La tradición del aumento del salario para los trabajadores, con ocasión de conmemorar el Primero de Mayo, se ha convertido en un dolor de cabeza en Venezuela. Desde 2013 Nicolás Maduro ha decretado 26 incrementos que no han representado ningún beneficio real para los que viven del producto de su actividad diaria, y con el que se aproxima no se espera un cambio de esta realidad, de acuerdo con especialistas y representantes de los sectores productivos.

En general, todos coinciden en afirmar que el Estado, que es el mayor empleador en Venezuela, necesita conseguir bolívares para poder hacer frente a un aumento que es tradicional, pero no esperado de manera positiva. Las fuentes de este dinero extra, dado que las exportaciones de petróleo están en caída libre, se resumen a la emisión de dinero inorgánico y a lo que se ha visto en los últimos días: la devaluación de la moneda a través del alza del dólar Dicom, que se acerca mucho a la tasa paralela.

Angustia para los trabajadores

Todo trabajador “tiene derecho a un salario suficiente que le permita vivir con dignidad y cubrir para sí y para su familia las necesidades básicas materiales, sociales e intelectuales”, de acuerdo con lo que establece el artículo 91 de la Constitución.

Froilán Barrios, de la Coordinación Nacional de Frente Autónomo en Defensa del Salario y el Sindicato, considera que lo que dicta la carta magna no se cumple. Para sostener su argumento, cita que en marzo de 2019 la canasta alimentaria para una familia de 5 miembros se ubicó en 723.000 bolívares, de acuerdo con el Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores. Esto quiere decir que un padre de familia necesita 40 salarios mínimos para satisfacer las necesidades alimentarias de su hogar.

José Elías Torres, secretario general de la Confederación de Trabajadores de Venezuela, aseguró en días pasados que el anuncio de un aumento de salario asusta a los venezolanos, pues generalmente tienen consecuencias negativas como el aumento de los precios y, por ende, de la hiperinflación y la escasez.

“Para aumentar el salario deberían tocarse varias teclas de la economía, pero lo fundamental sería reactivarla. Por el contrario, en la gestión de Maduro se ha convertido al sector privado en el enemigo, a la economía en un escenario de batalla ideológica que ha pulverizado las condiciones de vida del pueblo venezolano”, afirmó Barrios.

Sectores productivos

La pesadilla continúa y no se espera nada nuevo, es lo que opinan representantes de Conindustria, Consecomercio y Fedecámaras.

Mariolga Girán considera que el tema de discusión no es el porcentaje del aumento, que en definitiva se lo merecen todos los trabajadores sobre todo en las actuales circunstancias. “Lo que tenemos que discutir es cómo podemos mejorar el poder adquisitivo de la gente para realmente estimular la economía. Pero la realidad de los últimos aumentos lo que nos indica que lo que viene es alza de los costos de producción, por ende, de los precios y hasta más anaqueles vacíos”, afirmó.

En eso coincide con María Carolina Uzcátegui, presidente de Consecomercio. “Sin saber de cuánto va a ser ese aumento ya se están preparando los comerciantes, remarcando precios, porque nadie sabe cuánto va a ser el costo de la reposición de la mercancía. Mientras no haya producción, mientras no podamos vender suficiente para pagar suficiente, lo que estamos es ahondando la crisis”, dijo.

“En enero no estábamos en una emergencia eléctrica, con un horario laboral especial, con menos producción que nunca, con importaciones restringidas por la falta de dólares. Por eso creo que el efecto será mucho peor, tanto para las empresas como para la economía del país en general”, alertó el primer vicepresidente de Fedecámaras, Ricardo Cusanno.

Economía desahuciada

Los aumentos de sueldo hace más de 20 años eran producto de reuniones llamadas tripartitas; es decir, que incluían a representantes de los trabajadores, del Estado y de la empresa privada, tal y como lo recomienda la Organización Internacional de Trabajo, que este año cumple su aniversario número 100.

Ese sistema de trabajo consensuado se perdió por completo con el régimen chavista, por lo que economistas como Tamara Herrera consideran que un aumento de salario mínimo en una economía en franco período recesivo empeorará la situación.

“Se habla de tratar de mejorar el poder adquisitivo de la población, pero no se toma en cuenta otro factor, que es cuántos empleos se van a destruir con esta decisión. En un sistema económico, nada está exento de consecuencia. Estos incrementos se traducen inmediatamente en un alza de los costos de producción que se trasladan a los precios y que al final termina destruyendo los centros generadores de empleos”, explicó.

Herrera argumentó que el estado actual de la economía venezolana no ofrece condiciones para que un aumento de sueldo sea efectivo, pues todo juega en contra de la reactivación de la producción. “Tenemos un encaje legal a 100%, el más alto en la historia, poca posibilidad de financiamiento de la actividad económica y se le agrega el costo por la vía del aumento de salario. Todas estas son condiciones negativas que no se traducirán en una recuperación”.  


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