Hace 50 años, Simón Alberto Consalvi, en ese momento director de la recién fundada Monte Ávila Editores, le preguntó a un Francisco Massiani de 24 años de edad si tenía algún texto para publicar. Pancho –como es conocido– imaginó la historia de un escritor principiante que decide redactar una novela para evadir sus fracasos en los estudios frente a una chica de la que está enamorado. El autor creyó que la terminaría en tres meses, pero le tomó año y medio.

El resultado fue Piedra de mar, que narra las esperanzas y frustraciones adolescentes de Corcho, un personaje que fue diseñado desde un lenguaje proveniente del imaginario de los jóvenes caraqueños de aquella época. Una de las líneas del texto da cuenta de eso: “Por qué no tocas la puerta, animal… ¿no?, y me fui al baño. Adentro me quedé contando los cuadritos hasta que me dieron ganas de hacer pipí”.

En 1988, Massiani dijo en una entrevista que con la novela quiso atrapar la ciudad en su lenguaje, pues buscaba reflejar de una manera más viva ese tiempo, en el que muchos jóvenes se sentían atrapados en un mundo sin sentido. “La única salida era ser guerrillero o no ser nada”, afirmó en aquel momento. Tres años después, confesó: “La historia es sobre un amor no correspondido. Un amor de juventud y un momento desgarrador”.

A lo largo de 50 años, la novela ha sido reeditada por Monte Ávila y suele ser lectura obligatoria en bachillerato. Además, ha influenciado a escritores, críticos e investigadores.

El escritor Eduardo Sánchez Rugeles recuerda que hizo dos lecturas de Piedra de mar. Primero tuvo que estudiarla de manera obligatoria en bachillerato. “En ese momento la abordé con un poco de fastidio porque era como por hacer la tarea. Sin embargo, sí tuve una conexión con Corcho y su peripecia, y con el vocabulario que utilizaba”, señala. Se la topó de nuevo en el curso de Literatura Venezolana que dictaba el crítico literario Carlos Sandoval en la Universidad Católica Andrés Bello: “Ahí la conexión fue más profunda. Encontré en el trabajo de Massiani algo parecido a lo que yo quería hacer”.

De hecho, cuando el escritor hizo los esbozos de su trabajo Blue label / Etiqueta azul, la novela Piedra de mar estaba allí como referencia: “No diría que fue la más importante, pero sí estuvo ahí”.

La última vez que la novelista y ensayista Victoria de Stefano leyó el texto de Massiani fue hace unos 20 años. Destaca especialmente su sentido del humor y crítico. “Es una novela que te conmueve al hablar del mundo del adolescente entre la afectividad y los temores”, señala. Incluso critica que El túnel, de Ernesto Sabato, estuviese tanto tiempo como parte de las lecturas del bachillerato cuando –afirma– Piedra de mar es mejor.

Para Eritza Liendo, profesora de Literatura venezolana en la Escuela de Comunicación Social de la UCV, la obra es un ícono de la literatura juvenil: “La leí cuando ya había salido del bachillerato. Me impactó su frescura y tierna honestidad”. Desde un punto de vista más analítico, recuerda que Julio Cortázar dice que para que una obra trascienda debe estar dotada de intensidad, tensión y significación, elementos que, considera, posee Piedra de mar. “A mi modo de ver, el más relevante es la significación. Creo que la gran virtud de la novela es que recoge el alma juvenil. Es decir, el despertar de la sexualidad, la educación, la construcción de la propia entidad”, argumenta.

En una línea no tan favorable, el crítico Carlos Sandoval opina que Piedra de mar le parece un texto bien elaborado y logrado, pero que no posee elementos que hagan reflexionar al lector. “De la novela recuerdo pasajes bucólicos, divertidos, alegres, pero no diría que la leería de nuevo, a menos que sea para un trabajo de investigación. No es una obra que haya roto con un modo de entender la novelística”, expresa. El profesor considera que la popularidad de la obra se debe a las circunstancias en las que apareció y por su inclusión en el pénsum del bachillerato. “La época de la guerrilla es un elemento que no podemos perder de vista, así como el tema de los manuales de educación secundaria. Quizás su popularidad también se debe a la resonancia que algunos lectores le han dado o porque muchos escritores actuales conocieron la literatura por esa obra”.

Sánchez Rugeles señala que no hay una receta para saber por qué una pieza se vuelve popular y permanece en el tiempo. “Simplemente son fenómenos de la cultura. Hay un misterio interesante porque algunas obras se quedan y conectan con ciertas generaciones, y esta novela de Massiani lo logró”.

Juan Carlos Méndez Guédez estudiaba en el liceo Urbaneja Achelpohl cuando leyó Piedra de mar por primera vez. Apenas revisó un fragmento, la compró. Cuenta que quedó fascinado “por la fuerza de esa voz, su humor, la hondura del personaje. Hablaba de temas que me resultaban próximos. Se movía por escenarios que yo reconocía. Sentí que Corcho era un amigo cercano, era yo mismo, que era alguno de mis vecinos. Que era todos nosotros a la vez”.

Piensa que es una novela que apareció en un momento en el que la literatura estaba enfrascada en inmensos proyectos narrativos que buscaban alcanzar los grandes temas de la identidad. “Por eso fue una bocanada de aire fresco, una voz original, diferente a lo que ya comenzaba a ser una retórica grandilocuente”, explica. Sobre si ha influido en sus novelas, dijo: “Pienso que sí. En algunos de mis libros intenté ese diálogo y surgían personajes que intentaban alcanzar esa frescura, ese humor de Corcho. Ojalá lo haya logrado”.

A pesar de que es conocido por su trabajo literario y sus dibujos, Massiani suele decir que lo más importante para él es el amor, uno de los temas que aborda en Piedra de mar: “Es lo único importante que veo en este mundo. Tal vez también porque este país es, entre todos los que he visto, el que tiene mayor carencia de ternura y de amor”.

 El cuentista

Aunque Francisco Massiani es muy conocido como el autor de Piedra de mar, sus cuentos son muy significativos dentro de su obra. Entre sus libros de relatos se encuentran Las primeras hojas de la nocheEl llanero solitario tiene la cabeza pelada como un cepillo de dientes y la compilación Relatos. Eduardo Sánchez Rugeles recuerda especialmente “Un regalo para Julia”, uno de los más populares del escritor.

Carlos Sandoval señala que Piedra de mar no es la obra medular de Massiani. Considera que una parte importante está contenida en sus cuentos que, dice, transmiten mucha fuerza a través de los personajes. “Me parece que están muy bien elaborados desde el punto de vista de la resonancia”.

A Massiani, un fumador y bebedor empedernido, más allá de crear, lo que le gusta es disfrutar de la vida. Hace seis años, cuando le otorgaron el Premio Nacional de Literatura, dijo en una entrevista a El Nacional: “A mí, que no tengo en la cartera absolutamente nada, me van a dar un premio de 20.000 bolívares. ¡Imagínate! Soy rico. ¡Qué dicha, así puedo invitar a los amigos a tomarse unos whiskys!”.


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