Andrés Lasso

En 2019, Andrés Vicente Lazo Uslar pensaba tirar la toalla. Los pensamientos que lo acompañaban no eran los más alentadores, pero su música comenzaba a ser reconocida. Tal vez no tanto como Lasso deseaba: había un público que creía que su obra merecía más, y también, como él, sentían algo de frustración.

Hace seis años en el video de «No me trates de olvidar» un fanático comentó en Youtube que no entendía cómo Lasso no era más conocido, más famoso. «Necesitamos más música de este tipo, que nos llegue al alma», se lee en esas dos líneas.

Es un tema muy querido por Andrés Lazo. Poco antes de la pandemia dijo que era la mejor canción que había escrito, y se extrañaba de las pocas reproducciones que había tenido. Ahora suma 5,7 millones, una cifra que muchos compositores anhelan, pero que es poco cuando se compara con «Un millón como tú«, su gran éxito de 2019, que acumula 108 millones de reproducciones en Youtube.

Estrenada en enero de 2019, el tema que canta junto con la chilena Cami representó ese antes y después por el que todo músico cruza los dedos, esa canción que todos esperan que reviente las carteleras, sature las emisoras, repita en las listas de reproducción y se instale en la memoria de fanáticos y no tanto.

No fue un tema dedicado a Sheryl Rubio, su exnovia, como muchos pensaron. La letra de la canción la escribió cuando la relación estaba bien. Se inspiró en pensamientos que surgieron cuando veía a The Killers en concierto, específicamente cuando cantaban «Just Another Girl», cuyo video apenas tiene 77 millones de reproducciones. Fue una semana antes de grabar el tema cuando la actriz decidió poner punto final a una larga relación.

Henrique Lazo, su hijo Lasso y Arturo Uslar Pietri, hermano del abuelo materno del cantante

Si pensaba en abandonar, los números fueron ese susurro que lo llevaron a mantenerse en pie. Ese año pasó de un promedio de 60.000 reproducciones en enero en Spotify a 1,8 millones diez meses después. Ya para agosto de 2021 eran 2,6 millones, en 2023 son 7,6 millones.

Antes, «Te veo» había sido una carta de presentación que, incluso, lo llevó a Perú, algo que lo sorprendió. Su música comenzaba a conocerse fuera de Caracas, de Venezuela; esa ola en la que se subió en 2019 hizo que sus notas y acordes llegaran mucho más lejos.

Nacido en Caracas el 18 de febrero de 1988, es hijo del locutor, cineasta y músico Henrique Lazo y la diseñadora Carolina Uslar, hermano mayor de Carlota. Su historia es la de un muchacho poco popular en el colegio Jefferson que décadas después se vuelve tendencia cuando estrena canción o anuncia una gira, como la que comenzó el viernes 2 de junio en Venezuela, que incluyó 13 ciudades, y que concluye este sábado 1° de julio en el estadio de fútbol de la Universidad Simón Bolívar. El mismo lugar donde el 17 mayo de 2011 se presentó por primera vez como Lasso. Esa noche abrió el show de Miley Cirus.

Todo ha cambiado. Desde ese 2019 cuando tenía 31 años de edad, a este 2023 en el que tiene 35. Ha trabajado mucho para ser el artista que es hoy. Quienes lo conocen no sólo coinciden en su pasión por la música, también en lo trabajador que es. Durante el confinamiento, en una entrevista vía streaming transmitida por Unión Radio, su papá le dijo: «Tú trabajas como si no tuvieras talento». En el famoso programa de entrevista Entregrados, de Manuel Ángel Redondo, una de sus preocupaciones era beber demasiado, la clave del show. Tenía que trabajar al día siguiente.

Su primo Rodolfo Moleiro, uno de los fundadores de Cusica, cuenta que cuando jóvenes podían invitarlo a la playa, pero si tenía que componer, ensayar o grabar, no había quien lo convenciera de meter los pies en la arena y entregarse a la rumba.

Andrés Lasso

Andrés Lazo reconoce que es apasionado y con muchas expectativas propias que le generan ansiedad. Busca la tranquilidad y no para de trabajar. Así se le dijo al sacerdote y amigo Elías Sayegh en el podcast God’s Plan en un capítulo publicado en enero de 2022 sobre cómo alcanzar los sueños.

