El Chavo del 8 se transmitió de manera ininterrumpida durante 47 años / El Universal - México

Leonardo Padrón cuenta que de niño no se perdía ningún capítulo de El Chavo del 8. Era, recuerda, un profundo fanático y, décadas después, le conmovió ver que sus hijos también disfrutaban la serie, suspendida el 31 de julio en todo el mundo por desacuerdos entre Televisa, dueña de los derechos del programa, y Grupo Chespirito, propietario de los derechos de explotación de los personajes de Roberto Gómez Bolaños.

«Aún siendo adulto, si me lo tropiezo en la televisión, me pongo a verlo y me río exactamente igual que todas las veces. Es impresionante su poder de seducir a tantas audiencias. Hay chistes que son recurrentes, fórmulas hechas, pero te siguen produciendo el mismo efecto. Quico era mi personaje preferido. El actor Carlos Villagrán le otorgó unos gags gestuales extraordinarios», comenta el escritor venezolano.

Hasta ahora ni Emilio Azcárraga Jean, presidente del Consejo de Administración de Televisa, ni Roberto Gómez Fernández, hijo mayor de Roberto Gómez Bolaños, han dicho cuál es la razón de la suspensión.

Gómez Fernández solo tuiteó que su familia y él esperan que pronto Chespirito vuelva a estar en las pantallas del mundo. «Seguiremos insistiendo, y estoy seguro de que lo lograremos», dijo.

La explicación más clara por el momento ha sido la de Édgar Vivar, intérprete de Ñoño y el señor Barriga, quien indicó que Gómez Bolaños había firmado un contrato con Televisa en el que se acordó el usufructo de los derechos de los personajes y de su creación literaria hasta el 30 de julio de este año. «Casi seis años después de su muerte y no se renovaron esos derechos, la empresa Televisa no quiso pagar», afirmó. Gracias a esto, dijo el actor, los derechos de la serie regresaron a los herederos de Chespirito.

«Aún siendo adulto, si me lo tropiezo en la televisión, me pongo a verlo y me río exactamente igual que todas las veces», comenta Leonardo Padrón sobre El Chavo del 8 | El Universal – México

La primera etapa de El Chavo del 8 en Venezuela fue entre 1976-1979 y 1989-1993 en RCTV. Luego se mudó a Venevisión en 1994 y se mantuvo hasta 2015. Y antes de su repentina suspensión se transmitía por Televen, de lunes a viernes, a las 4:00 pm.

Ha sido tal su éxito que 47 años después de la primera transmisión los actores siguen generando noticias y el programa mucho dinero. En 2012 la revista Forbes publicó que desde el fin de las grabaciones Televisa había tenido beneficios de unos 1,7 millardos de dólares por las retransmisiones.

Para Padrón, el poder de El Chavo del 8 de llegar a millones de audiencias recae en características como la creación de personajes que encarnan arquetipos culturales que definen al latinoamericano o el aspecto conmovedor del Chavo, que representa la orfandad y el hambre que históricamente ha sufrido el niño de la calle de América Latina. «Pero la gran fortaleza está en el humor, atemporal, universal, y de una eficacia tan tremenda que ha traspasado varias generaciones», subraya.

El crítico de cine Luis Bond piensa en su infancia cuando habla sobre El Chavo del 8. Muchos, explica, crecieron viendo el programa como lo hicieron distintas generaciones con las caricaturas de los Looney Tunes, Los Picapiedras, Mazinger Z y Dragon Ball. «El Chavo no solo es la infancia de una generación sino la de muchas generaciones. Claro, tal vez a la vista del lente de la modernidad muchos chistes pueden ser considerados como tontos porque han cambiado los valores y la sociedad. Pero sin lugar a dudas es un testimonio importante de la infancia de muchos y de la televisión latinoamericana», explica.

También, señala, hay que tomar en cuenta que la presencia latinoamericana para los niños nacidos después de los 70 eran El Chavo del 8 y El Chapulín Colorado, así como, subraya, una generación de padres y abuelos crecieron viendo a Tin Tan o Cantinflas. «Era interesante ver algún tipo de programa de humor que hablara en nuestros códigos, donde pudiésemos ver cosas con nuestro humor tan particular. La viveza latinoamericana la vemos en El Chavo y El Chapulín. Además, ambos tenían muchas veces finales un tanto moralizantes. Dentro de todo dejaban un buen mensaje a los niños».

