La historia de este Mundial de Rusia es maravillosa. Ahora, como si faltara algo más en el país que fue el símbolo de la lucha social y la reivindicación del proletariado, la clase trabajadora del fútbol ha logrado uno de los mayores triunfos, justo cuando Rusia es ya cerebro capitalista de petrodólares y multimillonarios ¡Que bella paradoja!

Pues bien, Croacia, la de los obreros del Real Madrid, el Barcelona, la Juventus o el Inter de Milán derrocó a Inglaterra, el símbolo máximo del capitalismo del football 2-1 en un partidazo alargado de 123 minutos, en un juego que ganó con el sudor de su frente.

Este proletariado del fútbol representado en el overol de Modric, las botas de Rakitic, el casco de Mandzukic y en el guante irrompible de Perisic gritó “¡revolución!” hasta romper su garganta con su pueblo en la tribuna norte del estadio Luzhniki, sí, el mismo coliseo que preside una estatua gigante e imponente de Vladimir Lenin y en el que el próximo domingo jugarán la final de la Copa del Mundo contra Francia.

Su primera final, su primera vez. Justo fue Francia la que la sacó en las semifinales en 1998, cuando los franceses se convirtieron en la creme de la creme con su título mundial.

Los croatas, reconocidos por su talento, calidad y humildad, han pertenecido a las masas que mueven las fábricas productivas donde los Cristianos Ronaldos y los Messis, por ejemplo, se llevan las ganancias.

Pues bien, estos jugadores de grasa y llave de tuercas, de cemento y ladrillo, han levantado tres partidos seguidos en extratiempo en este Mundial. ¡Tremendo trabajo! Contra Dinamarca y Rusia se fueron a los penaltis. El miércoles liquidaron a Inglaterra. ¡Y siguen en pie de lucha, compañeros! Los panfletos estadísticos aseguran que esta vez es la primera que en todos los tiempos un finalista tiene semejante recorrido de desgaste y minutos.

Croacia empezó de abajo el partido. A los 5 minutos ya caía 0-1. Inglaterra invirtió su ahorro en acciones defensivas, con cinco hombres atrás cerrados en marcada línea (Trippier, Walker, Stones, Maguire y Young) y especulando con su fortuna en el mercado del contragolpe con los capitales golondrina de Sterling, Lingard y Alli.

A Modric no se le prendía la luz de su casco y Rakitic andaba impreciso: en lugar de picar, taladraba la pelota. Ellos, los obreros de la fastuosa Liga de España apenas si marcaban tarjeta en la fábrica de la cancha.

Tensiones sin manifestaciones relevantes y solo algunos pequeños desórdenes menores marcaban el desarrollo del partido que se iba en especular e intentona de revuelta.

Entonces fue cuando aparecieron los dos héroes para liderar la causa y guiar al triunfo del proletariado del fútbol: Perisic y Mandzukic. Al minuto 68, en una jugada que las fuerzas de seguridad arbitrales dejaron pasar a pesar de estar al filo del juego peligroso, Perisic metió el guayo delante de la cara de Walker y punteó el 1-1 en las 5,50. ¡Boom! Inglaterra, la de la fastuosa Liga Premier de los miles de millones de libras de los derechos de televisión, sintió el golpe de martillo. Y no se repuso.

Llegó la prórroga y con ella la victoria: el comandante Mandzukic se avivó y en un comando de asalto persiguió una pelota suelta que caía como una granada rebotada cerca del arco de Pickford. La metió con la pierna zurda (¡no podía ser si no con la zurda, seguro!) y Croacia, el proletariado del fútbol, la clase obrera del supermillonario fútbol capitalista europeo, se tomó la primera final mundialista de su historia.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!