Se conocieron en la niñez, compartieron en fiestas en las que Andrés solía sacar siempre la guitarra y, para el momento de la grabación, tenían 12 años sin verse. A Andrés le gusta mucho la malta, por lo que, para la sesión, el sacerdote le ofreció una. Lasso dijo que no, eligió agua. Tenía que bajar unos kilos para un videoclip.

«Cuando lo contacté para el encuentro fue sumamente receptivo. Hizo un gran esfuerzo. Grabamos a las 11:00 pm después de un ensayo. Venía llegando ese mismo día del aeropuerto de Maiquetía. Luego de la grabación, había en su agenda otra actividad. Tiene mucha exigencia consigo mismo», comenta el sacerdote, complacido además por la profundidad de las respuestas durante la conversación.

En varias entrevistas, Andrés Lazo suele recordar esos años inciertos de juventud. Dice que era feo. Y no recuerda ningún amor de la adolescencia.

Hoy es uno de los cantantes venezolanos más populares del pop latinoamericano. Hay quienes dicen que protagoniza un fenómeno similar al que encabezaron en los noventa los hermanos Primera, esos momentos en los que Servando y Florentino dejaron afónicas a miles de seguidoras capaces de hacer lo inimaginable por llegar a sus conciertos y cantar sus temas.

En el show que ofreció en diciembre de 2021 en la Concha Acústica de Bello Monte, muchas le gritaban suegro a Henrique Lazo cuando paseaba entre las gradas del área VIP. Algunas fanáticas mostraban carteles en los que se leía desde dónde habían venido: Guárico, Portuguesa, Monagas , Zulia…

Andrés Lasso

Las pasiones

Quienes crecieron con Lazo reconocen dos pasiones: la música y el fútbol. Uno de sus héroes es Lionel Messi y, antes de Qatar 2022, solía lamentar que el argentino no hubiera podido alzar la Copa del Mundo. En diciembre del año pasado quedó complacido.

A los ocho años de edad podía estar pendiente del gol de su equipo favorito, pero también emocionarse con una canción de los Beatles o los Rolling Stones. No es de extrañar, su padre es un beatlemaníaco confeso, de esos que comparte sin pausas datos y curiosidades de los cuatro de Liverpool. De hecho, fue quien le regaló la guitarra PRS, uno de los mejores obsequios que ha recibido en su vida. Fue también el papá el que invitó a Asier Cazalis a cenar a casa para que conociera a su muchacho. El cantante de Caramelos de Cianuro no solo firmó autógrafos, sino que lo enseñó a tocar «Las estrellas» y «Verónica».

Las firmas del Cazalis que regaló entre compañeros aumentaron la popularidad del muchacho feo. Durante sus años de adolescencia en el colegio Jefferson era del grupo de los introvertidos. Estaba entre los más altos del salón -ahora mide 1,85 metros-, con una dentadura de la que no se sentía a gusto hasta que la ortodoncia hizo su trabajo.

Quiso ser futbolista, pero poco a poco se dio cuenta de que cuando participaba en eventos escolares, la tarima tenía un poder seductor que con el tiempo fue descifrando. Vivía entre aulas y pensamientos alrededor de la guitarra. En esa juventud, las bandas de punk eran una constante. Con Enrique Márquez París, primo segundo y amigo, escuchaba agrupaciones como Blink-182, Rufio o Funeral For a Friend. Se reunían para sacar canciones, pensar en aquellas que tocarían con sus respectivas agrupaciones. Discutían sobre cuál modelo de guitarra era mejor, así como qué amplificador o pedal era el más idóneo.

Tenían alrededor de 15 años de edad. Enrique era el guitarrista y uno de los cantantes de Punk Society, pero en realidad no era tan bueno como vocalista. Veía que Andrés era mucho mejor y lo invitó a sumarse a cantar. Aceptó y comenzaron los toques; finalmente los dos amigos en los que durante tantas tardes imaginaron interpretar sus propias canciones, ahora lo hacían juntos en tarimas caraqueñas.

Se presentaron en los festivales colegiales organizados por la Fundación Nuevas Bandas, en eventos de Zona Escolar y en shows similares que dan oportunidades a grupos emergentes. También figuraron en carteles con nombres como Sónica o Fauna Crepuscular. La idea era abrirse camino en la movida musical caraqueña, iban en serio. Henrique Lazo era un guía para los muchachos, e incluso los ayudaba a cargar los equipos durante los shows.

