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Graduada como ingeniero de sistemas de la Universidad Metropolitana de Caracas y con una maestría en educación de la Universidad de Harvard en Cambridge, Massachusetts, Carolina Jaimes Branger inició con buen pie 2022 al hacerse merecedora del Premio Lucila Palacios que concede el Círculo de Escritores de Venezuela. El abreboca de un año en el que la columnista de El Nacional, locutora, autora de cuentos y poesía, también espera por la publicación de su primera novela, editada por Planeta.

―¿Cómo llega una ingeniero de sistemas a obtener el Premio Lucila Palacios como escritora del año?

―Es un largo camino y no es la primera vez que me hacen esa pregunta. Pareciera que las matemáticas estuvieran reñidas con la escritura, cuando para mí ha sido una bendición haber tenido esa formación, porque la matemática, y en particular yo diría que el álgebra, da una estructura de pensamiento concreto que es muy útil a la hora de escribir. Cuando escribo, lo hago para un gran público. Quiero que todos me entiendan. Y esa claridad que tengo al escribir proviene de la matemática, no tengo dudas. Yo empecé en estas lides de la escritura siendo muy pequeña. A los seis años escribí unos versos para que declamara mi tío abuelo, el pintor Pedro Centeno Vallenilla, quien además era poeta y recitaba muy bien. Él y mi papá me estimularon muchísimo para que escribiera. Luego escribí un cuento, y otro, y otro… Siempre he escrito. Para el público comencé a hacerlo cuando acababa de cumplir 40 años y redacté mi primer artículo: una réplica a otro que había escrito Ibsen Martínez en el que criticaba a mi querido y admirado maestro Luis Alberto Machado. Eso me abrió las puertas de El Universal y de casi todos los diarios de provincia de Venezuela. Nunca pensé que escribir en la prensa me iba a dar una palestra tan importante: luego vino la radio, la televisión y tengo cinco libros publicados hasta ahora.

―¿Con cuál género literario se siente más cómoda?

―Escribir opinión es lo que me resulta más fácil, quizás por el entrenamiento de 23 años haciéndolo semanalmente. Desde hace un año, escribo tres artículos a la semana. Ya llevaba siete años escribiendo dos. Pero tengo que estar muy pendiente, porque no quiero que el que se me haga fácil vaya a disminuir la calidad de lo que escribo. Mis lectores se merecen encontrar lo mejor de mí en cada uno de mis artículos.

―¿Cuál de las obras que ha escrito hasta ahora es la que le resulta más entrañable?

―Definitivamente, Los 7 encuentros. Un cuento para niños de todas las edades, en el que la protagonista es mi hija mayor, Tuti, que es una niña especial. Lo escribí para sensibilizar, para que todos entiendan que una persona especial puede ser tan amiga como cualquier otro amigo. Que necesita comprensión y no lástima, compañía y no indiferencia. Y creo que lo logré…

―¿Este año también está prevista la publicación de su primera novela por Planeta?

―Sí, la novela se llama Gente bien y trata sobre la hipocresía de la alta sociedad venezolana durante la primera mitad del siglo XX. No quiero revelar más, porque quiero que la lean. Debe estar publicada a mediados de año.

―Escribir opinión en Venezuela es definitivamente cuesta arriba. ¿Cómo lo asume?

―Quienes opinamos con libertad en Venezuela no lo hacemos porque exista libertad de expresión, sino porque asumimos, con compromiso por el país y valentía moral, todos los riesgos que ello implica. Los comunicadores venezolanos que somos críticos al régimen nos la jugamos a diario.

―¿Qué le ha enseñado la escritura todos estos años?

―Me ha enseñado que siempre se puede ser mejor y aquí ya no hablo de la escritura en particular, sino de la vida en general. Que quienes creen que han llegado a una cima están equivocados: siempre se puede ser y hacer las cosas mejores. Yo, por ejemplo, puedo tomar cualquier artículo mío de hace tres años y escribirlo mejor hoy. Eso significa que sigo aprendiendo. También me ha enseñado a aceptar las críticas que considero valiosas y a desarrollar una gruesa coraza para que no me importen, ni me afecten, los insultos y los comentarios con saña que me hacen. Por fortuna, son muchos más los que me aplauden que quienes me desean mal. Y la mayor lección sin que me queden dudas es mantener la humildad. La arrogancia no es buena compañera.

―¿Qué consejo le daría a los jóvenes que quieren hacer una carrera con la escritura?

―¡Que es un camino maravilloso que vale la pena seguir! Yo estoy convencida de que uno tiene que irse detrás de sus sueños. Cuando yo era niña soñaba con ser escritora… muy influenciada por el personaje de Jo en Mujercitas de Louisa May Alcott. Ese libro lo leí muchas veces y me imaginaba mi carrera como escritora, igualita a la de Jo… Pero me pides consejos y te voy a decir los tres que les doy a mis alumnos de escritura: 1) Un gran escritor es primero un gran lector. Quien no lee, no puede escribir bien. Y hay que leer a los grandes, ahora hay una tendencia a leer mucha basura que se consigue en la web. 2) Hay que corregir, corregir y corregir lo que uno escribe. Yo puedo escribir un artículo en 15-20 minutos, pero paso alrededor de una hora corrigiéndolo. Y aun así, todavía se me escapan gazapos. 3) «Lavar» las ideas antes de plasmarlas. Pasarlas por el filtro del entendimiento: ¿está lo suficientemente claro?, ¿puedo decirlo mejor?, ¿hay excesos o redundancias? Y una vez que se ha filtrado por estos criterios, siempre hay que pasarlo por el tamiz del corazón.

―¿Cuáles son sus planes ahora que no solo es conocida en todo el país, sino reconocida como la mejor escritora de 2021?

―Hacerle honor a ese reconocimiento que me hizo el Círculo de Escritores de Venezuela. Ya estoy escribiendo la continuación de Gente bien (todavía no le tengo título), seguir con mis artículos de opinión, terminar otro cuento para niños que empecé hace años y escribir poesía de nuevo.


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