Casas muertas
Foto cortesía: @rrbfotos

«Tequeños y refresco a la orden”, decían vendedores ambulantes dentro de la Concha Acústica de Colinas de Bello Monte, en Caracas, mientras subían y bajaban las gradas mientras comenzaba la función de Casas muertas, novela escrita por Miguel Otero Silva en 1955.

La segunda novela escrita por el fundador de El Nacional cuenta la historia de un pueblo que queda desolado por la migración y una extraña fiebre. De ser un sitio prometedor, se convirtió en un lugar casi fantasmal. Con una escenografía de época, la adaptación teatral de Jan Vidal muestra el ciclo que repite la sociedad venezolana.

En los alrededores de la Concha Acústica no había mucha gente. Pero cerca de las 5:50 pm, grupos de amigos y familias con cojines de sus casas y sillas, se comenzaron a ubicar en el lugar de su preferencia. Bajaban para adquirir alimentos para la espera. El olor a tequeños se coló entre los espectadores, mientras otras personas llegaban con pizza.

Casas muertas
Casas muertas | Foto cortesía: @rrbfotos

«¿Ya empezó?», «Mira, ya llegó, hazle señas para que nos vea», decían mujeres que esperaban a sus invitados. Detrás del escenario se observaban largas colas para comprar refresco, agua y cotufas. Los actores realizaban pruebas de sonido y los asistentes observaban con ansias el inicio de la obra. Por otro lados, se observaba gente con cotufas hechas en su casa.

La hora se acercaba y había mucha más gente. Cerca de las 6:30 pm ya se congregaban más de 2.500 personas.

Faltando 20 minutos para dar inicio al evento, los caraqueños comenzaron a aplaudir, minutos más tarde llegó Darwin González para dar incio a la función. Comenzó quitándose la chaqueta para mostrar la franela con el escudo de Caracas y dio un discurso donde rechazó la decisión que tomó el gobierno de Nicolás Maduro de cambiar los símbolos patrios de la capital.

Casas muertas
Casas muertas | Foto @rrbfotos

El show comenzó 10 minutos después de la hora pautada. Se apagan las luces. «¿Es en serio?», se escuchó. Para la hora, seguían llegando personas. Caminaban agachados para evitar molestar a los que ya estaban viendo la pieza. «Arrímate que ese puesto está ocupado», comentó una señora en susurro.

En la tarima apareció el elenco conformado por Julie Restifo, Claudia Rojas, Wilfredo Cisneros, William Goite, Theylor Plaza, Jan Vidal, Marielena González, Jessica Arminio, Sergio Malpica y Javier Vidal. Fueron recibidos con aplausos durante la noche despejada en Caracas.

Concha Acústica
Casas muertas | Foto cortesía: @rrbfotos

En el público había fanáticos de todo tipo, nuevos y viejos. Algunos conocían sobre la obra y la adaptación, otros la habían visto en otras presentaciones. Incluso, entre el público se encontraban visitantes del interior del país.

El evento trasladó a los observadores a Ortiz, un pueblo llanero diezmado por el paludismo, la muerte y la migración, consecuencia del desarrollo petrolero. Era la Venezuela rural de Juan Vicente Gómez.

El ambiente era de suspenso y alegría. Todos aplaudían cuando los actores hacían referencia a la crisis política y migración. El público estaba a la expectativa. «Si esa garza vuela sola…», cantó Carmen Rosa, algunos caraqueños la acompañaban coreando parte de la canción. En ese momento, la luna también fue protagonista de la noche. Al finalizar el canto, fueron largos minutos de aplausos.

Concha Acústica
Casas muertas | Foto cortesía: @rrbfotos

8:30 pm. «Aquí en Venezuela se tortura, se mata y hasta se exprime la última gota de sangre», decía el señor Cartaya. «Bravo», «¡Viva Venezuela!».

Aún faltaban minutos para culminar la obra, ya se sentía la incomodidad de los asientos, a pesar de que mucha gente llevó sus cojines para estar cómodos. Piernas estiradas, movimientos para calmar el dolor de espalda, era la forma de las personas para sentirse más confortables.

Concha Acústica
Casas muertas | Foto cortesía: @rrbfotos

Al finalizar el evento, el público aplaudió de pie a los protagonistas, fueron largos minutos de alegría, risas y gritos. Darwin González le entregó a Javier Vidal una réplica en miniatura de la Concha Acústica de Colinas de Bello Monte.

«Qué maravillosa obra. Nunca la había visto», comentó Nailet de Hernández. «Me alegra mucho que el alcalde esté haciendo cosas culturales en la Concha Acústica», expresó Franco Bracamonte. Los caraqueños salieron satisfechos, conmovidos y felices.

Por: @albertoe140


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