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La primera vez que Camilo Sesto vino a Venezuela fue en 1974 y tenía 27 años de edad | Archivo

La noticia se conoció en marzo de ese mismo año. Se especulaba que iba a ofrecer tres conciertos en un conocido hotel de Caracas los días 1, 2 y 3 de abril. Pero la fecha se cambió para mayo por la situación política del país. El 4 de febrero un grupo de militares había intentado derrocar al entonces presidente Carlos Andrés Pérez.

Venezuela fue el lugar que escogió Camilo Sesto, fallecido hace una semana, para regresar a los escenarios, en 1992, después de haber permanecido casi seis años retirado para estar con su hijo, Camilo Blanes. Consideraba que este país era uno de los que más apoyo le había brindado.

El 10 de mayo de 1992 Camilo Sesto reconquistó al público caraqueño con su presentación en el salón Plaza Real del Hotel Eurobuilding, donde ofreció un concierto con motivo del Día de las Madres.

La entrada costaba 6.000 bolívares e incluía almuerzo, pero no bebida. Muchos hijos hicieron el sacrificio de llevar a sus madres a la presentación, luego de años de especulaciones de muerte o enfermedades que rodeaban la vida de Sesto.

Aunque el salón no estaba lleno, había una asistencia nutrida y un público muy animado. Antes de que apareciera el ídolo español, que no se consideraba como tal, se presentó la Rondalla Venezolana. Entonces se rompió de repente la nostálgica atmósfera cuando apareció un grupo de rock y mujeres desfilaban en ropa íntima, entre las mesas, muy cerca de los asistentes.

“¿Y esto también es para celebrar el Día de la Madre?”, preguntó una señora, incómoda por la extraña sesión de pasarela. Otra le contestó: “Me gustaría saber de quién fue esta idea para recordarle a la suya. ¡Yo solo quiero ver a Camilo”, reseñó el diario El Nacional.

Pasadas las 5:00 pm apareció Camilo Sesto en el escenario. Llevaba una capa roja de lentejuelas con la que se paseó de un lado a otro. Se veía delgado, más de lo acostumbrado. Ocho días después del concierto le preguntaron sobre su peso y respondió, rotundo: “Estoy delgado porque nunca estuve gordo, y porque estoy orgulloso de ser como mi padre”.

El cantante se dejó ver en un impecable smoking negro después de que se quitó la capa. A partir de ese momento el concierto fue un paseo por sus grandes éxitos: “Perdóname”, “Jamás”, “¿Quieres ser mi amante?”, “Algo de mí”, así como “¿Amor mío qué has hecho?”, de su reciente disco A voluntad del cielo (1991).

Sesto salió del escenario por unos minutos mientras actuaba la cantante argentina Marcia.

Volvió a aparecer con una capa plateada con la que parecía que iba a volar. Al despojarse de ella quedó en traje blanco y continuó lanzando cantos de registros impactantes, mientras el público coreaba prácticamente todos los temas.

“No saben cuánto he esperado este momento”, dijo Camilo Sesto, enérgico, feliz de estar otra vez en escena y recibiendo aplausos del público venezolano, que le abrió las puertas nuevamente a ese pequeño universo que es el escenario.

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A Camilo Sesto le incomodaba que lo llamaran ídolo| Archivo

Un día antes del concierto en el Eurobuilding, el cantante  ofreció una rueda de prensa en la que negó todos los comentarios fatalistas en su contra.

“Quiero que conversemos como si estuviéramos en una reunión de amigos”, dijo mostrándose con un cabello más corto.

“Me dediqué a lo que considero es lo más maravilloso que puede haber en la vida: ser padre. Creo que es una razón suficiente para retirarse. Mi hijo me llena plenamente y sé que más adelante me agradecerá. Y ahora, que he empezado a trabajar de nuevo, no puedo dejar de ver a mi hijo Camilín por más de dos meses”, explicó.

“Deseaba conocer este país”

La primera vez que Camilo Sesto estuvo en Venezuela fue en 1974. Tenía apenas 27 años de edad. Lo hizo en Venevisión. Para ese entonces había recorrido casi toda América del Sur.

“En varias oportunidades estuve a punto de venir. Pero no sé qué pasó. Son cosas de los representantes en las cuales los artistas siempre estamos al margen. Pero de lo que sí pueden estar seguros es de que deseaba conocer este país porque me habían hablado mucho de él compatriotas míos”, expresó.

En aquella primera entrevista con El Nacional se presentó con una chaqueta blanca, camisa de cuadros verde y blanco, y pantalones muy ceñidos de bota acampanada. Dedicó al encuentro unos pocos minutos porque tenía que irse al ensayo del programa en el que debutaría esa misma noche.

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Imagen de la primera entrevista que Camilo Sesto concedió a El Nacional | Archivo

De sus razones para dedicarse al canto mencionó el factor humano. Porque por medio de su música se sentía más cerca del ser humano, libre y realizado. “Por eso me gusta viajar, conocer gente, las condiciones morales y espirituales de las personas. Lo que ellas puedan conseguir y ayudar a que lo consigan. Esa es mi mayor ansiedad”.

Ese día Sesto quería ver el cielo de Caracas, del que le habían hablado muchísimo. Pero el cielo estaba nublado y el tiempo amenazaba con lluvias. “Yo que venía con tantas ilusiones de tomar sol”, expresó decepcionado.

En 1975 vino por segunda vez y se presentó también en Venevisión y en el Poliedro de Caracas. Como procedía de Chile, donde se había consolidado la dictadura de Augusto Pinochet, le preguntaron acerca de su tendencia política. Pero no le agradaba hablar de eso: “Me gusta la política en cuanto a que significa que no podemos desligarnos de ella, está íntimamente ligada al ser humano. Pero prefiero no opinar sobre el particular. Tengo mis propias ideas”.

Regresó en 1977, 1978, 1979, 1982 y 1984, y se presentó en el Poliedro, la televisión, el Hotel Hilton y el Eurobuilding.

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Entre las presentaciones de Camilo Sesto en Venezuela destacan sus espectáculos en Venevisión | Archivo

En el concierto de 1984 en el Poliedro mostró sus inclinaciones hacia el rock. El show comenzó a la 1:29 am y terminó a las 3:00 am. Duró una hora y 32 minutos.

“Mira el Camilito dándole al disco music”, cuchicheaba una mujer cargada de joyas y de acento hispano.

En el show las fanáticas frenéticas se arremolinaban frente a la tarima intentando fotografiar a Camilo, pedirle un autógrafo, tocarlo o pasarle un papelito con algún cariñoso escrito.

“Hostia, que me van a desbaratar a Camilito”, gritaba la mujer de joyas de atrás. Pero Sesto estaba disfrutando su momento, entre el saxo, el trombón, los teclados y el bajo.

Camilo Sesto soltó cabellazos de un lado a otro e impresionó otra vez con su voz, su química con el público y su capacidad para jugar con las notas enlazándolas unas con otras. Además, supo amoldarse a aquellos tiempos: jugaba con canciones entre la ternura y la agresividad, y mantuvo su voz en el rol clásico. Combinó, entonces, frases llenas de “te amo, aunque a veces te maldiga” con estruendosos sonidos de rock.

“No creo que sea un ídolo. Eso va en contra de mis principios y es muy incómodo. Lucho contra ello. Soy solamente un cantante que trata de transmitir algo y los que están del otro lado, es decir, el público, escuchan. Pero muy bien podrían estar invertidos estos términos y nadie me conocería”.

Para el público era un ídolo.

@Sasamendoz


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