No había suficientes sillas para las cientos de personas que acudieron a la estación Barinitas del Teleférico de Mérida para la ceremonia de inauguración del 18º Festival del Cine Venezolano, que no se realizaba en el estado andino desde hace tres años debido, primero, al colapso de los servicios públicos y luego por la pandemia, que obligó a organizar una edición online y otra semipresencial.

Es un contexto distinto al de 2019. La inestabilidad económica y las fallas de los servicios públicos siguen, pero fenómenos como la dolarización, así como cierta relajación de los controles por parte del gobierno, han traído consigo la reactivación de eventos como conciertos de artistas internacionales o grandes producciones teatrales. Que el Festival de Cine Venezolano regrese a Mérida es otro signo del resurgir del movimiento cultural.

Amantes del cine, directores, productores, actores, estudiantes, entre otros, asistieron a una gala que contó con palabras del presidente del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía, Carlos Azpúrua; la directora del festival, Karina Gómez, y del gobernador de Mérida, Jehyson Guzmán, así como una presentación de la Orquesta Sinfónica de Mérida, que interpretó fragmentos de las bandas sonoras de películas venezolanas como Araya de Margot Benacerraf, Una casa con vista al mar de Luis Alberto Lamata y El malquerido de Diego Rísquez.

Hubo 15 grados la noche del 17 de julio. La neblina cubría las instalaciones de la estación Barinitas mientras la gente trataba de tomar fotos y grabar con sus celulares. Cuentan los merideños que estos días ha nevado bastante. El Festival del Cine Venezolano vuelve a su capital y la ciudad lo recibe de nuevo con sus paisajes espectaculares.

«Adoro la ciudad. Adoro Mérida. Los festivales deben ser en ciudades satélites, no funcionan en capitales. Porque la gente se mueve de las ciudades para disfrutar los festivales, entonces es lo único que hacen: ‘festivalear», expresó Gómez, quien, reconoce, se conmueve cuando le preguntan qué significa para ella que el festival regrese a Mérida.

«El festival siempre ha sido Mérida», subrayó.

De hecho, de la noche surgió la propuesta del gobernador Guzmán de declarar al Festival Venezolano del Cine Patrimonio Cultural de Mérida. «Lo haremos por medio de la Gobernación y lo propondré ante el Consejo Legislativo de Mérida. Para el día de cierre (el próximo 21 de julio) esperamos el decreto gubernamental para darle ese honor al festival», dijo.

Azpúrua se mostró a favor de la propuesta del mandatario regional: «Hablar de Mérida es hablar de las luchas de los cineastas, de la Ley de Cinematografía, del movimiento de cineastas de América Latina, de Edmundo Aray, de Tarik Souki, de Carlos Rebolledo. Hay que recordar a nuestra gente y la potente y maravillosa fuerza que hemos encontrado en este estado».

Entre las películas que se proyectarán se encuentran La caja, dirigida por Lorenzo Vigas, ganador en 2015 del León de Oro de la Mostra de Venecia por Desde allá; El año de la persistencia de Sergio Monsalve, Jezabel de Hernán Jabes, Sabino vive de Azpúrua, El exorcismo de Dios de Alejandro Hidalgo, actualmente la cinta venezolana más taquillera a nivel internacional; Yo y las bestias de Nico Manzano; Qué buena broma, Bromelia de Efterpi Charalambidis, Rómulo resiste de Carlos Oteyza y La toma de Jackson Gutiérrez.

Las cintas se proyectarán en cinco salas ubicadas en el Multicine Las Tapias, el Teatro César Rengifo, Parque Fundación Ciudad de los Niños y Corpoandes. El paquete para ver todas las películas tiene un costo de 15 dólares. Aproximadamente 14.000 sillas esperan por los cinéfilos en Mérida.

Para conocer toda la programación ingresar a https://festivaldelcinevenezolano.com/


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