Adam Sandler
Foto Archivo

Cuenta la leyenda que Quentin Tarantino quiso que su amigo Adam Sandler fuera parte de Bastardos sin gloria. Esto casi se concreta y Sandler estuvo a punto de dar vida al sargento Donny Donowitz, el sanguinario oso judío –quien finalmente interpretó Eli Roth–, pero la oferta fue rechazada. La razón: él aceptó ser parte del filme Funny People, junto a Leslie Mann y Seth Rogen.

Conocida la historia, hubo quienes criticaron a Sandler. Más que por rechazar el papel, por seguir aceptando ser parte de intrascendentes comedias ligeras. Pero también hay quienes le dan el beneficio de la duda. ¿Cómo iba a saber que se perdía la oportunidad de ser parte de un obra que en los Oscar estuvo nominada a Mejor Película, Director, Actor de Reparto, Guion Original, Fotografía, Montaje, Mezcla de Sonido y Edición de Sonido?

Es fácil juzgar las acciones del pasado, pero ver a Sandler dando vida a un soldado que con bate en mano golpea nazis hasta la muerte habría sido bastante extraño, por decir lo menos. Y la afirmación no es antojadiza: Sandler parecer esforzarse en interpretar al mismo personaje en todas sus películas. Qué duda cabe de que es el actor por antonomasia que da vida al estereotipo del hombre de buen corazón que nunca creció, que pinta canas y se sigue vistiendo como un adolescente. El mejor ejemplo: Son como niños.

Es verdad que sus personajes tienen matices, pero la constante se mantuvo: el perdedor, el soñador que sufre para alcanzar sus objetivos, pero que gracias a su nobleza y buena estrella siempre triunfa. Más adelante probó con las comedias románticas del mismo corte. La mejor de mis bodas y Como si fuera la primera vez se volvieron favoritas para muchos y, a la vez, el blanco fácil de los críticos de cine. Porque el gran problema con Sandler es que es una máquina de hacer dinero, pero siempre deja el sinsabor de ser un actor que puede dar más y opta por películas olvidables. ¿Cómo alguien puede pasar de hacer Embriagado de amor a Jack y Jill? ¿De Los Meyerowitz a Píxeles?

Un hijo obediente

«Yo hacía todo lo que me ordenaba». La relación entre Adam Sandler y su padre, Stanley, fue siempre muy cercana. Era un hombre que no se guardaba nada, pero que siempre buscó lo mejor para su familia. En una entrevista, el actor recordó que cuando tuvo 15 años de edad dijo que se alistaría en el Ejército. Su padre respondió: «No. No lo vas a hacer porque eres un cobarde». Y así pasó.

Stanley Sandler no tenía pelos en la lengua y era un hombre duro forjado en el difícil Brooklyn (Nueva York). Tanto es así que cuando la familia se mudó a New Hampshire, le dio un consejo de vida al pequeño Adam y calmó sus nervios propios del primer día de colegio. «Cuando llegues al salón, busca al más grande y pégale». Pero seguir la orden al pie de la letra le fue imposible. Al llegar, se dio cuenta de que él era el más grande y lo que siguió fue que todo el salón le empezó a pegar.

Aun así, nunca dejó de hacerle caso. Ni siquiera cuando su carrera estaba despegando. El actor contó que durante uno de los descansos de Happy Gilmore un agente se les acercó a él y a su padre para proponerle una película por la que ganaría 2 millones dólares. No había terminado de hablar cuando su papá vio que no estaba tan interesado e intervino.

–¡Hazlo! ¡Hazlo!

–No, papá, no…

–¡Hazlo! ¡No importa nada! Todos los actores hacen películas malas.

Y Sandler jamás dejó de obedecer a su papá.

Círculo cercano

El consejo que Sandler todavía sigue al pie de la letra no ha sido la única razón por la que elige malos proyectos: su agente tampoco ayudó a romper el vicio.

Hace poco, el intérprete recordó con gracia que hace 10 años unos desconocidos se acercaron a su agente para proponerle un papel hecho a su medida. «Absolutamente no. ¡Cómo se atreven!», obtuvieron como respuesta. Cinco años después, volvieron a intentarlo. «Ya leí este pedazo de mierda… ¡Ya les dijo que no!», escucharon.

Años después, ese par de muchachos, ya con nombres ganados en la industria del cine (Ben Safdie y Joshua Safdie) se contactaron directamente con Sandler, quien no lo dudó y decidió protagonizar Diamantes en bruto y que para muchos es la mejor interpretación de su vida. Lástima que los Oscar de 2020 no tengan en cuenta su interpretación de un atribulado hombre adicto a las apuestas. Se dice que a los miembros de la Academia les cayó mal una frase suya: «Si no gano, lo siguiente que haré es una mala película. A propósito», afirmó.

Otros medios atribuyeron el caso a la mala reputación de Sandler en el mundo del cine. Y ahí está el problema: según él, jamás hizo una película mala. «Quizás existan personas que escriben sobre mí y hablan de los altibajos de mi carrera. Pero no creo haberlos tenido, así que no sabría decirte cuáles son las malas –dijo a CBS–. Me encantó hacer todas las películas que hice. En todo caso, esas críticas ya no me afectan. Hace 20 años, por supuesto que sí. Entonces pensaba “¿qué sucede? ¿Ellos dicen que no sirvo para esto? Pensé que era bueno haciéndolo”».


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