánica teatral que solo funciona para su tiempo. «Shakespeare opera en su tiempo pero no por eso deja que sus personajes, las reacciones, los motivos, los resortes emocionales internos de esos personajes tengan valor hoy en día. Lo que pasa es que los argumentos están planteados bajo ciertos mecanismos que solo ocurren en una época determinada. Eso sí, hemos querido actualizar la proposición plástica de la época. No la quiero ver desde una reconstrucción naturalista o documentalista de la Venecia del siglo XVI».

Por eso, en la obra se introduce videos bajo una óptica que tiende a un expresionismo particular. Angola buscaba una visión en donde el juego de las tonalidades del color, duotonos; los colores binarios en blanco y negro resaltaran las consignas con las que trabajó en la pieza. El escenario, añade, será blanco para que los personajes no solo se alejen del naturalismo sino que parezca que le hablan al infinito.

Bassanio | Foto Leonardo Vega @soyvegaleonardo

«Es un  momento de profunda distorsión porque mientras más se necesita la conexión, la solidaridad, la otredad, pensar, ayudar al otro, cada vez más nos encerramos en nosotros mismos. La obra tenía ese mensaje que queríamos manejar y lo estamos haciendo desde una manera plástica. No dudo que el espectador inteligente lo podrá sentir y ver pero no está llamado a que todo el mundo lo perciba así, lo va a percibir en un nivel profundo de su consciencia cuando vea la pieza», comenta Angola.

El amor, otro de los temas centrales de la historia | Foto Leonardo Vega @soyvegaleonardo

Hay espacio para todo

A pocos días de estrenar El mercader de Venecia, José Tomás Angola desconoce si la propuesta le gustará al público o no. Tampoco está claro sobre si tendrán un buen aforo porque él, como creador, jamás tiene idea de lo que piensa el espectador. «Nunca he tenido esa capacidad profética que algunos dicen tener. No tengo ni idea de lo que quieren. Yo sé lo que yo quiero y creo que hay una gran diferencia entre por qué soy dramaturgo y artista: sé lo que quiero decir y hacer. Si fuese productor tal vez tuviera más nociones de lo que quiere el público», explica.

El príncipe de Marruecos | Foto Leonardo Vega @soyvegaleonardo

En la cartelera teatral siempre hay espacio para todo, para el teatro bueno y el malo, afirma Angola. Sí cree, como director y dramaturgo, que hacen falta más clásicos en la oferta con una aproximación honesta de las piezas. El trabajo, a su juicio, se hace con cariño y convicción, pero sí hace falta un poco más de rigor en las propuestas que abordan grandes clásicos del teatro.

«Las salas de teatro venezolanas no están entregadas al teatro de arte, mucho menos al clásico, porque sienten que los auditorios están alejados de eso. Siento que hay público para todo y arrogarse a la idea de que uno como programador o como productor de una sala tiene la certeza de lo que quiere el espectador muestra habitualmente por qué las salas venezolanas fracasan. Se muestra una cosa que creen exitosas y no tienen ningún tipo de valor».

Porcia | Foto Leonardo Vega @soyvegaleonardo

No descarta, por el contrario, la necesidad de que haya propuestas efímeras, entretenimiento puro. «Insisto, es importante y debe haberlo pero no es lo único. También debe haber densidad, reflexión y profundidad. Las esferas del teatro de arte y el teatro clásico tienen que estar siempre presentes en el mismo sistema planetario en el que está el teatro de entretenimiento, comercial, musical. Todo tiene cabida. Y hay público y debe haber público para todo. Así se forma al público».

Solo en la variedad de ofertas y propuestas es que el público venezolano, en palabras de Angola, se formará un criterio. Aunque no está seguro de si las condiciones se darán para los próximos proyectos que tiene en mente, confía en que El mercader de Venecia, con sus 2 horas y 45 minutos de duración, encontrará su público.

Antonio, el mercader | Foto Leonardo Vega @soyvegaleonardo

«Por lo pronto sigo trabajando, soñando, leyendo, buscando y tratando de hacer, porque el asunto es hacer. No importa si al final lo que hagas no sale bien o si no funcionó, tienes que tener la capacidad de ser lo suficientemente honesto con lo que que haces. Y no por un tema de fama, reconocimiento o dinero. Eso lo puedes tener como legítimo en cierto tipo de cosas pero en el arte no, el arte es decir y hacer lo que sientes que debes hacer. Si no te escuchan o te prestan atención no importa, tú lo haces aunque seas una voz en el desierto, alguien la oirá. Y seguir, seguir y seguir hasta que nos quedemos afónicos con ese desierto».


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