La etapa con la banda terminó, aunque no cesó el ímpetu por la música de ninguno de los dos. De hecho, Enrique formó parte de otras bandas y actualmente es un guitarrista virtuoso. Con la firma de Paaris ha editado dos EP con ese bagaje del rock progresivo, metal y hard rock.

Adiós a los números

Andrés terminó el colegio e inició el camino de la vida universitaria. Ingresó a las aulas de la Universidad Metropolitana para convertirse en Ingeniero de Sistemas, una carrera atractiva para muchos en una época de furor tecnológico por la computación e internet.

Pero no se sentía a gusto. El misterio de los números le parecía inalcanzable, las matemáticas eran un terreno al que entraba por obligación.

Se inscribió entonces en una electiva llamada Apreciación musical, en la que conoció al profesor y músico Bartolomé Díaz, un guitarrista experto en el cancionero venezolano del siglo XIX.

En las lecciones de guitarra no era tan organizado, o mejor dicho, no estaba tan alineado con la estructura académica con la que se trataba el instrumento en la asignatura. En cambio, era un lince en apreciación musical del repertorio pop. No era mucho lo que tenía que aprender.

Había estado expuesto a tanta música en casa desde muy pequeño que cuando sus compañeros escuchaban por primera vez un disco considerado obra maestra, Andrés Vicente había repasado hace mucho esas notas del rock, de la psicodelia o los entramados progresivos. Sabía los nombres de los músicos participantes de un álbum y también de los artistas invitados.

Eso llamó mucho la atención del profesor, quien veía un genuino interés en el joven entre la treintena de estudiantes. De hecho, califica como un trabajo cercano al de un erudito lo que Andrés escribió sobre «American Pie» de Don McLean, ese testimonio panorámico de la historia del rock en Estados Unidos. Apuntó muy bien la referencia a la trágica muerte de Buddy Holly, Ritchie Valens y The Big Bopper en las líneas que dicen and the three men I admire most.

Había una sintonía absoluta con la palabra por las referencias del género. Ya se notaba en él una energía agotadora, una entrega absoluta al llamado que le hacía la música. El objetivo era hacer las cosas bien y encontrar un lenguaje propio entre tanto conocimiento y entusiasmo. Por eso, al profesor no le extraña que en su carrera confluyan esas referencias de los Beatles, Beach Boys o Led Zeppelin.

En esa época universitaria Andrés Lazo formaba parte de Karnavali, agrupación de la que era cantante, y en la que estuvo también Alberto Arcas, actual líder de Okills, que en aquellos tiempos tocaba el bajo. También estuvieron el guitarrista Richard Hayling y el baterista Tony Alda.

Con esa banda se presentaron en Sake Bar, la Universidad Simón Bolívar y Hard Rock Café cuando quedaba en el Sambil de Chacao, Caracas.

De esa época todavía se consigue en Youtube el registro de una canción titulada «Agatha Hall», así como grabaciones muy precarias de su participación en el Festival Nuevas Bandas 2008, edición que ganó La Vida Bohème.

«Era una persona con muchas ganas de hacer canciones. Siempre ha sido un chamo que trabaja mucho. Éramos jóvenes, queríamos hacer música, tocar en vivo y trascender», recuerda Alberto Arcas desde México. Siempre tenía ideas nuevas, con facilidad para crear y trabajar. «Cualquier persona con esas cualidades está destinada a que suceda algo chévere en su vida».

Pero Karnavali también llegó a su fin, y Andrés comenzó a trabajar en la idea de seguir un camino en solitario cuando ya no tenía sentido continuar en la universidad.

 

Andrés no tenía mucha experiencia en lenguaje musical, pero se estaba atreviendo a crear algunas partituras. La primera vez que se las llevó al profesor, Bartolomé Díaz le dijo que no servían. En lugar de frustrarse, atendió muy bien la recomendación de trabajar más las estructuras y los giros melódicos. Andrés le pidió ayuda, y él siempre estuvo dispuesto a seguir apoyándolo en lo que consideraba pertinente, pero no aceptó ser su productor, como el entusiasta cantante deseaba. No se veía trabajando en un álbum pop. Eran otros sus intereses.

Díaz le recomendó los estudios de Sonofolk, en Sartenejas, bajo la dirección de Francisco «Coco» Díaz, entonces tecladista y productor de Desorden Público. Francisco hizo clic inmediatamente con el joven. Entendió muy bien lo que necesitaba.

