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Se trata de una ONG animalista llamada Cruelty Free International. Tomó videos de manera clandestina. El pasado 8 de abril esa organización difundió las espeluznantes tomas del laboratorio Vivotecnia en Madrid: monos, perros, conejos, cerdos y ratones siendo inmovilizados, zarandeados y aterrorizados.

El 29 de mayo una manifestación de cientos de animalistas, exigía la liberación de los 884 animales que siguen en Vivotecnia, que está cerrado.

El escándalo ha reavivado el fuego de viejas interrogantes: ¿Es éticamente permisible que la utilice animales en sus investigaciones? ¿Deberían los animales gozar de derechos que impida que se les utilice en investigaciones?

Existe el llamado principio de las Tres Erres, adoptado por la Unión Europea en 2013. ¿En qué consiste dicho principio? Veamos:

-Reemplazo, que consiste en sustituir por otros métodos en donde no sea necesario usar animales;

-Reducción, que es usar el menor número de animales posibles, si se van a usar en experimentos;

-y Refinamiento, que consiste en usar la técnica más adecuada en cada caso para causar el menor daño posible al animal.

No obstante, la lenta marcha de este proceso, y si bien gran parte de Europa no ha invertido en investigar en recursos paralelos, las Tres Erres ya han sido adoptadas también en buena parte de EEUU, y por la Organización Mundial de Sanidad Animal. Su aplicación ha sido muy positiva en los animales que se usan para experimentar. Pero no se sabe si ha disminuido el uso de animales en estos experimentos, ni si realmente han sido reemplazados por otras alternativas.

En 2016, la Confederación de Sociedades Científicas de España firmó un acuerdo de transparencia sobre el uso de animales en experimentos de carácter científico. ¿Cuál es el objetivo? Comunicar cuándo, cómo y por qué se usan, y que beneficios se desprenden de los experimentos. El pasado 2 de junio se sumó una ristra de organizaciones, con lo cual ya son 146 las que firman el acuerdo. Hay universidades, centros de investigación y empresas.

La tesis que se impone hacia el futuro de las investigación es que, si queremos seguir avanzando como sociedad, la experimentación con animales no puede evitarse. Por ejemplo, es necesaria en las pruebas para eventuales vacunas contra el covid-19. Y se suele añadir esta coda final: “Pero en cada caso se procura disminuir el sufrimiento animal y, siempre que es posible, se usan métodos alternativos”.

El Centro Nacional de Biotecnología de España hace por estos días experimentos con animales para acuñar una vacuna contra el coronavirus. Ratones están siendo modificados genéticamente para que el virus actúe en ellos igual que en un humano. Luego vendrán los monos cangrejeros. Y, finalmente, la vacuna será testeada en humanos.

Isabel Sola, directora de este proyecto, ha declarado: “hay que tener a animales completos para ver cuál es el mecanismo por el que el virus causa inflamación, para ver el edema en el pulmón. No tenemos alternativa”, explicó. La pregunta es: ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar normativamente y si encontremos, de aquí en adelante, personas que autorizarán que sus cuerpos sean objeto de experimentación?

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¿Resultará dañina la dieta vegana?

Dicen sus promotores que el veganismo es el futuro. Pero la alimentación vegana es baja, e incluso totalmente nula, en diversos nutrientes que hacen la diferencia para el cerebro. Hay especialistas que sostienen que una dieta vegana podría afectar la capacidad para pensar de quienes la asuman por largo tiempo.

Nuestro cerebro consume cerca 20% de nuestras calorías diarias, si bien eso apenas representa el 2% de nuestro peso corporal. Ese es un indicador muy importante: el cerebro necesita ‘alimentarse’ de forma muy intensa.

Y tal parece que la mejor forma de hallar la inmensa diversidad de grasas, aminoácidos, vitaminas y minerales que estos órganos muy demandantes precisan es comiendo animales, cazados o reproducidos en diversas cadenas agroindustriales.

Según la data más reciente, hay unos 375 millones de vegetarianos en el globo. En Occidente, el veganismo ha echado por la borda la etiqueta hippie y se ha tornado una de las tendencias de más rápido crecimiento. En Estados Unidos creció un 600% entre 2014 y 2017. Entretanto, en India, las dietas libres de carne han ejercido dominio desde el siglo VI a.C.

Pero, si no comer carne tuviera un impacto verdadero en nuestro cerebro, podríamos suponer que ya nos habríamos dado cuenta. Luego, ¿está de verdad dañando nuestros intelectos, o solo se trata de miedo a lo desconocido?

Una investigación se llevó a cabo en Kenia, con la participación de 555 escolares, quienes fueron alimentados con uno de tres tipos diferentes de sopa -con carne, con leche o con aceite- o no recibieron sopa, durante siete períodos escolares. Fueron sometidos a exámenes antes y después. La idea era medir cómo se comparaba su inteligencia.

Por sus condiciones económicas, la mayoría de los niños eran vegetarianos de facto al comienzo del estudio. De manera increíble, los niños que tomaron la sopa que contenía carne cada día parecían tener una ventaja notable. Al finalizar este estudio, superaron a todos los demás niños en una prueba de razonamiento no verbal. Asimismo fueron los mejores en una prueba de habilidad aritmética, junto con lo que tomaron sopa con aceite.

Crecerá el veganismo

Se define al veganismo como una actitud y una manera de vivir. Busca eludir los daños a animales no humanos siempre que sea posible. Lo que se hace directamente, como cazar o pescar. Y también lo que promovemos con nuestro consumo.

Denuncia el movimiento vegano que a los animales se les somete a sufrimiento en granjas y mataderos. ¿Por qué? Porque hay una demanda de productos de origen animal, especialmente productos alimenticios. El veganismo implica no consumir estos productos para no dañar a los animales. Se trata de una tendencia en boga, que ha ganado simpatizantes en los últimos años y que podría sumar más adeptos en los tiempos que vienen.

