Borsec
El artista con una de sus obras de formato mediano | Foto: Ezequiel Carías

Francisco Borsec tiene 29 años de edad. Nada en su aspecto o habla delata su origen oriental. Es todavía muy joven, pero cuando mira hacia atrás se refiere a su «juventud» con cierta nostalgia. Ríe, pero también es muy serio cuando explica el trabajo que surge directamente de sus experiencias. Y así como él, su obra es espontánea. La inspiración, dice, viene de cualquier parte, pero siempre, sin duda, lo encuentra trabajando.

Borsec
Exposición L’ignorance en el MACCAR (antiguo MACCSI) | Foto Ezequiel Carías

En una pared blanca donde se lee «Artista del Mes» cuelgan tres cuadros con 12 bocetos de Borsec. Todos pertenecen a la serie L’ignorance (la ignorancia) -inspirada en el cubismo de Pablo Picasso y la paleta de colores de Wassily Kandinsky- y que en total suman 23 piezas elaboradas en acrílico y tinta sobre papel. A un lado, una obra de Rafael Barrios y, diagonal a ella, el icónico Gato de Fernando Botero. El espacio donde expone por primera vez este artista oriundo de Anzoátegui es ese mismo donde tuvo una revelación al ver una pieza de Francis Bacon.

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Se trata de aquel museo que, si bien pudo haber nacido de un garaje, se convirtió en una referencia obligatoria para el arte en Venezuela y Latinoamérica: el Museo de Arte Contemporáneo Sofía Imber (MACCSI), hoy día renombrado Museo de Arte Contemporáneo Armando Reverón (MACCAR). L’ignorance es el abreboca para su exposición individual Punto de fuga (a realizarse en noviembre), en la que Borsec presentará la versión a tamaño completo de estos bocetos.

Desde hacía 12 años Borsec no exponía. Pero ya antes se había presentado en pequeñas galerías y locales nocturnos. Así, estar en este museo ubicado en Parque Central es un sueño. Pero también es motivo de agradecimiento e inspiración para seguir persiguiendo su pasión: pintar. Aunque esa no es la única disciplina a la que se dedica este joven; también trabaja la ilustración, el tatuaje y el arte glitch (o del error tecnológico). Además, esta exposición le reafirma algo que ya intuía: es bueno en lo que hace.

Luto y parálisis: dos impulsos para el arte de Borsec

Borsec nació en Anzoátegui, pero la mitad de su vida transcurrió en Caracas | Foto Ezequiel Carías

La serie L’ignorance nació de dos eventos fuertes en la vida de Borsec. Primero, la pérdida de su abuelo, a quien cuidó por varios años. Y, después, la parálisis de su mano derecha en 2021. Esto último forzó a que su dinámica diaria se alterara por completo. Sin embargo, el artista encontró nuevamente su camino: «Así sea con los dientes, pinto», asegura. Pero no hizo falta llevar una pluma o un pincel hasta los labios. Borsec se atrevió a pintar con su mano izquierda en formatos pequeños.

Y es que para Borsec la parálisis no fue sinónimo de detenerse. De hecho, todos los días intenta dedicarse a la pintura. «La genialidad nace de la disciplina. (…) Así sean tres rayones, o un trabajo con la mano, es necesario. Espero que no pase un solo día sin trabajar. Sin eso no podría llamarme artista», apunta.

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Así, tanto el luto por su abuelo como la parálisis están a la vista en los bocetos. «En mi obra se puede apreciar mucho que utilizo el elemento de las manos como símbolo principal», señala.

La parálisis duró cerca de un año. Tiempo durante el cual exploró formatos más pequeños (como los que se exponen en L’ignorance), pues eran menos complejos que uno de mayor escala. «Decidí aprender a componer en formatos pequeños, lo cual fue una tarea complicada, pero me encantó. Y una vez que tenía la temática me dije, por qué no llevarlo a una escala más grande. Y de ahí viene la propuesta de Punto de fuga«, dijo.

El cubismo de Borsec: intuición y error

«Siempre me ha gustado del arte que, por ejemplo, toda esta serie tiene un significado personal. Pero lo que me encanta es que la gente ignore el proceso de dónde viene eso y puede encontrar su propio significado, su interpretación», destaca Borsec.

Para el anzoateguiense el cubismo es un trabajo intuitivo que va con su filosofía del error. «Las líneas gruesas, los manchones. Creo que son el trabajo más distintivo que he hecho. Además, está compuesto por capas. Si bien está la figura basada en el cubismo, el trabajo de fondo es como completamente abstracto. Y el trabajo de líneas es una referencia a Basquiat. Hay una mezcla de varios estilos que incluye al urbano», propone.

El cubismo de Borsec | Foto Ezequiel Carías

Con respecto al error, explica que disfruta ver cómo la obra se transforma gracias a ellos. Y, aunque hay un boceto, no significa que esté buscando la perfección cuando traslada esa idea a un formato de mayor tamaño. De hecho, a su juicio, la belleza del arte reside en el error.

