Bajo el pseudónimo de Agripa, inspirado en un alquimista alemán del siglo XVI, Carlos Katán presentó su libro Formas de la aridez. El autor es un joven caraqueño de 26 años de edad, licenciado en Filosofía por la Universidad Central de Venezuela. Ha participado en recitales y talleres de poesía en instituciones como el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos.

Katán resultó ganador del III Concurso Anual de Poesía Lugar Común-Embajada de Italia, que tuvo como jurado a Verónica Jaffé, Alfredo Chacón, Nelson Rivera y Alejandro Castro. La entrega del premio se realizará el 17 de enero, pero el galardonado no asistirá al evento porque se encuentra fuera del país.

Sobre su trabajo, el poeta expresó: “Es un paisaje interior, un conglomerado de experiencias de toda mi vida que se resume en la aridez. Ahora, la manera en que está escrito es breve y tajante; es un recorrido por lo que ocurre cuando escribo, cuando salgo o cuando estoy solo”.

“Es complicado dar una explicación a ciencia cierta sobre qué trata el libro, porque toca muchas cosas al mismo tiempo. En términos generales, estructura una serie de pasajes en la que se muestra una visión del mundo desde mi forma de escritura particular”, agregó Katán.

Su primer encuentro con la poesía ocurrió durante bachillerato, cuando estudiaba la materia Castellano y Literatura. Sus profesores insistieron en la lectura e interpretación de obras de poetas como Federico García Lorca y Charles Baudelaire. Esto lo marcó para siempre, pero no fue definitivo para su estilo de escritura poética. De hecho, fueron las lecturas posteriores las que colaboraron para que este filósofo se consagrara al mundo de la escritura poética.

En 2011, luego de publicar Impercepciones (título que reúne poemas “muy adolescentes”), pensó que era el momento adecuado para entrar en la compleja experiencia que implica escribir un libro más denso. Ese proceso se mantuvo fluctuante hasta que lo terminó en 2018.

Encuentra una simbiosis entre los mundos en los que se mueve: “La filosofía está en todo. Antes de escribir un poema tengo que sustentarme en algo, tengo que leer mucho, a ensayistas, poetas y filósofos, para tener una idea clara de lo que siento. De hecho, de manera discreta puedes encontrar la influencia de autores como Teófilo Tortolero, Reynaldo Pérez Só, Rainer Maria Rilke y Paul Celan”.

Ríe cuando se le pregunta sobre la gratificación que sintió luego de finalizar el libro y confiesa que: “Fue difícil porque escribir suele ser complicado, pero creo que el resultado fue grato. Quizá no el proceso, pero sí el producto final”.

“Escribir poesía es una manera de razonar, que se asemeja al pensar de la filosofía; es como cruzar un camino, uno que no está previamente marcado. ‘Métodos’, en griego, es el camino que uno sigue y que implica una apertura, es un camino que se abre en el hacer. Escribir poesía es una manera de conectarme con el pensamiento, quizá no para hacer filosofía como tal, pero de ahí surgen reflexiones (en mi caso), una imagen del mundo que quiero construir en el poema”, indicó.


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