Simone Biles está a un mundo de distancia de cualquier gimnasta. De sus rivales, a las que ha sometido a un dominio absoluto desde 2013, e incluso de las leyendas de este deporte a las que ya ha superado al menos con los números en la mano.

La estadounidense logró este jueves en Stuttgart su quinto título mundial absoluto, algo que ninguna mujer había logrado hasta ahora; se trata de su medalla 22 en unos Mundiales, solo superada por una leyenda de este deporte como Vitaly Scherbo, que tiene una más.

La 16 de oro la logró «con una versión mejorada de sí misma, con ese programa ultraarriesgado que la coloca dos puntos por encima de todas las demás antes de empezar, más relajada entre ejercicios y tan espectacular como siempre», según el diario El País.

Resultados:
  1. Simone Biles (EE UU), 58,999 puntos.
  2. Tang Xijing (China), 56,899.
  3. Angelina Melnikova (Rusia), 56,399.
El salto que la hace única

La fiesta de la gimnasia terminó con Biles en el suelo, su ejercicio más espectacular, el mismo en el que realiza ese triple-doble que la hace única y con el que ha roto la barrera de su deporte para convertirse en una estrella mundial más allá de los Juegos Olímpicos.

La estadounidense estrenó la arriesgada acrobacia en verano, pero tenía que ejecutarla en unos Mundiales para inscribirla oficialmente en el Código de Puntuación.

Lo hizo el primer día y lo ha repetido en las dos finales que ha disputado hasta ahora. Aunque menos precisa que en días anteriores —tal era el impulso que llevaba que se salió del tapiz—, ya sabía que podía incluso caer y volvería a ser campeona del mundo. Necesitaba poco más de 12 puntos y logró 14,400.

Biles es una gimnasta diferente al resto. Es fuerte, muy coordinada y tiene una técnica precisa que le permite ejecutar ejercicios que otras gimnastas no pueden ni siquiera soñar. En la final de este jueves se distinguió desde el primer momento.

Mientras las otras cinco mejores gimnastas de la clasificación optaban en salto por un Yurtchenko con doble pirueta, ella se decidía por ese Cheng, que es seis décimas más valioso y que le permite volar más alto y más lejos que el resto. Y marcar distancias.

La campeona olímpica ha ido ampliando su distancia en cada aparato para dejarla al final en algo más de dos puntos. La plata fue para la china Tang y el bronce para la rusa Melnikova.

El programa de la explosiva gimnasta de Texas, que está en manos desde hace un par de años de los ex gimnastas franceses Laurent y Cecile Landi, está perfectamente diseñado.

Saca todo el partido posible a sus condiciones físicas y al Código de Puntuación. Pero además mejora cada año.

Si en los Mundiales de Doha de 2018 introdujo un salto nuevo en el potro y mejoró su ejercicio de paralelas, su prueba más débil, este año decidió asombrar al mundo con dos acrobacias que ninguna mujer había ejecutado nunca: el doble-doble (doble mortal agrupado con doble pirueta) para salir de la barra y el triple-doble (lo mismo pero con un giro más) en el suelo.

En la final de este jueves prescindió de la salida de la barra, porque no le hace falta para ganar y tal vez para demostrarle a la Federación Internacional su disgusto por cómo han valorado la dificultad de ese elemento.

Más madura y alza su voz 

Además de un programa asombroso y muy entretenido para los espectadores, para los entendidos y para los que no lo son tanto, con los Landi a su lado Biles ha ganado confianza.

Los fallos de Doha quedaron desterrados y Biles consiguió completar sus cuatro aparatos solo con ligeras imprecisiones.

También ha madurado. A los 22 años de edad vive por su cuenta y es consciente de que tiene un poder que ninguna gimnasta ha tenido nunca. Levantó su voz cuando se destapó el escándalo de abusos sexuales en la gimnasia estadounidense, se reconoció como víctima, y desde entonces habla cada vez que considera que debe ser escuchada.

Biles se ha proclamado campeona del mundo cinco veces. Podrían haber sido seis si no hubiera renunciado a los Mundiales de 2017 para tomarse un respiro tras los Juegos Olímpicos.

Solo le supera el japonés Uchimura, ausente de Stuttgart por lesión y que cuenta con seis victorias en su palmarés. Ni Nadia Comaneci, ni Larisa Latinina, Korbut o Tourischeva llegaron tan lejos.

“Nunca pienso en mí como una estrella, aunque me cuelguen esa etiqueta”, dijo a los periodistas antes de que empezara la competencia en Stuttgart. “No presto atención. Lo que intento es cada año ser mejor que el anterior”, añadió. Este ya lo consiguió. El año que viene le esperan los Juegos de Tokio.

 


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