Además, la difusión del veganismo aporta a una disminución del especismo, la discriminación de los animales en función de su pertenencia a una especie. ¿Es justo proteger a algunos animales, como los perros y los gatos, y no tener en cuenta a otros que también sufren? La mayoría de las personas está en contra de que se maltrate a los perros. Ergo, ¿es justo aceptar lo que ocurre a otros animales en las granjas y en los mataderos?

Como dijimos, se trata de una tendencia en apogeo. Cada vez más personas están eligiendo sustituir alimentos de origen animal por alternativas deliciosas y mejores para la salud. Hay una gran paleta de opciones disponibles.

En las tiendas de comida y los automercados hay una gran variedad de alimentos vegetales, desde garbanzos hasta judías, pasando por lentejas, pasta, arroz, cereales, verduras, hasta llegar a las frutas y frutos secos. El tofu, la soja y las hamburguesas vegetales están cada vez más en los anaqueles. Son más comunes –asimismo- las bebidas vegetales de soja, avena, arroz y almendras. Y es más fácil encontrar yogures y helados vegetales.

¿No sabe usted qué pedir cuando sale a comer a un restaurante? En casi cualquiera de ellos se puede encontrar arroz, ensaladas, patatas, pasta o setas, platos que se pueden pedir con pequeños cambios si no son veganos. Los restaurantes chinos, indios, árabes e italianos, entre muchos otros, ofrecen platos deliciosos sin ingredientes de origen animal.

Es obvio que se precisa más investigación para medir de verdad si este efecto es real y si también se aplicaría a adultos en países desarrollados. Pero este estudio plantea preguntas intrigantes sobre si el veganismo podría estar frenando el desarrollo mental de algunas personas.

Varios nutrientes cerebrales importantes no existen en plantas u hongos. La creatina, carnosina, taurina, EPA y DHA omega-3, el hierro hemo y las vitaminas B12 y D3, usualmente se encuentran en alimentos derivados de productos animales, de manera exclusiva, si bien pueden ser sintetizados en un laboratorio o ser extraídos de fuentes no animales como algas, bacterias o líquenes, y agregado a suplementos. Otros se encuentran en alimentos veganos, pero solo en pequeñas cantidades. De todos esos nutrientes, imprescindibles para una vida sana, los vegetarianos y veganos tienen cantidades más bajas en sus cuerpos. Así, las dudas que muchos se formulan, podrían ser legítimas: la dieta vegana, ¿podría resultar contraproducente, a largo plazo?

¿Prepararse para una rutina vegana?

Una dieta vegana es mucho más trabajosa que una omnívora. Precisa de mayor planificación y dedicación a la cocina. ¿Por qué? Porque es necesario tener una perfecta consciencia de qué alimentos comer y cómo variarlos entre sí, para que la dieta sea equilibrada y cubra todos los requerimientos del cuerpo.

Así que, ¿cómo prepararse para un futuro vegano? Un primer paso podría ser irse acostumbrando a las verduras, los cereales y productos menos conocidos, como el tofu o la quinoa, por ofrecer aquí un par de ejemplos, entre los más proteínicos. Es bueno hacerse un examen médico antes de adoptar, con rigor, una dieta vegana.

Lo ideal, dicen los que saben, es comer 50% de verduras y hortalizas, 25% de proteína y 25% de cereales integrales. Entre algunos de los nutrientes imprescindibles que pueden faltar si se deja de ingerir carne, lácteos, huevos y pescado, está la vitamina B12. La solución más frecuente es tomarla como suplemento, si bien está en la levadura de cerveza, en determinados cereales fortalecidos y bebidas sustitutivas de la leche que la incorporan a su fórmula.

Por otra parte, no es cierto que la única vía de encontrar proteínas sea comiendo carne y pescado. Muchos vegetales las proporcionan y suelen tener más fibra y menos grasas saturadas que las de animales, por lo que -en primer término- serían más saludables. Las proporcionan las legumbres, el tofu, las verduras fritas, las lentejas, los cereales integrales, los frutos secos, las semillas, la quinoa, la pasta y el arroz.

Pero la carencia de hierro es uno de los déficits nutricionales más frecuentes en los veganos. Esto es porque el cuerpo absorbe dos o tres veces más hierro de los alimentos procedentes de los animales que de los vegetales.

La vitamina C empuja la carreta para que se absorba mejor el hierro de los alimentos que lo contienen. Una forma inteligente de obtenerlo es a través de alimentos que la tengan, como el pimiento rojo, las judías, las espinacas y las lentejas.

Son sólo algunos ejemplos de componentes que le pueden faltar a quien tome la opción del veganismo. Es posible que se hable menos del zinc, pero es crucial porque contribuye a regular el sistema inmunológico. Escasas plantas lo tienen en cantidad suficiente y además, es de difícil absorción, por lo que se puede producir un déficit de ese elemento. El pan integral con semillas, las hortalizas de hoja verde y los tubérculos, alubias, guisantes y frutos secos lo contienen.

Los pescados grasos son esenciales suministradores para el cuerpo de Omega-3, un ácido graso indispensable. Los veganos lo pueden hallar en las semillas de chía, las nueces e incluso en determinadas algas, también en la linaza y las judías de soja. El Omega-3 tiene un rol capital en el funcionamiento del cerebro y de la vista, tiene propiedades anti-inflamatorias y reduce el colesterol. Se puede tomar como suplemento.

También los productos lácteos son la principal fuente de calcio de la que prescinden los veganos. Está en algunos vegetales, pero no se absorbe tan fácilmente, como cuando proceden de la leche y derivados. Muchos vegetales lo suministran.


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