Allá se comenzó a concretar Sin otro sentido (2011), el primer disco de Lasso. Fue el momento en el que sustituyó la z de su apellido por dos s; una etapa en la que le dio forma a todos los detalles de su nueva identidad musical, hasta el logo que identificaría su marca, diseñado por Ivan Almaral. Todo con la clara determinación de fortalecer el propio camino de un joven con un apellido reconocido en la cultura pop venezolana, no solo por su papá, sino por su tía, la actriz Mimí Lazo.

Su objetivo conllevaba sacrificios, como hasta hoy. En aquel entonces vendió su carro. Así pudo pagar las horas en el estudio. Ese álbum debut fue también una reunión con viejos compañeros. No solo el profesor Díaz grabó con su guitarra barroca, también Alberto Arcas hizo algunos coros, al igual que en los créditos se lee un nombre ahora también famoso: Agustín Zubillaga, sobrino del docente y actualmente miembro de Lagos, que también integra Luis Jiménez, uno de los grandes amigos de Lasso, al igual que el comediante Nacho Redondo.

Uno de los primeros en escuchar la ópera prima de Lasso fue Max Manzano. Ambos se conocen desde la primera década del año 2000 cuando tocaban en la movida punk o del nu metal. Ya en 2008 Manzano formaba parte de la Fundación Nuevas Bandas y era un entusiasta de la participación de Karnavali en el festival. En 2011, Lasso fue hasta su casa para mostrarle cómo había quedado el disco. El cantante lo invitó a subir a su carro y puso un CD quemado con lo que había grabado en Sonofolk.

«Conversamos y le pregunté por qué entrompar esta fase solista sin formato banda. Me dijo que él quería hacer las cosas a su propio ritmo, es decir, ir a un paso continuo con determinación absoluta y de lleno con la música. Me preguntó qué me parecía ese nuevo material y le respondí que, aunque iba a extrañar su lado más rockero, con esto definitivamente iba a pegarla en distintos targets; ahí me dijo que le diese un mapa de qué radios podrían estar interesadas en rodar esta nueva faceta. Después pregunté sobre el nombre del proyecto, y me dijo que pensaba ponerle Lasso, con doble s. Era su apellido modificado, pero también como la canción de la banda Phoenix. Le eché vaina diciéndole que el rock aún seguía en él», rememora.

Un año después su rostro se vio en la televisión a través de Televen. Protagonizó con Josette Vidal la telenovela Nacer contigo. La productora independiente que llevaba el proyecto buscaba a un joven cantante que pudiera actuar y Luis Fernández, esposo de su tía Mimí Lazo, le dio el nombre de Lasso a José Simón Escalona, productor y encargado de la adaptación de la historia. «A pesar del cansancio por las largas jornadas de grabaciones, y luego sus horas de estudio de música para seguir produciendo sus canciones, siempre estuvo atento. A veces se sintió algo perdido, decepcionado porque deseaba dar más, porque aprenderse las 20 escenas diarias era un enorme reto para un debutante, pero su trabajo fue magnífico», comenta el productor.

Juegos, valores y negocio

Lasso abrió el concierto de Jonas Brothers en Ciudad de México

Lasso actualmente vive en México, país al que se mudó luego de haber sido firmado por Universal Music México, sello con el que ha editado tres de sus cuatro discos de estudio. A comienzos de año anunció que estaba en trámites para obtener la nacionalidad mexicana.

Mucho ha cambiado desde entonces. Continúa la pasión por las bandas de rock de siempre, como los Beatles, Police o Blink-182, pero también habla sin prejuicios de Bad Bunny o J. Balvin. Admira a ambos, pero prefiere al puertorriqueño. En redes sociales le sigue la pista tanto a Siddhartha como a Tom DeLonge, así como a Becky G, Luis Fonsi, Ed Maverick, Sting, Okills y Carlos Imperatori. También está pendiente de esas cuentas creadas por sus seguidoras en su honor, así como de nuevos artistas como los venezolanos Yadam o Carmen De León.

Le siguen gustando los videojuegos y los Lego, y también ha aprendido a invertir. Es uno de los socios de Cúsica, una de las productoras de conciertos con mayor crecimiento en Venezuela en los últimos años.