La transmisión de los programas se suspendió por desacuerdos entre Televisa y el Grupo Chespirito | El Universal – México

El periodista cultural Gonzalo Jiménez, quien escribe para la página web CNET en Español, define como un fenómeno transgeneracional a El Chavo del 8 y a El Chapulín Colorado, un logro, subraya, que pueden atribuirse iconos como Star Wars: «Pocos productos culturales pueden acreditarse tal honor. Hay varias generaciones de personas que se han vuelto fanáticas de El Chavo y El Chapulín. Creo que son el mejor ejemplo que existe en América Latina de ese fenómeno: se empezaron a transmitir en los años 70 y por el tema de los derechos y los royalties de transmisión que consiguió con Televisa llegó a toda la región. Se han mantenido más de 40 años al aire, por eso resulta tan dramático en cierta manera que dejen de transmitirse».

Jiménez considera que algunos de los elementos que explican el éxito de las series son la sencillez de las historias, un humor que recurre a los gags (las tortas en la cara o los golpes y caídas) y que a la vez expresan cierta familiaridad porque cada episodio de El Chavo y El Chapulín tienen la misma estructura. «Siempre hay un mismo tipo de desenlace para el humor», resalta. Otras características son frases que se popularizaron y que se repiten una y otra vez como «chanfles», «se me chispoteó», «fue sin querer queriendo» o «síganme los buenos».

«Al final, El Chavo tiene un trasfondo social muy duro: es un niño abandonado que vive en un barril, un señor como don Ramón que nunca logra pagar el alquiler, el noviazgo de doña Florinda y el profesor Jirafales que nunca termina. Es decir, existen ciertos elementos, esa dureza, ese trasfondo, duro y triste que hay en la serie, y sin embargo siempre hay un elemento de esperanza, de sonrisa y convivencia que es lo que hace entrañable la serie y por eso uno la ve una y otra vez. Creo que son elementos difíciles de replicar, no son fáciles de reproducir», explica Jiménez.

No obstante, el periodista agrega que otro motivo que puede justificar el fenómeno cultural de El Chavo y El Chapulín se halla en la relación de América Latina con México, que, dice, ha sido la gran escuela sentimental de la región. «Hoy en día se nota menos. Pero, por ejemplo, quienes crecieron en los años 60 y 70 pueden dar fe de que el cine mexicano primero llegó a las salas, pero luego se mantuvo en la televisión con mucha popularidad con artistas como Pedro Infante, Tin Tan, Canfinflas, María Félix; y luego todos los duros o rancheros de los 60 como Luis Aguilar o Piporro. Todo ese legado de formación sentimental, las rancheras, el cine y la televisión, que también incluye telenovelas, nos ha hecho tener un vínculo grande con México».

La escritora y crítico de cine Aglaia Berlutti destaca que los personajes de Gómez Bolaños han sido un reflejo de la imagen de los latinoamericanos. Por ejemplo, el doctor Chapatín, explica, representa a los médicos particulares de la región. «Lo mismo el Chapulín Colorado, que es realmente el superhéroe latino. Ahora de adulta entiendo la ironía: un superhéroe precario, lleno de problemas, pero que en aquel tiempo me dio una sensación que no tuve con los cómics de Marvel o DC, de los que era muy fanática. Con el Chapulín tuve la impresión de que cualquiera puede ser un superhéroe porque, de hecho, el chipote chillón era cualquier cosa».

El periodista cultural Gonzalo Jiménez considera que El Chavo del 8 y El Chapulín Colorado son un fenómeno transgeneracional | El Universal – México

Berlutti, que confiesa que no es fanática de Chespirito, resalta también los aspectos inocentes de los programas y la sensibilidad que Gómez Bolaños les impregnó. «El Chavo y toda su pandilla, los personajes de Bolaños, forman parte de un imaginario que incluye a El Zorro, que era parte de esas tardes. Todos estos personajes formaron parte de un momento irrepetible que no se pudo haber hecho antes porque hubiesen sido totalmente extemporáneos. Ahora mismo incluso se perciben con cierto anacronismo, pero en esa época eran perfectos para dialogar con un tipo de sensibilidad que ahora mismo nos parece muy extraña», dijo la crítico, que reconoce además que en la actualidad ciertos aspectos de El Chavo así como comportamientos de don Ramón o del profesor Jirafales podrían ser vistos como extremadamente machistas o clasistas pero, añade, al final son un retrato de una época descrito de manera muy inocente.

En Venezuela, opina Berlutti, los personajes de Gómez Bolaños son el reflejo de una infancia y una ingenuidad que se han perdido en el país. «Creo que uno de los logros de Bolaños que no se nombran fue educar a una generación para ser empática. Aunque ahora nos parezca súper racista, recuerdo que sus personajes eran muy humanos, amables. En Venezuela, donde somos tan chalequeadores, incluso agresivos de verbo, este tipo de humor más suave, delicado, súper sensible, de alguna forma es un referente de una parte televisiva que se explotó muy poco en esa época». Fueron los tiempos, resalta, de antes de la crisis y que se pueden ver con agrado. Los personajes de Chespirito, afirma la escritora, son parte de una infancia y un momento de la vida del venezolano que no van a regresar.

@Isaacgonzm


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