Bienal de Sao Paulo
Nelson ALMEIDA / AFP)

La 35ª edición de la Bienal de Sao Paulo, cita cultural de referencia en Brasil, presenta desde el miércoles obras como estrategias para hacer frente a las «imposibilidades del mundo».

Unas 1.100 obras de 121 artistas de distintas partes del planeta, expuestas en un pabellón en el corazón del Parque Ibirapuera, pulmón verde de Sao Paulo, intentarán dar respuesta a preguntas trascendentales: ¿Cómo hacer posible lo imposible? ¿Cuáles son las soluciones para esas imposibilidades?

«Los artistas aquí presentes van más allá de esta imposibilidad y crean un posible dentro de la imposibilidad. Esta puede superarse observando», por ejemplo, «la complejidad del mundo», dijo a la AFP Grada Kilomba.

Bienal de Sao Paulo
Foto AFP

La artista portuguesa forma parte de un equipo de cuatro curadores que se propuso actuar de forma horizontal, buscando disolver estructuras jerárquicas, para crear una edición sin categorías.

Además de Kilomba, integran el cuarteto con marcada presencia afro los brasileños Hélio Menezes y Diane Lima, y el español Manuel Borja-Villel.

Con obras que datan de los siglos XVI-XVII hasta contemporáneas, la Bienal expone en un espacio de 30.000 metros cuadrados una visión «muy crítica» del colonialismo, la esclavitud, las guerras, el racismo, pero también aborda la temática trans, entre otras.

Cerca y lejos

Los asistentes podrán ver uno de los primeros retratos de un hombre trans, del pintor barroco español Juan van der Hamem y León (1596-1631).

También las nubes y tapetes multicolores del sudafricano Igshaan Adams, las esculturas de «lanzadores de enfermedades» del salvadoreño Guadalupe Maravilla o el esculpido conjunto de entalladores filipinos y brasileños para criticar el colonialismo.

También la distancia -pero al mismo tiempo cercanía- del pueblo indígena yanomami, del norte de Brasil, con los refugiados palestinos en un campo en Cisjordania.

«Estas dos realidades están totalmente separadas, pero dialogan y coreografían imposibilidades bastante similares», apuntó Menezes.

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La Bienal, cuya primera edición se celebró en 1951, se presentará hasta el 10 de diciembre bajo el lema «Coreografías de lo imposible».

«Son dos términos antitéticos. Imposible implica el límite, aquello que no puedes hacer (…) La coreografía implica una inscripción en el espacio que conlleva un movimiento, un relato y una gobernanza propias», explicó Borja-Villel.

La entrada a la cita cultural es gratuita. Se espera que un millón de personas asista en su primera edición pospandemia.

En la anterior, en 2021, donde destacaron artistas indígenas y mensajes contra la ultraderecha, acudieron 700.000, según el presidente de la Bienal, José Olympio.

«Vamos a tener que pensar todos juntos en las soluciones (a las imposibilidades). El arte es una forma de activar la sensibilidad de todos, de hacer que la gente piense, que se pregunte sobre muchos de estos temas de una forma indirecta», afirmó.


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