Cuando habla, dice muchas groserías. Su papá se lo ha reclamado, y algunos patrocinadores le piden, por favor, que lo controle durante los conciertos con poco éxito.

Suele dormir bien y probablemente haya durado 24 horas sin descansar por cuestiones de trabajo. Detesta a la gente deshonesta, y recomienda siempre hacer las cosas con pasión. Cuando le preguntan por una película, suele contestar Legalmente rubia; más que una comedia, Lasso subraya cómo cumple sus sueños una mujer que fue subestimada.

En la entrevista en Entregrados afirmó que no le gusta ser infiel por el daño que se le hace a la otra persona. Tiene una regla: no se involucra con fanáticas. Considera que hay una posición de poder que es incómoda e injusta. Esas palabras fueron elogiadas en su momento por redes.

Andrés Lazo hace todo lo posible para estar al tanto de cada detalle de su carrera. Incluso, cuando toca negociar con los anunciantes. «Se involucra en gran parte del proceso y le gusta estar al tanto de los detalles, quiénes son los contactos detrás de esas negociaciones. Sabe lo que quiere y todo el esfuerzo que tiene que hacer para lograrlo. Entiende perfectamente que es el talento y el jefe de su marca personal, pero que también es su propio empleado. Se cambia la cachucha cuando es necesario y con una muy buena actitud», afirma alguien que ha estado en esas conversaciones.

Durante los conciertos, el nivel de organización es muy profesional. Cuando la gira es por Venezuela, suelen salir de madrugada y así evitar problemas por cualquier contratiempo.

En el tour 2022 fueron dos camionetas van las que se usaron. Para esa gira, los músicos estudian en casa las canciones. Todo de oído. Luego vienen los ensayos de la banda para montar los temas. Por lo general, no son más de dos sesiones en las que acompañan al cantante. Luego es el encuentro con Lasso antes del show para afinar detalles, cuadrar alguna dinámica especial en tarima, como la que planearon para «Diferente», que incluía la interacción del público.

El guitarrista Luis Gerardo Moreno formó parte de la banda de Lasso en la gira del año 2022 por el país. «Él está cuando debe estar. Se toma su tiempo. Primero es el montaje de la banda y luego le avisan cuándo debe sumarse.  Su equipo técnico hace el montaje de sus instrumentos y pedales. Nosotros hacemos lo propio con nuestros equipos. En algunas ocasiones llegué a probar su guitarra para dejarla lista. Cuando todo está organizado, se le avisa y llega al instante».

Recuerda que después de los conciertos, Lasso es el primero en salir del escenario mientras los músicos siguen en tarima. Cuando la banda termina de tocar ya él va rumbo al hotel. «Si no se va, la gente sabe cómo llegar a él. La idea es salir lo más rápido posible porque si no, no podrá salir nunca. Debe descansar. Nosotros si nos podemos quedar un rato más en el camerino. Pero los últimos días de cada semana de gira, sí nos quedamos para hacer una evaluación y afinar detalles».

Hay momentos que recuerda con emoción de esos días: «Uno está ahí para que el artista brille, pero siempre le voy a agradecer algo. Sentí que en los momentos que lo ameritaba había espacio para que yo brillara con algún solo de guitarra. Pasó con el tema ‘Kamikaze’. Me fui al frente de la tarima con él. En mi caso el trato fue siempre muy bueno. No lo sentí engreído, esa imagen que uno puede tener del artista posicionado. Nada que ver».

Lasso no ha dejado de ser Andrés Vicente, el muchacho introvertido, disciplinado y perseverante, amigo de sus amigos que mucho ha tenido que sacrificar para estar hoy en el lugar donde siempre imaginó estar.

Andrés Vicente Lazo Uslar se consolida como uno de los referentes del pop en la industria hispanoamericana. Desde su ópera prima, Sin otro sentido, ha mantenido el respeto por la música, su inquietud por la exploración, su constante búsqueda de la perfección en la ejecución y en la composición. Y ha sabido rodearse de las mejores personas para llegar a buen puerto.

Doce años después, con su álbum Eva, presenta un sonido que consolida su propuesta musical, en la que muestra admiración y reverencia por sus referencias sin ignorar los gustos de las nuevas generaciones. Queda camino por recorrer, acordes por construir, escenarios por pisar; la de Lasso es una carrera que promete mucho más. Andrés Vicente sabe lo que quiere y cómo lograrlo.


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