Real Madrid Girona
Foto EFE

Un recital de Vinícius, goleador, asistente y fantasioso en cada acción ante Yan Couto, fue el factor diferencial en el pulso por el liderato, el golpe repleto de firmeza a LaLiga de un Real Madrid excelso, que convirtió la excelencia del Girona en debilidad, para golearlo sin piedad.

No encontró rival el Real Madrid en un Girona al que bajó de la nube. Pese a su sello inconfundible. Pese a su valentía. Con la línea defensiva instalada en el centro del campo en el Santiago Bernabéu, dispuesto a asaltar un reto mayor en una temporada de ensueño. La capacidad de mutación del Real Madrid, tan cómodo con balón como cuando le invitan a correr al contragolpe. La distancia en futbolistas instalados entre los mejores del mundo porque deciden los días trascendentales, como Vinícius y Bellingham.

Esa querencia al vértigo madridista encontró el mejor aliado en el descaro, quizá temeroso de un equipo instalado en el elogio por las gestas continuas de un modesto instalado en lo más alto. Cambiar su identidad es innegociable para Míchel y el doble enfrentamiento liguero ante el Real Madrid demuestra que es el mejor perfil para los de Ancelotti. Unidos ante los problemas por lesiones defensivas, sin un solo central sano. Con Tchouaméni y Carvajal como pareja de urgencia. Aumentó las ayudas. Camavinga y Kroos siempre atentos. La involucración defensiva de un grupo que mordió arriba.

Encaró el partido el Real Madrid con la dimensión que había adquirido. Respetó al rival hasta el punto de jugarlo como una final. Líneas juntas, duelos con intensidad para robar, cuanto más alto con mejores consecuencias. La posesión fue estéril para un Girona bisoño que ni chutó a portería en el primer acto. Reducido al máximo desde que lo decidió Vinícius. A los seis minutos con uno de sus mejores goles en el Bernabéu. Amago hacia dentro en carrera y derechazo a la escuadra desde fuera del área.

La definición que tanto se le demanda a Vini llevada a su máxima expresión. Asentó aún más el planteamiento de Ancelotti, aceptando de buen grado el ofrecimiento a correr y aprovechar el espacio. Bajo la dirección estelar de Kroos, con nueva lección de liderazgo y en el desplazamiento en largo, la presencia en todas las zonas de Camavinga y Valverde. El centro del campo se tiñó de blanco mientras Míchel lamentaba la baja de Yangel Herrera.

Bellingham salió lesionado del campo | Foto EFE

Ese perfil de jugador para incomodar a, que corrió al espacio a los 36 minutos ante el pase estelar de Vinícius. Pegado a la banda izquierda, lo dibujó con el exterior del pie, para que Jude se marchase con facilidad de Gazzaniga y marcase a puerta vacía.

Al Girona le pasaba un tren por encima. Sin capacidad de generar peligro. Sin respuestas defensivas. Con Couto sufriendo cada vez que le encaraba Vinícius tanto como unos centrales sin marca fija que fueron superados a sus espaldas. Y se gustó un Real Madrid intenso y preciso. Consciente de que su rival logró varios imposibles en remontadas exprés. Rodrygo, Vinícius y Bellingham perdonaron un castigo mayor antes del descanso.

De poco le había servido a Míchel el regreso de Dovbyk, con Sávio empequeñecido en el Bernabéu y Couto rebajando su aportación ofensiva por banda ante su sufrimiento en la marca de Vinícius. Lo intentó en la reanudación el conjunto gironí, con Lunin salvando un centro peligroso de Miguel Gutiérrez y un disparo desviado de Aleix. Pronto se dio cuenta de que no era el día. Su meritoria condición de invicto a domicilio se perdería con estrépito.

Vinícius, quien si no, volvió a dejar claro quien era el dueño del partido. Se fue de Couto con un regate en seco que precedió el disparo raso que rechazó donde nunca debe un portero, al centro, para que Bellingham, ya cojo tras dos torceduras del tobillo izquierdo, marcase la sentencia y su doblete antes de ser sustituido.

El partido sentenciado invitó a Ancelotti a pensar en el regreso de la Champions. Antes, celebró un gol esperado, el de Rodrygo que vivía un mal momento en la definición. Tras un testarazo arriba, encontró el tanto deseado con una acción defensiva de Vini. El robo a Couto, en su partido para el olvido, desató la carrera y el latigazo de rabia a la red para dar forma a una goleada inapelable en el golpe a LaLiga madridista. Aún tuvo tiempo para empeorarle el defensa brasileño, con un penalti sobre Güler en el último minuto que estrelló en la madera Joselu.


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