Con el paso del tiempo, el contrabando se vuelve normal en la frontera colombo-venezolana. El sol se oculta y los pescadores van y vienen con mercancía ilegal bajo la mirada de quienes deben detenerlos. Aunque las noticias reseñan que una cava de pescado fue confiscada en territorio colombiano, este es solo uno de los cientos de camiones que son parte de la actividad ilícita.

Recientemente, el comercio ilegal en la frontera en San Antonio del Táchira se centraba principalmente en la gasolina y las medicinas; ahora el negocio se ha expandido hasta los alimentos.

Un pescadero, que prefirió ocultar su identidad, indicó a El Nacional Web que hasta 20 comerciantes colombianos llegan a diario al puerto de Zazárida, en el estado Falcón, un muelle que representa la principal fuente económica del pueblo y que provee la mercancía que llegará al Mercado Mayor de Coche, en Caracas.

“Los colombianos se llevan el mejor pescado porque tienen la facilidad del efectivo. Desde Cúcuta o Maicao traen pacas de dinero para comprar el pescado y nosotros nos quedamos con el que queda, como la sardina. Eso es lo que nosotros transportamos a Caracas para vender”, expresó.    

Los que realizan el transporte ilícito de mayores cantidades lo hacen por debajo del puente Simón Bolívar entre Venezuela y Colombia, en algunos de los caminos informales que conectan a ambas naciones. En la mayoría de las ocasiones, estos “caminos verdes” son controlados por hombres armados que los pescadores llaman paramilitares o simples delincuentes.

La ola de comerciantes extranjeros también ha generado que en los muelles de pescado artesanal, la actividad para los que tienen años trabajando con el pescado haya mermado hasta 75%.

El negocio redondo del efectivo

Los comerciantes aseguran que el puerto se rige bajo su propia economía. Al pescado pagado en efectivo se le asigna un precio, mientras que por transferencia el costo total aumenta hasta 70%. La falta de señal telefónica en la zona obliga a los caveros que no tienen efectivo a apartar el pescado y dirigirse a un poblado cercano llamado El Moján, en el estado Zulia, la entidad más cercana con señal de internet. En ese pequeño caserío se disponen a hacer la transferencia bancaria, y luego regresan al puerto para llevarse la mercancía.

Una vez que los camiones están cargados con la mercancía, explican los comerciantes, realizan una llamada a una figura de autoridad que los hará pasar por la frontera hacia Colombia, con la esperanza de no ser estafados.

Algunos contrabandistas trasladan el pescado sin las respectivas medidas sanitarias, por lo que la mercancía es vendida en efectivo y más barata, una oferta que muchos suelen aceptar en la zona.

“Algunas veces se llevan el pescado en mal estado porque se lo venden en el puerto más barato y cuando llegan a Colombia le sacan algo de ganancia, engañan a la gente con el aspecto del pescado por fuera, pero después que lo compran se dan cuenta que está podrido por dentro”, comentó Rafael Gutiérrez, pescador del puerto de Zazárida.   

El transporte sin ley

El tipo de transporte no importa a la hora de pasar la mercancía, los contrabandistas llegan a utilizar carros viejos, camionetas “Pick-up”, o camioneta Wagoneer, entre otros vehículos, siempre que cumplan con la función de pasar desapercibidos hacia Colombia.

Deben utilizar grandes cantidades de hielo picado, lo suficiente para mantener el pescado como si fuera un camión cava y prevenir cualquier contratiempo que pueda suceder en el camino.

Aunque para los que contrabandean, el hielo picado no siempre es un requisito. Un mayorista de pescado en Falcón, que no indicó su nombre por protección, expresó que algunos utilizan camiones viejos y la carga la cubren con hojas de cambures o plátanos, como una nueva modalidad del transporte sin ley para pasar por las trochas en la frontera del estado Zulia hacia Maicao, un poblado que queda a 90 minutos de Maracaibo.

El camuflaje de la droga

Otro negocio millonario en los puertos son los buches de pescado, altamente demandado  por la comunidad asiática, por lo que se paga en dólares.

Una vez que el pescado es fileteado, los pescadores proceden a sacar el buche, desprendiéndolo de las entrañas para venderlo aparte.

La carne blanca es expuesta al sol para ser deshidratada y es vendida de esta forma a precios exorbitantes, por ser un ingrediente principal en una sopa asiática llamada  “See Kow”, un caldo que supuestamente sirve como potenciador sexual, disminuye el colesterol y mejora la circulación.

Sin embargo, esta práctica también ha llevado al contrabando del producto. Los pescadores sacan sacos de buches y en muchos casos son utilizados como dediles para transportar droga en la frontera.

“El buche de pescado sirve para camuflar la droga; a pesar que la carne es blanca, pasa desapercibida por los puestos de la guardia en la frontera, por eso existe tanta demanda y lo compran al precio que sea”, comentó Maickol Quiñones, pescador del puerto de Zazárida.

Aunque no es un delito transportar estas vísceras, la comercialización del buche de pescado desencadena un mercado negro, cotizado en moneda extranjera, que las mafias delictivas aprovechan en estados fronterizos como Táchira y Zulia.

El contrabando reduce cada vez más los bienes disponibles para los venezolanos y empeora la escasez en todo el territorio nacional. Los comerciantes en la frontera seguirán impulsando el negocio mientras no existan medidas efectivas por parte del gobierno, llevando al comercio ilícito a seguir alzando su vuelo.


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