Infección no llegará a las salas de cine de Venezuela | Foto Cortesía

El director venezolano Flavio Pedota siempre se dijo a sí mismo que si iba a hacer cine, sería sobre lo que más disfrutaba ver en pantalla: zombies. Lo que no sabía en 2015, cuando culminó las seis semanas de rodaje, es que su película Infección (2019), que tiene más de 90% de las escenas grabadas en el país, no recibiría el certificado como obra nacional.

«Se nos fueron exigidos decenas de permisos y requisitos fuera de la Ley Cinematográfica, e incluso luego de cumplir sus injustas peticiones y entregarlos, no fue suficiente para lograr el estreno en las salas de cine nacionales», dijo Pedota en Instagram el 4 de octubre.

Cercana la fecha del estreno en Latinoamérica, programada para finales de octubre e inicios de noviembre, Pedota decidió denunciar lo que considera censura. Estuvo nueve meses entre correos, entrega de documentos, diligencias y proyecciones de la película a las autoridades del Centro Autónomo de Cinematografía Nacional (CNAC), que preside el constituyente Roque Valero. Desde hace tres semanas el ente ha dejado de contestarle.

Es la ópera prima del director de 31 años de edad nacido en Maracay. Una epidemia de rabia se expande por el país, desata el caos y llega la muerte rápidamente. Un médico venezolano que está en Mérida, luego del brote, decide ir a Aragua para asegurarse de que su hijo se encuentre a salvo. En el recorrido se consigue con obstáculos que dificultan la reunión, con seres que perdieron la humanidad y ahora son caníbales. Vive en un país en ruinas. Pedota no omitió referencias a la crisis social, política y económica en las que está inmerso el país.

«Quería hacerle un homenaje al género que me gusta tanto. Me parecía genial poner este tipo de situación en Venezuela y ver qué desembocaba esta crisis en distintos aspectos: el área militar, la salud pública, la prensa, etc», explicó.

La escribió a cuatro manos junto con Yeimar Cabra. El elenco está conformado por Leonidas Urbina, Magdiel González, Rubén Guevara y la australiana Genna Chanelle Hayes. Las escenas se grabaron entre Mérida y Aragua. Pedota emigró a México en 2017, lo cual lo obligó a buscar coproducción para culminar la realización del filme.

—¿Por qué emigró?
—Emigré por lo mismo que lo hacen todos. Cada vez tenía menos trabajo. Se me hizo muy difícil conseguir al equipo especializado para terminar de producir la película. No había nadie en Venezuela. Era un rollo. Decidí buscar afuera los coproductores que me ayudaron a terminarla.

—Es decir, la coproducción con México llegó después.
—Es correcto. Los mexicanos entraron al final.

—En marzo, cuando fue el estreno de la película en el Festival de Cine Internacional de Guadalajara, en México, ya preveía la censura en una entrevista con este periódico. ¿Ya tenía problemas en ese entonces?
—En marzo ya tenía problemas. El proceso de por sí no es el más rápido del mundo. Es bastante burocrático. Pero hubo problemas. No sé si ellos ya sabían de qué iba la película, pero desde que la vieron por primera vez en marzo se ralentizó todo. No nos respondían los correos. Fue horrible.

—Habla de nueve meses de intentos. ¿Qué es lo que ha pasado en ese tiempo?
—Ha sido una búsqueda del gato y del ratón para encontrar una justificación y negar el certificado. ¿Qué necesitas para que te den la cédula? El acta de nacimiento que dice que eres de Venezuela. Lo mismo pasa con las películas. La cédula de quién dirige, la de las personas del equipo de trabajo y de la mayoría de los involucrados. Con eso, la película ya es venezolana.

Presentamos eso y decían «Falta el permiso de menores», a lo que nosotros respondimos que no estaba en la ley; y nos dijeron: «Igual lo podemos pedir». Mandamos el permiso del menor. Luego nos pidieron la justificación de un avión y explicábamos que el avión se hizo con tecnología. Cosa por cosa, se fueron demorando muchísimo. Hasta que llegamos a la fecha de estreno y decidí hacerlo público.

—¿Qué les pidieron fuera de la Ley de Cinematografía?
—Nos pidieron el permiso de los menores. Cuando lo entregamos nos dijeron: «Perfecto, eso es todo lo que hace falta. Ahora la tiene que ver la presidencia del CNAC. Para ese momento era Aracelis García Reyes». Se lo mostramos y dijo «Ahora lo tiene que ver el ministro Villegas, lo tiene que aprobar». Lo que pensé fue que en qué parte de la ley dice que el ministro tiene que ver películas para darle el certificado, ni que él fuera el regulador. Es una locura.

Luego cambiaron el CNAC, ahora a cargo de Roque Valero. Nos pidieron el permiso de la PNB, que lo entregamos; el de una estación de gasolina de Pdvsa que aparece, y también lo dimos. En esas se afincaron muchísimo y tardaban una semana en verificar todo. Ahora se les acabaron las excusas y más nunca nos respondieron.

¿Alguna persona del CNAC se ha comunicado con usted después de la denuncia?
—Nadie. No les importa, no existo. Andan supuestamente ofendidos por lo que yo publiqué. Pero igual no me dan el certificado. Estoy esperando. Ellos no han dado respuesta oficial. Esto es un veto cobarde, porque no me han aplicado nada. Ninguna ley. No saben qué hacer, porque no tiene sentido. Estoy pensando cuál permiso o qué van a decir ahora. Me han llegado rumores que puede ser la ley del odio.

—La misma que le aplicaron a Chavismo: la peste del siglo XXI, de Gustavo Tovar-Arroyo la semana pasada.
Creo que me van a hacer eso a mí, pero no es oficial. Ellos no se han manifestado. No dicen nada.

—Su película es la historia de un padre que intenta salvar la vida de su hijo en medio de una epidemia de rabia en Venezuela que convierte a los infectados en zombies. ¿Por qué cree usted que fue censurado?
Porque Infección muestra una realidad y una crítica con alegorías y reflexiones sobre las cosas que suceden en Venezuela, como el desabastecimiento, la desinformación, el abuso de poder, las acciones dictatoriales de quienes están en él; hay alegorías hasta de la migración. Eso pone en una situación incómoda al gobierno. Ellos no soportan la crítica. Esa es la única razón por la cual están frenando el estreno en Venezuela.

—Ya que sabe que no se podrá estrenar en las salas de cine, ¿piensa traerla a Venezuela por otras vías?
—Sí. Estoy trabajando en una plataforma que no me afecte la distribución en otros países y poder proyectarla en mi país. Estamos buscando la forma de que sea en noviembre.

—¿En qué países de Latinoamérica se estrenará?
—Bolivia, Chile, en algunas salas alternativas de Colombia, Brasil y Paraguay el 31 de octubre. Guatemala y Perú en noviembre.

—¿Tiene proyectos en mente? ¿En qué cosas anda ahora?
—Estoy trabajando en mi segunda película. Casualmente estaba en conversaciones en Sitges, donde la película participó en el festival de cine, y estaré publicando a medida que vaya pasando el tiempo. A finales del año que viene quiero rodar. Es una película de ciencia ficción que se mantiene en el género del horror y está en desarrollo. Pasaremos por una serie de opciones de financiamiento en México y fondos iberoamericanos.


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