La casa de papel
Foto Archivo

“Hemos querido producir un electroshock. En esta temporada vamos a desfibrilar al espectador en su sofá”, así presenta Álex Pina, creador de la serie, la cuarta temporada de La casa de papel, en la que se pretende mover el universo emocional de la audiencia.

La casa de papel, el atraco más atrevido de la historia, alcanza su punto álgido con el estreno, el próximo 3 de abril en Netflix, de una cuarta temporada en la que el caos y la tensión desatan la locura dentro de la dividida banda del famoso Profesor.

La temporada será más salvaje, más emocional y, como cuenta el equipo creativo y de dirección de la serie compuesto, en esta ocasión, por Álex Pina, Javier Gómez y Jesús Colmenar, será la parte que provoque “el shock más grande de las cuatro temporadas”.

“Esta serie es como una montaña rusa. En esta temporada hemos intentado modular y parar el ritmo para saborear las historias de los personajes. En medio de un caos brutal, quisimos hacer una subida donde nos llevamos al espectador para luego provocar una bajada salvaje en la segunda mitad de la temporada, donde realmente lo íbamos a golpear”, relata Álex Pina.

Y añade: “Hemos querido producir un electroshock. En esta temporada vamos a desfibrilar al espectador en su sofá. Hemos jugado más que nunca en el alambre, con el riesgo y con el peligro. Siempre hemos dicho que jugamos en la sala de guion a pegarnos un tiro en el pie, en el sentido de que buscamos situaciones irreversibles y esa es la realidad”.

Una realidad que, para ellos, se ha vuelto internacional gracias a la gran acogida que la serie española, desde su incorporación al catálogo de Netflix, tuvo a nivel global. Una situación que buscaban desde el principio, pero, coinciden, sin perder el ADN nacional.

“Lejos de utilizar la internacionalización de La casa de papel para erosionar el ADN que teníamos, lo hemos hiberbolizado. Hemos trabajado en un ADN manteniendo la idiosincrasia de nuestra ficción”, explica Pina, a quien su compañero en la sala de guion, Javier Gómez, completa: “Cuando renuncias a tu ADN, renuncias a tu calidad como narrador”.

En esa misma línea, es Jesús Colmenar quien remata la argumentación: “Teníamos más presupuesto y teníamos que afrontar cosas más complejas en esta tercera y cuarta parte, pero realmente la manera de trabajar en el equipo ha sido la misma; con toda la carne en el asador, luchando a muerte por cada plano, por cada secuencia. Sobre todo, intentando que la serie tenga ese perfil internacional, que pueda competir con cualquier otra serie, que no se quede en un ámbito nacional”.

Además de seguir jugando al despiste con el espectador, cambiándole constantemente la hoja de ruta, como dice Pina, la cuarta temporada llega cargada de retos emocionales que, según Colmenar, marcaron el rodaje conjunto de la tercera y cuarta parte.

Un presupuesto mayor

El reto para Javier Gómez fueron los tiempos y el ritmo frenético a la hora de escribir y rodar. Algo que convirtió esta temporada en su favorita. “La cuarta temporada la escribimos en dos meses, casi a semana por guion. Eso es una locura. Una mañana fui a hacer una mesa con Jesús porque había enviado la secuencia la noche anterior por Whatsapp, y a las 8 de la mañana estaba allí leyéndola con los actores”, dijo.

Retos como el que relata Pina en relación al último capítulo de la temporada: “Estábamos al final del verano, donde prácticamente no llegábamos. Rodamos con tres unidades, durante veintitantos días, una locura. Tuvimos que rodar con helicópteros militares, cosas a las que no nos habíamos enfrentado antes”.

“Cuando el espectador vea la cuarta temporada se va a dar cuenta de que no vamos de broma, vamos en serio”, finaliza Pina.


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