Yeferson Soteldo
Foto: @Libertadores

El venezolano Yeferson Soteldo es figura. Sobre su espalda, lleva la camiseta mítica número 10, la de Pelé. Usa las medias bajas, una sugerente tintura rubia sobre su cabellera, es diestro, aunque le sobra habilidad en los dos botines e imaginación en su cabeza. Tiene 23 años de edad y nació en Acarigua.

Messi, la gran inspiración de Soteldo

Soteldo, la figura del Santos, que este sábado buscará la Copa Libertadores frente a Palmeiras, en el Maracaná, se destaca, sobre todas las cosas, por su altura. Mide 1,58 metros, aunque las páginas oficiales le suelen agregar dos centímetros. «Pasé por muchas cosas… todo el mundo hablaba de mi talla, que no iba a poder jugar al fútbol por mi tamaño, principalmente por ser tan pequeño. Decían que por mi altura no podía ser profesional. Y aquí estoy, me superé. Este es un mensaje para los más jóvenes, a los que no son tan altos. Pueden ver que alguien como yo pudo llegar y decir ‘yo también puedo‘», contó.

Y abre su más profunda admiración. «Yo me inspiré en Messi. Vi que era pequeño y que llegó. Recuerdo eso de cuando era niño. y yo también, a mi manera, lo conseguí. Pocos creían en mí y ahora uso la mítica camiseta número 10 de Santos», se emociona el pichón de crack, el autor del segundo tanto de Santos sobre un alicaído Boca en las semifinales.

El gol a Boca: su especialidad

Tiene tres hijos. El primero, lo tuvo a los 18 años de edad. Su nombre es todo un hallazgo: Thiago Mateo, por la profunda admiración que tiene sobre el genio rosarino. Cuando Soteldo se mira en el espejo, se refleja en la historia de vida de la Pulga. No tanto en las gambetas: en la historia de superación.

En la concentración de Santos, la picardía de los demás se posaba sobre su diminuta figura. En las comidas, sus compañeros le armaban una mesa como si fuera un niño, a metros de la principal, y hasta una vez le colocaron en la cabecera una silla de bebe. El crack se reía. No suele molestarse casi nunca, ni cuando los entrenadores suelen sacarlo de escena a los 15 minutos del segundo capítulo, porque se queda sin oxígeno. Sin piernas.

Algunas de sus destrezas en 2020

«La final va a ser algo muy especial para mí y mi familia, pero sobre todo, para Venezuela. Mi gente siempre me apoya, sobre todo, cuando paso por un momento malo. Si ganamos la copa sería algo muy especial para mi pueblo, que tanto lo necesita», reflexiona, en una charla con el sitio oficial de la Conmebol. No tiene una mirada risueña de la realidad de Venezuela, pero prefiere no mezclarse en el barro de la política. En octubre pasado, pudo haber volado a Arabia Saudita: el Al-Hilal le ofrecía valijas repletas de millones, pero prefirió quedarse. Intuía que algo grande iba a ocurrir.

Es un ídolo en su tierra. Convirtió al fútbol en una pasión de multitudes, en un país que tiene otros deportes de bandera, como el béisbol o el básquetbol. «Cuando le hice el gol a Boca en las semifinales, explotó todo, fui la tendencia número uno de Venezuela. Me llena de orgullo ser uno de los referentes para los niños de Venezuela. Eso para mí vale más que cualquier otra cosa», sostiene. A la distancia, su país precisa buenas noticias como el agua. Soteldo las reune a todas.

Le decían «Manzanita», pero esa etapa de su vida prefiere enterrarla. Épocas de una infancia sin futuro de la Caracas más profunda. Era díscolo, inconstante, un pequeño peleador callejo que «podría haber terminado muy mal», si no fuese por la ilusión de una pelota. No tenía dinero ni para comprarse botines, pero era tan veloz que hasta le ganó a la pobreza. Debutó a los 16 años de edad en Zamora, pasó a Huachipato, un pequeño club de Chile, por 1.500.000 dólares, la cifra más alta pagada en su historia.

Como gambeteaba hasta su sombra, pasó a Universidad de Chile, en donde conoció a Jorge Sampaoli, «el mejor entrenador de mi carrera». Alguna vez, lo explicó muy bien: «Con Jorge tuve que cambiar mi forma de jugar. Él se dio cuenta que yo no era un jugador que le gustara marcar. Me dijo: ‘conmigo no vas a jugar hasta que no aprendas a marcar. He aprendido mucho. Sampaoli es el mejor técnico que he tenido».

El hombre de Casilda lo recibió con aplausos en su breve paso por Santos: «A Soteldo lo conozco muy bien por que jugó en mi querida U de Chile. Puede ser un jugador que sorprenda con apariciones desde muy atrás, puede jugar en las tres posiciones de ataque, tanto en la derecha, como en el centro o en la izquierda. Es un jugador que necesita mucho de la libertad para producir el desnivel que provoca. Espero que se acople muy bien a lo que nosotros estamos buscando, que es un equipo que todo el tiempo domine al otro».

Su explosión en la Sub-20 de Venezuela lo llevó al seleccionado, al que le dio lo más valioso que un equipo puede tener: alegría. En Santos encontró su lugar en el mundo, pero no se engaña: «Dicen que ya soy un ídolo, pero no me lo creo. Lo agradezco, eso sí».

Otra gloria de Soteldo es Neymar, que luego del triunfo sobre Boca lo llevó a la cúspide mediática al venezolano, en un «vivo» de una red social. Soteldo se pellizca y siempre mira para arriba: espía el más allá. «Quiero conocer a Pelé en persona. Ese es mi próximo sueño», dijo. El Rey del fútbol espera su próxima función vestido de gala.


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