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Hace casi dos años, exactamente el 15 de marzo de 2022, fue la última vez que el gobierno de Nicolás Maduro hizo un ajuste del salario mínimo en Venezuela. En un período de 20 meses desde entonces, este indicador vital para los trabajadores, especialmente aquellos de la administración pública, no ha experimentado ninguna revisión.

Actualmente, el salario mínimo se sitúa en 130 bolívares, una cantidad que, en su momento, representaba cerca de 30 dólares a la tasa oficial del Banco Central de Venezuela (BCV). Sin embargo, con el tiempo, esta cifra ha perdido valor y ahora equivale a solo 3,67 dólares.

La escasez del salario mínimo se pone en evidencia al compararlo con bonificaciones recientes entregadas a través del Sistema Patria. Un ejemplo de ello es el bono El Esequibo es nuestro, el cual se distribuyó esta semana pasada por un monto de Bs. 160, o lo que equivale a 4,52 dólares a la tasa oficial.

No obstante, este estancamiento salarial ha provocado continuas protestas. Siendo uno de los principales motivos de descontento para los trabajadores públicos, jubilados y pensionados del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS).

Tan solo en octubre, el Observatorio de Conflictividad Laboral y Gestión Sindical del Instituto de Altos Estudios Sindicales (Inaesin) reveló que 60% de las protestas de los trabajadores se centraron en la mejora de los salarios.

Al respecto, Ana Rosario Contreras, presidenta del Colegio de Enfermería de Caracas, expresó: «Queremos salarios y pensiones dignas. Queremos aguinaldos no fraccionados y que satisfagan verdaderamente una feliz Navidad. Seguimos en la calle porque a los trabajadores nunca nos han regalado nada”.

Salario mínimo en Venezuela tiene casi dos años sin recibir ajuste

Las observaciones también las han señalado organizaciones de derechos humanos como Provea y la Academia Nacional de Ciencias Económicas. De hecho, esta última destacó que, en una economía con inflación elevada y devaluación constante, la política de congelar los salarios resulta ser atroz.

“En una economía con inflación baja o moderada y con una moneda fuerte, quizás la necesidad de revisar con frecuencia los ingresos salariales no sea una urgencia. Pero en una economía donde la tasa de variación anual del IPC (Índice de Precios al Consumidor) a septiembre fue de 317,6% y donde la moneda se deprecia sin parar, la política de congelar los salarios termina siendo atroz”, comentaron en un pronunciamiento público.


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