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Compras en el mercado municipal de Chacao. Foto: Federico PARRA / AFP

En plena pandemia, los ciudadanos compiten a contrarreloj con una voraz hiperinflación, buscando sobrevivir a la crisis económica. ¿Las estrategias? Comprar bienes al momento con un bolívar devaluado y administrar dólares intentando ahorrar mientras el covid-19 avanza.

En una crisis económica encaminada a su séptimo año de recesión y luego de unos tres años en hiperinflación, los precios suben en cuestión de horas como consecuencia de una inflación que en 12 meses hasta julio llegó a 4.099%, según la Asamblea Nacional.

Esto ocurre en buena medida por la emisión de dinero para financiar el déficit fiscal, en medio del retroceso de la producción petrolera, principal fuente de divisas del país, golpeada a su vez por sanciones estadounidenses a la estatal Pdvsa.

El bolívar se depreció 77,9% desde enero.

Con efectivo escaso y monedas inexistentes, los ciudadadanos dependen de tarjetas de débito hasta para pagar un café, y de monedas extranjeras, en especial el dólar.

En ese escenario, quienes pueden se resguardan comprando dólares en un mercado negro que funciona en paralelo con el control cambiario, hoy con flexibilizaciones.

«Apenas hay un incremento importante del tipo de cambio, los precios se ajustan prácticamente de inmediato y quizá ese ajuste sea hasta de más para protegerse», explicó a la AFP el economista Henkel García, de la firma Econométrica.

Un hombre compra platanos en el mercado de Chacao, en Caracas. Foto: Federico PARRA / AFP

Crisis económica que obliga a gastar en «cualquier tontería»

Delia Hernández, de 58 años de edad, gasta casi al instante sus ingresos como pensionada y jubilada del Ministerio de Educación, equivalentes a 3,2 dólares mensuales, antes de que se diluyan.

«Cuando me depositan, enseguida compro cualquier tontería: un kilo de harina, una bolsita de jabón», señaló. Se restringe gustos como tomar leche, pues un kilo en polvo duplica su ingreso en medio de la inflación más alta del mundo.

«Mientras todo esto pasa y vemos qué se puede hacer, tomamos la decisión de vender charcutería en la casa», contó Delia, quien invirtió buena parte de la liquidación de su esposo, despedido durante la pandemia de coronavirus, para subsistir.

La pareja rompe la cuarentena vigente desde marzo para comprar embutidos, en medio de una ola de contagios en Venezuela, con 49.877 casos confirmados y 402 muertes, según cifras oficiales cuestionadas por la oposición y ONG.

«Tenemos que salir, ir al mercado de Quinta Crespo, que es lo más cerca, comprar rapidito y regresar a la casa», indicó.

En una nevera, guarda quesos, jamones y salchichas que empaqueta y vende a sus vecinos.

«El miedo al coronavirus está, pero ¿y lo demás?», preguntó.

Vista de la avenida Bolívar, en Caracas. Foto: Federico PARRA / AFP

Comprar «de una vez», hasta en dólares

Donny Torres, de 34 años de edad, prefiere no esperar a hacer sus compras, ya que tiene dos hijos y una esposa que mantener. «Uno va llevando a la casa lo necesario. A medida que recibo dinero voy comprando de una vez», dijo.

Este repartidor motorizado cobra hasta cuatro dólares, o su equivalente en bolívares, por entrega. En una buena jornada sobrepasa los 20 dólares, seis veces más que su salario mensual como funcionario público en una empresa de gas natural.

Para Torres la distinción es clave: «En divisas ya puede ser algo diferente, ahorraríamos un poquito más», mientras el bolívar «no alcanza para nada».

Sin embargo, choca con un reajuste de precios en base a referencias internacionales, mayoritariamente en el área de servicios, que está «impulsando la inflación», explicó el economista García.

«Necesito comprar un caucho para mi moto, ¿verdad? Pregunté esta mañana, el caucho son 30 dólares, cuando voy después de la 1:00 pm, ya está en 35 dólares», aseguró.

Hay que «comprarlo de una vez», afirmó. «No sabemos si mañana vuelva a aumentar», subrayó.

En Venezuela, los dólares corren libres a pesar del control cambiario. La firma Ecoanalítica prevé que este año representarán 70% de las transacciones.

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Personas pasan frente a un comercio cerrado. Foto: Federico PARRA / AFP

Sin ahorros

Fuera de esta burbuja apenas quedan quienes viven con bolívares. El ingreso mínimo mensual, sueldo y bono de alimentación, apenas representa 2,3 dólares.

Mercedes Brito, una auditora de ventas, vive con un salario en bolívares equivalente a 10 dólares.

«Es un choque total que cada día, cada semana, todo sea diferente» mientras «tú sigues cobrando lo mismo», manifestó Mercedes, de 30 años de edad, madre de un pequeño de dos años.

En medio de la vorágine, asegura el economista García, «el dólar seguirá siendo la única manera de ahorrar», un concepto irreal para Mercedes.

Hay «algo que me gustaría en algún momento: adquirir un teléfono. Me robaron en diciembre del año pasado y hasta el sol de hoy no tengo», dijo.

«O es comer o es tener un equipo celular» de 50 dólares, recalcó.

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Vendedores en el mercado municipal de Chacao, en Caracas. Foto: Federico PARRA / AFP

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