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«Me pasa que al trasladar los bocetos a un formato más amplio cambia completamente la perspectiva porque el nivel de composición cambia. Más allá de que lo hice con la mano izquierda, no puedo trasladar con la derecha una obra exactamente igual. Intento trasladar un concepto base, porque parten de ideas así, del día a día, y lo plasmo en este formato para capturar la idea. Y luego se desarrolla en el otro formato. Es interesante porque descubro cosas que no vi cuando estaba comenzando el proceso», añade.

«Cuando pinto, puedo ser yo mismo»

El artista comenta que mantuvo su trabajo oculto durante muchos años. Situación que surge de una pérdida de identidad: «No me hallaba como artista», asegura. En parte, dice Borsec, se debió a un cúmulo de críticas y halagos que recibió. Sin embargo, tras un proceso de introspección, se dio la licencia de volver a mostrar su arte. Tanto que con esto se volcó sobre los trazos, las líneas y el cubismo.

«Tuve malas experiencias. Lo que hizo que guardara mi trabajo. Es el tema de ideas, críticas o halagos. El halago te lleva a un punto donde pierdes la perspectiva de tu trabajo. Piensas que cualquier cosa nace de ti, pero en realidad nace del ego. Y con la crítica te cohíbes mucho de ser ti mismo. Ambas cosas generan una pérdida de identidad. Fue bastante fuerte», comenta.

Bocetos de la serie L’ignorance | Foto Ezequiel Carías

Sin embargo, y a pesar de todo lo malo, pintar sigue siendo un refugio: «Cuando pinto me encuentro en mi lugar seguro. Yo soy una persona muy tímida y creo que solamente cuando pinto puedo ser yo mismo y descubrir todas las cosas. Pasar de una idea a desarrollarla es como hacer esa idea mía. Yo siento que las obras no le pertenecen al artista, sino que le pertenecen al mundo. Por eso tenemos que mostrarlas, indistintamente de las críticas y de los halagos. Siento que ninguno de los extremos debe afectar el trabajo de una persona. El trabajo, el proceso, te pertenece».

El hombre detrás del pincel

Francisco Borsec dice que fue una persona bastante precoz, pues su proceso artístico comenzó a los 16 años. Momento cuando cambió los tacos y el balón de fútbol por un lienzo y un pincel para trabajar el arte figurativo. También, considera que durante su adolescencia fue muy rebelde y atrevido, en parte porque en su casa no estaban totalmente de acuerdo con el camino que escogió.

Antes de cumplir 20 años de edad, Borsec ya había recorrido varios estados del país. Quedó fascinado por Mérida y San Cristóbal. «Las personas son muy creativas; me encantó Barquisimeto también. Y en Anzoátegui me desenvolví más como artista», afirma y además agrega que tiene tarea pendiente: conocer Amazonas y Zulia.

Borsec estudió en el colegio Santa Rosa de Lima, en Caracas. Y luego estudió en la Universidad Santa María Comunicación Social hasta sexto semestre. Ahora le gustaría estudiar Escultura en la Unearte o fuera del país. Cuando escucha la palabra «autodidacta» responde: «No me gusta». Para él las emociones brotan y las traduce al papel u otro formato. «He estudiado a muchos maestros y artistas. La obra es una forma de enseñanza, es la escuela. Siempre estamos recibiendo información de todos lados. Pero académicamente no. Y todos podemos hacer algo, todos tenemos algo que mostrar», dice.

Francisco Borsec quiere estudiar escultura y continuar con su trabajo como artista plástico | Foto Ezequiel Carías

Amante de la salsa, confiesa que no le disgusta ir en una camionetica escuchando los ritmos latinos; pero no canta. Habla inglés, pero nada de francés (de ahí el título de la exposición). Y en cuanto a referentes, sus artistas clave son Alirio Rodríguez, Francisco de Goya y Francis Bacon. «La trinidad de la excelencia artística. Bueno, sin dejar de lado al resto de genios que existen en este mundo», puntualiza.

Para este año, además de ser el Artista joven del Mes (que tiene cerca de dos años promoviendo la obra de artistas emergentes en los diferentes museos que conforman la Fundación Museos Nacionales), tiene otros planes. Expondrá en otras latitudes, pero no sin antes haber mostrado su obra en Venezuela. «Mis raíces están aquí, soy venezolano y eso lo llevaré adonde sea», concluye.

El cubismo de Borsec | Foto Ezequiel Carías

Abril es el mes de Borsec en la institución ubicada en Parque Central. Pero no es la única. A pesar de que muchas salas se encuentran cerradas, este año el ahora MACCAR tiene previsto una agenda de exposiciones que buscan mostrar la extensa colección de arte que tiene la institución fundada en 1973 por la periodista y directora del MACCSI hasta el 2001, Sofía Imber.


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