Rafael

El talento de Rafael Nadal parece no terminar  y  más allá de su previsible acceso a los octavos de final del Open de Australia el número uno del mundo logró algo mucho más valioso: encontró su juego, recuperar la confianza y los tiros que necesita para afrontar una segunda semana en la que las exigencias subirán sensiblemente.

“Mi mejor partido del torneo, sin dudas, y eso es muy positivo”, dijo Nadal tras vencer 6-1, 6-2 y 6-4 en 98 minutos a su compatriota Pablo Carreño Busta, 30 del ranking mundial, en la más contundente de sus cinco victorias en cinco partidos.

“Lo siento por Pablo, que es un buen amigo”, agregó Nadal.

Quien no es su amigo es Nick Kyrgios, su rival en octavos de final. El australiano se clasificó en un partido maratoniano frente al ruso Kachanov, al que venció por 6-2, 7-6, 6-7, 6-7 y 7-6.

Las pelotas no fueron un problema

La derecha, termómetro del juego de Nadal, funcionó hoy muy bien. Y a partir de eso renacieron los ángulos cortos del revés, la seguridad en el saque y la vocación ofensiva.

El número uno del mundo, que se vino quejando de que las pelotas del torneo se tornan extremadamente peludas y pesadas, no tuvo hoy problemas en ese sentido y fue un sábado de sol y calor seco, el escenario que más disfruta el mallorquín al desplegar su tenis.

“No”, le dijo Nadal a su entrevistador, John McEnroe, cuando el estadounidense le dijo tener la sensación de que el sol y el calor le energizan el juego.

“No, pero es verdad que cuando las condiciones son estas la bola bota más, y eso me beneficia”, continuó Nadal.

Nadal a gusto

En el sábado perfecto de Nadal, con generosa dosis de pop rock australiano en los intervalos determinados por los cambios de lado, la sensación fue que el 12 veces campeón de Roland Garros recuperó el humor.

Si contra el boliviano Hugo Dellien y contra el argentino Federico Delbonis se lo vio fruncir el entrecejo y gesticular pese a ganar en ambos casos sin perder un set, el duelo con Carreño Busta comenzó con una sonrisa ya en el peloteo previo, sonrisa que afloró más de una vez a lo largo del partido.

Acompañado por su esposa Xisca y el resto de su familia en Melbourne, Nadal dispone ahora de una noche de sábado libre y de todo el domingo y casi todo el lunes para preparar el primero de los cuatro partidos que pretende convertir en una escalera al 20.

Al vigésimo título de Grand Slam y al final de la maldición australiana, el único de los cuatro grandes certámenes que solo pudo ganar una vez.

 


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