Voleibol
Foto @FEVEBEISBOL

Una vorágine es lo que ha vivido todos estos años  la selección venezolana femenina de voleibol. De la cima en 2008, tras clasificar a los Juegos Olímpicos en Pekín, a enfrentarse con la triste realidad de quedar sin chances para Tokio 2020, ¿Qué pasó en todo ese tiempo?

La eliminación en el preolímpico femenino de Bogotá trajo mucha tela que cortar para el análisis y una pregunta agarró fuerza en estas horas ¿Cómo un equipo que estuvo en el tope en 2008 ahora tiene otro rumbo diferente?

Más de 10 años han pasado y es momento de revisar los cimientos que perdieron sostenibilidad en el combinado para que hoy ya no se compita como antes.

Ausencia de fogueo previo

El sueño era regresar a una cita olímpica en Tokio 2020, pero siempre fue complicado alcanzar ese objetivo sin una preparación a la altura.

Justamente esta fue una de las carencias en el equipo nacional. Si revisamos la participación de la escuadra criolla, su nombre ha estado fuera en la mayoría de las disputas internacionales.

En los Juegos Panamericanos de 2011, por ejemplo, la selección no participó, de la misma forma que tampoco estuvo en el campeonato suramericano del mismo año.

Desde la gesta de 2008 el elenco nacional no consiguió un boleto a las posteriores citas olímpicas, cayendo en cada preolímpico.

Es tan así, que una fuente cercana a  la selección contó que las jugadores se agruparon a escaso tiempo del inicio del preolímpico de Colombia y que es falso que hayan estado en preparación durante dos años.

Además, precisó que muchas de las competidoras, incluso, han dejado de forma individual su preparación, sin contar con un apoyo de los entes encargados en el país.

Argumentación que las declaraciones del técnico del equipo, Ihosvanny Chamber, avalan de alguna forma al reconocer que no tuvo una preparación a la altura.

“Hemos tenido muy pocos juegos de preparación, aunque estuvimos concentrados en Cuba. Nos falta preparación internacional más fuerte con otros países», dijo.

Y agregó: «lo que lleva a las jugadoras (la falta de fogueo) a entrar en desespero y eso conlleva a los errores que hemos cometido”.

Los antecedentes de 2018

En 2018 las alarmas comenzaban a encenderse y pocos hicieron caso a las mismas. El forfeit (inasistencia) del que fue protagonista la escuadra criolla en la edición 24 del Campeonato Suramericano U20 que se celebró en Lima, era una muestra de lo que venía en 2019 y 2020.

La voleibolista venezolana Juliennis Regalado denunció por Twitter en esa oportunidad la falta de apoyo por parte del Ministerio del Deporte.

“El voleibol Venezolano estará muerto en 2019, ya que no se clasificó a Mundiales ni a los Panamericanos”, escribió la jugadora.

Y esto sin mencionar otro de los factores preponderantes que fue el cambio generacional para que hoy se analicen más sombras que luces.

De aquella selección de 2008 solo permanecen dos jugadoras (María Valero y María José Pérez), es decir, que a las nuevas figuras del combinado no se les trabajó bajo un proyecto a largo plazo.

Estos algunos de los elementos que pueden explicar el por qué el voleibol criollo se quedó a las puertas de los JJ OO una vez más y se extraña el nivel que se alcanzó en la década pasada.


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