Natalie Portman

Ha sido una estrella adolescente (Léon), actriz de culto (Black Swan) y protagonista de franquicias millonarias (Star Wars, Marvel); Natalie Portman disfruta a sus 40 años de una de las carreras más eclécticas de Hollywood, una industria que supo navegar para no caer en la lista de juguetes rotos de los 90.

A su favor cuenta que comenzó en el cine con 13 años, tras ser descubierta por una agente en una pizzería. Pero ese debut tempranero podría haber sido su mayor obstáculo dentro de una industria que, aún hoy, hipersexualiza a las adolescentes y no sabe qué papeles ofrecer cuando maduran.

«Empezaba a elegir escenas que eran menos sexys porque me preocupaba la forma en que me percibían y cómo de segura me sentía», recordó estas navidades en una entrevista con el humorista Dax Shepard.

Después de protagonizar Léon (1994), Heat (1995) y Beautiful Girls (1996), esta última en el papel de una adolescente que tiene una relación con un hombre mayor, Portman era plenamente consciente de su marca como «lolita» de Hollywood. Otra adolescente convertida en fetiche de productores y directores de casting, en su mayoría hombres.

Natalie Portman en la película León (1994)

Puede que ahora estén en planos completamente diferentes, pero por un momento Portman recorrió un camino parecido al de Britney Spears y Lindsay Lohan, cuyas carreras están viviendo ahora un proceso de revisión.

«A esa edad, tienes tu propia sexualidad, tienes tu propio deseo, quieres explorar cosas. Pero no te sientes segura cuando hay hombres mayores que están interesados y te dices a ti misma: ‘No, no, no, no'», explicaba Portman.

A partir de 1996 y con el apoyo de sus padres, que supervisaban (y recortaban) las escenas en las que aparecía su hija, la actriz rechazó papeles como el de Romeo y Julieta, de Baz Luhrmann, por su diferencia de edad con Leonardo DiCaprio, o la versión moderna de Lolita que protagonizaron finalmente Jeremy Irons y Dominique Swain.

Su negativa a filmar desnudos que no eran estrictamente necesarios para la trama le originó varios conflictos con los estudios, pero por otra parte el público y la crítica estaban rendidos ante una de las mayores promesas de Hollywood en la época en la que también despegaron las carreras de Angelina Jolie, Brad Pitt y DiCaprio.

Poner límites y ganarse la fama de «dura» a veces no sale bien en el mundo del cine, pero Portman supo gestionar su carrera de tal manera que a los 16 años ya había fichado por una de las grandes franquicias, Star Wars, como parte del reparto fijo en la nueva trilogía del fenómeno galáctico.

“Prefiero ser inteligente que una estrella de cine”

A los 18 años, cuando estrenaba The Phantom Menace (1999), Portman se inscribió en la Universidad de Harvard para estudiar Psicología.

«No me importa si la universidad arruina mi carrera. Prefiero ser inteligente que una estrella de cine», contó entonces a la prensa.

La actriz venía de una familia académica donde se valoraba la formación y la cultura, «hacerse profesor, doctor y abogado». De hecho, sus padres vigilaron muy de cerca el camino emprendido por Portman en Los Ángeles e insistieron en que dedicase más tiempo a la formación.

Durante su etapa universitaria continuó grabando las entregas restantes de Star Wars en los veranos y pisó las tablas de Broadway con Meryl Streep en La Gaviota de Antón Chéjov.

Su gran regreso al cine llegó con Closer (2004), de Mike Nichols, que le otorgó un Globo de Oro, la nominación al Óscar y confirmó su nuevo estatus de actriz adulta.

Durante esta etapa combinó fracasos como Los fantasmas de Goya (2006), rodaje por el que visitó España, junto a fenómenos de la talla de V for Vendetta (2005), por el que apareció completamente calva en los eventos de promoción tras grabar la famosa escena en la que se rapa la cabeza.

«Solo teníamos un intento para rodar esa escena, pero probamos otras veces con otros miembros del equipo que se ofrecieron voluntarios», apuntó la actriz.

Óscar, Globo de Oro y Bafta por Black Swan

En 2010, dos años después de debutar como directora con el corto Eve, llegó el gran papel de Portman: Black Swan. Se llevó el Óscar, el Globo de Oro, el BAFTA y el Premio del Sindicato de Actores. Tenía 30 años y lo había ganado prácticamente todo. Pero volvería a recibir otra nominación a los 35 por encarnar a Jacqueline Kennedy en Jackie.

Natalie Portman ha sabido mover ficha de nuevo y se ha apuntado a la saga más taquillera de la década, Marvel, con las películas de Thor, cuya tercera entrega se estrenará en 2022.

Por si su currículum fuera escaso, tiene un cameo en Avengers: Endgame, la película más taquillera de la historia. Una trayectoria envidiable para una carrera que ha ocupado tres de sus cuatro décadas de vida.


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