mujeres de Lechalito
Las mujeres de Lechalito. Foto: Abraham Morles/ ©FAOVE

Ani Soto se miró entre todos los agricultores, mujer, como más de 50% de las manos que se encajan en los surcos del mundo. De entre todos, enumeró una a una las mujeres que, como ella, sembraban y eran cabeza de familia. Una, dos, tres, cuatro, cinco… diecinueve. A las diecinueve las unía una profunda necesidad, pero también el arte, de alimentar a los suyos. Todas, madres solteras. Todas, habitantes y semillas de la tierra en una misma comunidad.

Las diecinueve viven en Lechalito, asentamiento rural de la parroquia Pío Tamayo, municipio Andrés Eloy Blanco del estado Lara, al occidente de Venezuela. Se hacen llamar Las mujeres de Lechalito.

Estas agricultoras fueron seleccionadas como parte del proyecto de fortalecimiento a la agricultura familiar, ejecutado por la FAO, con los recursos financieros de la dirección general de Protección Civil y Ayuda Humanitaria de la Unión Europea (ECHO).

La dotación de semillas y de herramientas para trabajar el campo mejoró materialmente los medios de vida de estas mujeres, a su vez los de sus familias y exponencialmente los de su comunidad. Así mismo, la asistencia técnica que recibieron de FAO, no sólo las formó en algo que empíricamente ya practicaban, también las capacitó para convertirse en multiplicadoras. Allí donde sembraron alimentos también abonaron conocimientos para la sostenibilidad de sus cultivos.

Foto: Abraham Morles/ ©FAOVE

Mujeres de Lechalito: de Ani a Livia

A pocos días de las primeras acciones del proyecto en Lechalito, falleció Ani Soto, líder comunitaria, quien fuese el vínculo entre FAO y los habitantes de este sector larense. En homenaje a la labor de Soto, las dieciocho decidieron continuar con el trabajo de la tierra con más temple que nunca.

Unos meses antes, Ani había establecido comunicación con Livia María Colmenares, vocera del grupo Las mujeres de Lechalito. A ella le contó los objetivos del proyecto. Livia recuerda el encuentro con Ani y no duda en calificarlo “como una bendición para Lechalito”.

Livia es madre de Leonardo, Mileidy y Moisés. Nació hace 65 años en el caserío La Guapa, a 13 kilómetros de Sanare, capital del municipio Andrés Eloy Blanco. Los últimos quince años ha vivido en el sector La Escuela de Lechalito.

Además de agricultora, Livia se presenta como cocinera, dulcera, peluquera, costurera, tejedora, formadora, defensora de los derechos de las mujeres en su comunidad, líder y promotora de actividades de provecho para sus vecinos. No obstante, se hace importante remarcar que además, es madre soltera.

Como la mayoría de los habitantes de las zonas agrícolas del municipio, Livia se dedicaba al monocultivo de café, que es además moneda de cambio en ese caserío, para la obtención de otros alimentos y bienes. Su participación en el proyecto, a través de las asesorías técnicas de FAO, la proveyó de alternativas para diversificar la siembra en su conuco.

Actualmente, en su finca siembra además de café, maíz, caraotas, quinchonchos (fríjol), tomates, árboles frutales de cambur, naranja, mandarina, mango, guanábana, aguacate, lechosa, y chachafrutos (fríjol de árbol). Así mismo mantiene cultivos de ciclo corto como cebollín, celery, pimentón, ají, calabacín, lechuga, cilantro y berenjenas. Como si fuera poco, hace seis años trabaja en la cría de cabras y gallinas, de las que obtiene leche y huevos de forma permanente.

Con la información obtenida en las guías proporcionadas por FAO, Daimar Jiménez, de 27 años de edad, otra de las integrantes de Las mujeres de Lechalito, comenzó a producir sus insumos orgánicos para el control de plagas y de enfermedades en las plantas, y genera un excedente con el que provee al resto del grupo. Además, a partir de las semillas que recibieron en el proyecto, han constituido un banco de semillas para garantizar la continuidad de sus ciclos de siembra.

mujeres de Lechalito
Foto: Abraham Morles/ ©FAOVE

Tejido

Las dieciocho son un equipo. Comparten experiencias e innovaciones productivas, se apoyan mutuamente en el trueque de alimentos, para garantizar el sustento en sus hogares. Intercambian conocimientos empíricos en prácticas de siembra. Se dedican a instruir a la comunidad en la elaboración de huertos familiares y la elaboración alternativa de alimentos: la esperanza sobrevive en sus manos.

“Aunque el proyecto de FAO haya culminado, Las mujeres de Lechalito decidimos continuar con la producción de nuestros propios alimentos. Con lo que aprendimos somos capaces de asegurar la alimentación saludable de nuestras familias”, asegura Livia María Colmenares.

Este grupo de mujeres son beneficiarias del proyecto, que promueve la resiliencia, en 387 familias de zonas rurales y periurbanas del estado Lara. FAO y ECHO proporcionan a los beneficiarios, insumos agrícolas como semilla, herramientas y asistencia técnica. Con los beneficiarios se trabaja para que puedan mejorar sus medios de vida y la seguridad alimentaria y nutricional.

Se dice que los alimentos, desde la semilla hasta la mesa de un hogar, cuentan una historia. Este grupo de mujeres, relata una historia de unidad, aprendizaje y mejora de la alimentación de sus familias y vecinos. Son más que conuqueras, se han convertido en heroínas de la alimentación en las montañas venezolanas.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!