Es una leyenda y un piloto que todavía no completó su obra. La sexta corona ratificó la supremacía que ejerce Lewis Hamilton en la Fórmula 1, aunque el británico estableció que pretende dominar todas las estadísticas del gran circo. Solo las plusmarcas que impuso Michael Schumacher se le resisten: el alemán es heptacampeón y firmó 91 victorias en su brillante campaña.

A los 34 años de edad, Hamilton tiene hilo para extender el reinado y atacar esos números para agigantar, como si hiciera falta, el mito. A las virtudes naturales de conducción y de estrategia, a su fortaleza mental y el cuidado extremo del cuerpo que acrecentó en las tres últimas temporadas, le agrega el respaldo de Mercedes, la escudería que domina entre los Constructores desde hace seis temporadas. Con contrato hasta final de 2020, arremeterá para exprimir las bondades del auto que le brinda el equipo de Brackley antes de planificar su futuro, ese que llegará con el cambio de reglamento que desarrollará la F.1 en 2021.

Triunfos que separan a Hamilton de Schumacher

Ocho triunfos separan a Hamilton de Schumacher, una cifra que no asoma como un contratiempo para el inglés. Un dato: obtuvo entre nueve y 11 éxitos en cada una de las temporadas en que se consagró campeón con Mercedes; en 2016 perdió la corona frente a Nico Rosberg, su compañero de estructura, aunque lo superó en cantidad de victorias: 10, sobre nueve del alemán. De proyectar esos rendimientos, superará el récord del Káiser y esos festejos empujarán para imaginar que el séptimo título no es una utopía.

“Todos nosotros estamos luchando con algo en la vida”

Más allá de la búsqueda de más marcas, Hamilton habló acerca de su psicología. “Todos y cada uno de nosotros estamos luchando con algo en la vida. Sea lo que sea: pequeño, grande. Traté de mostrarle a la gente que, desde afuera, las cosas siempre se ven geniales, pero no siempre es así. Yo estoy luchando con muchas cosas diferentes, contra ciertos demonios”, declaró el inglés, que graficó: “Cada año pasas por una montaña rusa diferente de emociones”.

Si bien Hamilton no quiso dar detalles específicos sobre ningún tema personal, confesó: “Siempre está el lado más oscuro que está tratando de derribarte”.

Hamilton se pone una coraza en las carreras

El birtánico arma una coraza en los circuitos para no demostrar debilidades ni sentimientos que puedan ser utilizados como puntos de accesos a sus rivales, aunque rompe esa armadura cuando se trata de niños con enfermedades complejas. Es el caso de Harry Shaw, el pequeño al que le diagnosticaron sarcoma de Ewing, un raro cáncer de huesos, un fanático que con un mensaje resultó inspirador para que Hamilton doblegara a Bottas en Cataluña en mayo pasado.

Hamilton vs Schumacher

Comparar a Hamilton con Schumacher es un juego inconducente. Los cambios técnicos que presentó la F.1 y los rivales que tuvo cada uno impiden trazar una línea. De los números se desprende que el alemán fijó sus conquistas en menos tiempos que el británico: en 1994, con Benetton, Schumy hizo su estreno como monarca; una década después firmaba su quinto título con Ferrari, el último de su maravillosa trayectoria. Hamilton, que debutó a los 22 años de edad como Schumacher, festejó seis veces en 11 años: en 2008, con McLaren, inició el recorrido, ese al que no le quiere poner freno.

Schumacher se batió a duelo con Damon Hill, Mika Häkkinen, Jacques Villeneuve, Jenson Button, David Coutlhard, Juan Pablo Montoya. Fernando Alonso y Kimi Räikkönen fueron los dos rivales de élite que batallaron con el alemán y también con Hamilton. Aquellos nombres consagrados sucumbieron frente a un impiadoso Káiser, que siempre tuvo en Rubens Barrichello a un ladero inofensivo.

Hamilton luchó con rivales de jerarquía para ser contundente

A Hamilton tampoco le faltaron rivales de jerarquía: lidió con la fiereza de Alonso -una experiencia que resultó mortificante para McLaren, ya que los pilotos no trabajaban en equipo, los mecánicos cerraron filas en torno a cada uno de ellos y la división fue insalvable-, una situación parecida a la que desanduvo con Rosberg -no faltaron las agresiones en la pista, las que provocaron las intervenciones de Toto Wolff y de Niki Lauda para zanjar la tirantez y sostener la armonía de Mercedes-; el finlandés Valtteri Bottas tuvo un comienzo de año que provocó asombro, ya que se repartieron en partes iguales los éxitos en los primeros cuatro Grandes Premios. A partir de ahí, Hamilton fue contundente, firmó cinco triunfos en las siguientes seis carreras y lo desmoronó.

Ferrari intentó doblegarlo con Sebastian Vettel y Kimi Räikkönnen en el pasado, y reformuló el ataque con la incorporación de Charles Leclerc. Este año, la Scuderia, con el modelo SF90 resultó competitiva y descubrió a sus pilotos en forma, pero cometió demasiados errores, entre órdenes de equipo y estrategias equivocadas- que atentaron contra sus aspiraciones. Max Verstappen, con Red Bull Racing en el presente, como lo hizo Daniel Ricciardo en 2014, fueron contrincantes de estaciones.

“Estoy trabajando en una obra maestra y todavía no la he acabado. Lleva mucho tiempo dominar un oficio y siento que lo estoy haciendo, pero hay mucho más por dominar, más piezas que añadir al puzzle. Va a haber altibajos en el camino, pero siento que tengo las mejores herramientas para combatirlos. Creo en la posibilidad de seguir creciendo y de hacer más con este equipo dentro de la F.1”, expuso Hamilton en declaraciones a The London Free Press, toda una señal de que su apetito no está satisfecho.

Su vida fuera de la pista: vegetarianismo y su linea de ropa

La vida fuera de la pista oxigena a Hamilton; desde su línea de ropa, su fanatismo por la música o el cambio de hábito alimentario que impuso en 2017, al dejar de comer carnes. Razones éticas, medioambientales y de salud -antecedente de familiares con cáncer y enfermedades coronarios- provocaron la nueva costumbre. “La mejor decisión fue pasarme a Mercedes, y la segunda cambiar mi dieta en Singapur”, señaló Hamilton, una definición que no presenta flancos débiles, se sustenta en resultados, esos registros que el británico quiere pulverizar para la eternidad.


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