drogas
Foto Twitter

Hay historias que merecen ser contadas por la voluntad de sus protagonistas. De aquellos que pasan del ostracismo que pueden causar las drogas, a la adoración que puede generar sus talentos.

Michael es uno de esos casos que refleja que es más importante ser fiel a los dones que la vida te regaló, que dilapidarlos en caminos oscuros que los opacan.

Hoy es el flamante refuerzo de Flamengo, tras una fuerte disputa entre tres de los clubes más importantes de Brasil (el aurirrojo, Corinthians y Palmeiras), pero no siempre su mente estuvo mirando al éxito.

Antes de todo este presente que hoy vive a sus 23 años de edad, Michael estuvo, incluso, al borde de la muerte y el mismo lo reconoció: «He fumado marihuana, esnifado cocaína y cloroformo, tomé ácido… Y me lié con el tráfico de drogas. Me han amenazado de muerte seis veces. Una vez delante de mi casa un tipo puso una pistola en mi cabeza y no tuvo coraje de disparar».

Es así como el paso previo a tallar su nombre como un gran futbolista no pasó por los convencionalismos de escuelas, academias y clubes que potenciaran su talento.

Se ganaba el pan con «pachanga»

La pachanga en Brasil no es solo un coloquialismo para avivar una fiesta, sino que también es un término usado para referirse a lo que en Venezuela conocemos como caimaneras.

Traer su significado a colación es importante porque las «pachangas» muchas veces evitaron que Michael se fuera a dormir sin comer y sin pensar en drogas. El mismo jugador acepta que exponía lo que sabe hacer con el balón en numerosos partidillos de ese estilo.

«Yo era nadie hace nada. Hace un año yo veía los partidos del Cruzeiro, Corinthians o Grêmio y ahora estoy jugando contra ellos. Yo jugaba cinco o seis pachangas al día para pagar la comida del día siguiente«, dijo.

Es así como explica que sus dones iban en efervescencia por un lado pero su vida tenía otro rumbo diferente. Lo que, finalmente, comenzó a colocar en sinergía el éxito con su presente, tuvo lugar en la tercera división de Brasil.

No sin antes tener que exponer sus dotes con la esférica de forma gratis por tres años, lo que fue un elemento clave para que Goiás pusiera la mirada en esta perla.

¿Éxito a los 23 años?

Generalmente no es habitual que un jugador llegue a un club a destacar a los 23 años de edad, pero Michael rompió con ese precepto, que queda claro no era una máxima en el fútbol.

«Yo nunca he tenido la formación que uno tiene en la cantera. Yo sé jugar y solo necesitaba una oportunidad», expresó el delantero.

Es así como la oportunidad en primera pudo tocar su puerta en 2019 y destacó de gran forma. Michael sumó a sus numeritos 9 goles en 35 partidos con su modesto equipo y puso a la opinión pública a debatir en torno a su nombre.

«El fútbol para mí no es un trabajo. Me divierto. Esta alegría viene de la pachanga. Lo que uno aprende ahí no olvida, este fútbol alegre y descarado. Y tengo mucho que aprender como profesional. Todos los días evoluciono», apuntó el flamante fichaje de Flamengo.

Reto con «el más querido de Brasil»

Su carrera ha sido vertiginosa y la vorágine de los acontecimientos están marchando rápido, luego de años en que pensó que la suerte no estaba de su lado.

La disputa de los grandes por su ficha la ganó Flamengo, aunque aún no lo oficializa. La prensa de Brasil ya lo da por hecho y explica que el fichaje está cerca de los 7,5 millones de euros por sus derechos federativos.

Incluso, el mismo Goiás ya se despidió en redes sociales del jugador, lo que sostiene su inminente salida del club que le hizo debutar en primera.

«Gracias Michael. Continúa cautivando a los aficionados del verdadero fútbol brasileño con tu humildad y creatividad. Pero vuelve rápido», escribió el conjunto erdolaga.

Así es como una historia, que dio pasos a la opacidad, encaminó la ruta y hoy puede demostrar que cosas buenas se encontraron fuera de las drogas.


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