Foto: Jesús Navas

Abigaíl Varela juega con las posibilidades de la forma, el movimiento, así como con el humor, la cotidianidad y los sueños en sus esculturas moldeadas en bronce o aluminio. El lenguaje de su trabajo de más de 40 años es tan particular que es fácilmente reconocible.

Como en una suerte de reunión, sus figuras femeninas de caderas grandes, cabezas pequeñas y extremidades delgadísimas realizan diferentes actividades en la planta baja de la Galería Freites de Las Mercedes.

Mientras una levanta los brazos como si estuviese clamando al cielo, otra persigue la Luna como si estuviese en un sueño; también se pueden ver figuras corriendo con una cartera, conversando en un banco, esperando en un lugar que parece ser una estación de tren o una mujer que tiene un tigre de proporciones mínimas sobre su brazo.

Foto: Jesús Navas

En 11 esculturas, Varela muestra parte de un trabajo que, explica, requiere de un proceso meticuloso y pesado. La exposición Abigaíl Varela. Obras de mediano y gran formato, que incluye maquetas, estudios y obras de pequeñas dimensiones, nace del taller donde el artista trabaja con sus técnicos.

La delicadeza de piezas como Mujer con una mirada del mundo, que presenta una figura parada de manos, surge luego de una labor prácticamente industrial, entre el fuego y el metal. Un par de fotos disponibles en la exposición ayudan a comprender este contraste: ambas en blanco y negro, una retrata a Varela en su taller rodeado de humo y calor, y la otra, con un fondo limpio y de luz tenue, lo muestra en medio de formas lineales ya culminadas.

“Yo no tengo estudio académico, pero sí participé en talleres en escuelas durante mi proceso de formación. Al final descubrí que mi obra tenía que ser de metal, por sus características, con piernas y brazos delgados, delicados, frágiles. Empecé con terracota y la fragilidad y los accidentes me llevaron a comprender que tenía que usar el metal”, dijo Varela en los espacios de la Galería Freites.

Foto: Jesús Navas

Recuerda que poco a poco instaló su taller junto a técnicos para garantizar el proceso de fundición para sus piezas. “Yo iba a talleres y trabajaba para aprender y hacer mis obras, inicialmente en formatos pequeños. Poco a poco hubo un crecimiento, contraté gente, técnicos, y eso me ayudó a poder realizar una obra. El proceso que desarrollo es muy costoso, y eso me ayudó a mantenerme en el tiempo”.

Cuenta que una de sus búsquedas es que sus esculturas luzcan livianas y dinámicas, cosa que no es sencilla. Por ejemplo, destaca que una obra como Mujer con una mirada del mundo es una figura de unos 120 kilos sostenida por dos bracitos: para él, no se trata solo de una cuestión técnica, sino de una estética. “Hay un mensaje desde el punto de vista escultórico. En la escultura más clásica eran masas que se veían pesadas, con otras características, pero yo siempre quise tener cosas como muy ligeras, que se sienta el movimiento”, explicó Varela.

A su vez, en su obra mantiene el criterio de diversión y humor. De hecho, afirma, mucha gente le comenta la simpatía de sus piezas. En su caso no busca hacer representaciones trágicas o tristes, prefiere plasmar en sus figuras la parte bonita y divertida de la vida.

Foto: Jesús Navas

“La poesía no tiene que mostrar solo la parte cruel de la vida. Siempre tengo esa conducta de ver la parte bonita de la vida, que sea una satisfacción, y universal también. Hay personas que se proyectan negativamente, pero yo prefiero hacerlo desde el punto de vista positivo. La mujer como símbolo de fecundidad, de vida, de humanidad”, dijo.

El dinamismo del que habla es notable también los rostros de cada mujer. Unas lucen sonrientes, otras tristes, algunas con el ceño fruncido. En ese caso, el artista señala que ha trabajado las expresiones influenciado en parte por la escultura precolombina y africana. Tal influencia la mezcla con elementos de la contemporaneidad como carteras, zapatos o maletas.

Procura que cada figura ofrezca muchas posibilidades a la mirada. Es decir, si el espectador se para frente a ella encontrará tal vez una forma voluminosa, pero si se mueve la imagen puede cambiar y volverse más plana. “Es parte de mi juego”, subraya Varela.

Foto: Jesús Navas

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