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«Un hogar lejos del hogar». A más de 9.000 kilómetros de Atenas, Stefanos Tsitsipas juega como en casa en Melbourne, arropado por una populosa comunidad griega que se entusiasma ante un posible primer título de Grand Slam para el país mediterráneo.

Cuatro veces semifinalista del Abierto de Australia, el número 4 del mundo accedió el viernes por fin a la gran final de Melbourne, donde se jugará ante el serbio Novak Djokovic no solo el título, también el número uno de la ATP, algo que tampoco ningún griego ha conseguido.

Ningún lugar mejor para hacerlo que Melbourne, hogar de la mayor comunidad helena fuera Grecia y Chipre. Según el censo australiano de 2021, más de 180.000 personas residentes en el estado de Victoria, donde se encuentra esta ciudad, tienen ancestros griegos.

«Súper Tsitsipas», «el Dios griego del tenis», se leía estos días en la portada del diario de la comunidad helénica Neo Kosmos. En la Rod Laver Arena, las banderas de Grecia tiñeron de azul y blanco las gradas para cada encuentro de Tsitsipas.

Y en el restaurante Stalactites, punto de encuentro de los griegos en Melbourne, ofrecen durante el torneo el «souklavi Tsitsipas», un enrolado de pan de pita con cordero marinado, patatas fritas, tomate, queso feta, tomate, tzatziki, semillas de granada y menta.

«Nos encanta Tsitsipas. Es atlético, guapo, buena persona… Estamos orgullosos de él», asegura Antonia Tsamis, una de las responsables del Centro de la Comunidad Griega, situado en el llamado barrio griego en el centro de Melbourne.

«Creo que los griegos ahora están más involucrados en el tenis gracias a él. Incluso la gente mayor que no solía ver tenis, ahora está enganchada a la televisión», asegura Tsamis, que guarda en su teléfono fotos de una visita de Tsitsipas a ese centro en 2019.

Cerca de allí, una tienda de productos de este país mediterráneo está haciendo el agosto vendiendo banderitas de Grecia, que conviven en sus estantes con alimentos en conserva llegados desde la otra punta del mundo e iconos de la religión ortodoxa.

«Aquí hay una gran comunidad griega que está con él. Melbourne es como un hogar lejos del hogar», opina su dependienta Helen, que prefiere no dar su apellido. Ella también apoya a Tsitsipas, aunque reconoce que prefiere al australiano de origen griego Nick Kyrgios, «el chico malo».

Poner a Grecia «en el mapa»

Durante mucho tiempo, la comunidad helénica se conformó con respaldar a australianos de origen griego como Kyrgios o Mark Philippoussis, ahora asesor de Tsitsipas, o al chipriota Marcos Baghdatis, que perdió la final de 2006 contra Roger Federer.

Ahora también pueden animar a jugadores que han llevado la bandera griega a la élite del tenis mundial: Tsitsipas en hombres y Maria Sakkari, número 6 del mundo, en mujeres.

«Ser griego y tener a alguien griego en el tenis que no es nuestro deporte número uno… Estamos muy orgullosos, muy honrados y muy ilusionados para ser honestos», dice Harry Tsindos, propietario de un restaurante decorado con raquetas y pelotas de tenis.

«Los griegos siguen el fútbol. Ese es el gran deporte allí. Pero ahora muchos griegos están jugando y siguiendo el tenis (…) Con suerte, en unos años tendremos muchos pequeños Tsitsipas jugando por allí», afirmó.

Ese es el objetivo también del jugador: «Durante muchos años he querido poner el tenis griego en el mapa. Maria y yo hemos hecho un trabajo increíble», dijo tras pasar a la final.

«Probablemente no signifique mucho para los australianos porque habéis producido siempre tenistas y siempre habéis tenido una buena cuota de jugadores top, pero viniendo de un pequeño país como Grecia, estoy muy agradecido de conseguir algo así», agregó.

El cariño de la afición no ha pasado desapercibido para el corpulento y melenudo jugador, que asegura sentirse en casa en Melbourne, con un clima «muy similar a la Riviera Ateniense» y con «rostros griegos allí donde mire».

«Lo considero mi Grand Slam de casa. Los franceses tienen Roland Garros, los británicos Wimbledon, los americanos el Abierto de Estados Unidos. Para mí, es el Abierto de Australia».


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